52) Día del Padre

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Hace diez años ya que no festejo el día del padre.
Intento no pensar mucho en ello y trato de superarlo.
Pero de vez en cuando me ataca la nostalgia y empiezo a extrañar todo lo que era significativo de mi papá.
Sobre todo en un día como hoy.
Extraño festejar el día del padre llevándole el desayuno y tirándonos todos en la cama.
Y regalarle una tarjeta casera, siempre la misma camisa y un vale.
Estábamos aislados como para conseguir otra cosa.

Extraño que nos despertara con música.
Que me llamar para hacerle el desayuno a la mañana, o que se sentara en mi cama con el bajo o la guitarra a cantar.
Mis primeras serenatas.
Que me avergonzara cantando "Dulce Daniela".
Que cambiara las letras del rock nacional para homenajearme.

Extraño su música: enganchados de rock clásico y cumbia.
Que soportara nuestra música.
"¿Eso es 'grindiley'?"
Y nos trajera el autógrafo del Pity.
Que bailara rock en el comedor.
Mi primer baile.
Sus asados, y que sirviera a todos antes de comer él.

Extraño que quisiera festejar cada cumpleaños, aun cuando estaba enfermo e internado.
Y que organizara karaokes y bingos.
Era el alma de la fiesta.

Extraño que me diga "hiji", "bruji" o "corazón de melón".
"¿Sabes que te quiero hasta el cielo?"
Que se despidiera diciendo "te amo" o "te quiero"; no recuerdo.
Extraño que me contara siempre el mismo cuento.
Nunca pude contarle los míos.
Ni decirle que mis primeros versos eran para él.

Extraño que me preguntara de qué color eran sus ojos.
Extraño sus ojos verdes y su raro lunar del mismo color.
Su sonrisa, su risa de vieja bruja cuando le hacíamos cosquillas y su estornudo escandaloso.
Heredé ese estornudo.
Recortarle las cejas, afeitarlo y luego cobrarle por el servicio.
Las patillas siempre me quedaban chuecas.
Plancharle la camisa del uniforme y lustrarle las botas.
Ya no sé para qué sirve la plancha.
Extraño el perfume que me quedaba impregnado cuando se iba a trabajar.

Extraño que nos regalara una rosa para San Valentín o en el primer día de primavera.
Mis primeras rosas.
Mi primer amor.
Mi primer héroe, que me rescató de una comisaría cuando me perdí en Gualeguaychú.
Y también el descuidado que me dejó sola en el río girando sobre un salvavidas.

Extraño al tierno que esperaba a que terminara de cocinar un "pastel".
Y al tirano que me hizo cocinar veinte veces las papas hasta que conseguí el punto que le gustaba.
Igual se comía todo lo que hacía.
"Cuando vuelvas, te voy a esperar con la comida hecha", le decía a mi mamá.
Y cocinaba la esclava 🙋‍♀.

Extraño que intentara enseñarme a hacer asado, a manejar y a desarmar un motor.
Que tipeara mis trabajos prácticos.
Y que me pidiera que traduzca algo, porque "para eso te mando a estudiar inglés".
Una mentira.

Extraño ver películas de acción y péplums juntos.
Dibujos animados y que me dibujara al inspector.
Los mates de leche y discutir las noticias.
Las historias de apariciones y el humor negro.
Y que preguntara si veíamos la novela que le hacía ver su mamá entre semana.

Extraño que se parara en la puerta de mi pieza y me dijera "si no querés ir a la escuela, no vayas".
Que el último año él fuera el primero al que veía cuando volvía de la escuela.
Que me llevara en auto a gimnasia porque "ya perdí el colectivo".
Ir a comer helado mientras esperábamos.
Siempre menta granizada.

Extraño que me dijera que me veía linda en mi etapa emo.
Y que me quedaban bien todos los colores de los que me teñía.
Que nos llevara a comprar las zapatillas que queríamos aunque no "sirvieran para la escuela".
Y que nos cumpliera nuestras mañas.

Extraño que cantara siempre el mismo tango.
Que me llevara en sus hombros en los recitales y comparsas.
Jugar al fútbol en el patio.
Comer chatarra.
Que nos levantara a las tres de mañana para ver el mundial.
Ver siempre el mismo recital.
Recordar las líneas de nuestras películas favoritas:
"¡Sí, se lava la carita!".

Cuando intento hacer ejercicio, recuerdo verlo embelesada levantar pesas y saltar la cuerda.
Nunca me enseñó a saltar.
Cuando tengo mi periodo extraño que él fuera a comprarme ibuprofeno.
Los viajes en auto no son lo mismo sin él haciendo payasadas y pidiendo golosinas para no dormirse.
La ruta y Creedence ya no son lo mismo.

Ahora me gustaría compartirle mis experiencias y expectativas.
Y que él me compartiese su sabiduría y corrigiera mi camino.
Aceptaría sus consejos como en el pasado, aún cuando llegaran fuera de tiempo.
Quisiera contarle de mis corazones rotos y los que yo rompí.
Lo abrazaría con tantas ganas.
Pelearíamos cuando estuviera enojada, y quizás lo golpearía.
Pero después volvería a abrazarlo.


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