Capítulo tres.

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La enfermera dejó a Baby en la habitación ya con los cables que controlaban su salud. Tres personas estaban en frente de su cama, ¿quiénes eran estas?

Su padre, madre, y Ballora, su mejor amiga.

—¿Y cómo te has sentido, pequeña?—El peligrís de estatura super alta, preguntó. Intimidaba verlo, una mirada súper correcta y fina, su cabello bien peinado, ropa bien planchada y lentes sumamente limpios.

—T-Tengo una fisura en mi espalda.

—¿Qué hiciste para que ocurriera, Baby? —Con mucha sensibilidad, el padre de la chica se sentó en su cama, ahora acariciándole su manito con la yema de sus dedos.

—Ni yo misma lo sé, los doctores suponen que me lo hice mientras dormía... —Bajó su mirada hacia sus manos temblorosas, no sabía por qué sentía tanto frío, el ambiente estaba tibio, no había nada de temperaturas bajas, ¿por qué?

—¿Por qué te demoraste tanto en venir, en dónde andabas metida? —La madre de la pelirroja se sentó al otro costado de la cama, también acariciándole sus manos. A Baby en cierta forma, no le gusta el afecto físico... aunque fuesen solo caricias sumamente delicadas en su piel.

Toda su condición la conllevó a no recibir afecto por casi nadie, y si lo recibía, era apenas, tenían miedo de romperla. La falta de abrazos suaves o besos en su frente hizo que sus propios sentimientos se volvieran de un vidrio tan grueso que nada podía romperlo, se negó en recibir ese tipo de caricias, nada más.

—... Tengo un nuevo amigo, que está al lado de mi habitación.

—¿Y cuál es el nombre de ese chico?—Blair, preguntó.

¿Amigos? Era muy bueno escucharlo por parte de Baby, ver que por fin tiene un amigo en el lugar, no sería para nada mala idea.

—Freddy, se llama Freddy.

—Muy bonito nombre, mi vida, me lo tendrás que presentar uno de estos días, ¿es bonito?

—¡No sé, mamá! No me fijé en eso...

Cuando lo recordó, no pudo en evitar en pensar en las flores naranjas. Buenas noticias, Ballora, su amiga, justamente le había llevado tulipanes naranjas.

—La hora de visitas ya acabó.

¿De verdad? Qué rápido...

—¿Me podría dejar hablar unos cinco minutos más con ella? —Ballora, preguntó con su calmada pero grave voz, aún tenía esas flores en sus manos.

—Solo cinco minutos más.—La enfermera, que justamente era muy amiga de Baby, compadeció por la peliazul, ella siempre la visitaba y en cierta parte... le agarró cariño al verla tan seguido.

—Nosotros ya nos iremos, hija, tenemos que ir a ver a tus hermanos. ¿Prometes avisarnos a tiempo si es que te lastimas?—Su padre puso su dedo meñique en frente de ella, esperando el conjuro de promesa.

—Lo prometo, pero es que, como saben que es común que me rompa algo... no le veo necesario decirles.

—No importa, nos dices igual.

Se despidieron con un beso en la frente a su linda y sensible hija. Ahora Ball y Baby estaban a solas por unos minutitos más.

—¿Por qué me pediste flores naranjas, bonita?

—Eh, solo porque me aburría ver que siempre traías blancas, ¿podrías ir variando?

—Oh... ¿variar? ¿Cómo cuáles colores te gustarían, entonces?

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⏰ Última actualización: Jan 12, 2023 ⏰

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𝒕𝒐𝒈𝒆𝒕𝒉𝒆𝒓 ; frebyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora