Finnicky empieza a reír a carcajadas.
El aire de la cafetería en donde estamos es genial. Hay fotografías de artistas que pertenecieron a los 90 y el olor a pan o torta se lo huele hasta en el baño.
Finnicky había encontrado está cafetería no muy famosa por el barrio y me obligó a venir.
—¿Por qué no irás? —pregunta.
Niego con la cabeza mientras giro los ojos.
—No tengo con quién, ya sabes—digo sin importancia y añado: —Ese día estarás saliendo con Faith Young.
No quería ir al baile de graduación. Finnicky gira los ojos.
—No me gusta esa chica, ya te lo he dicho. En serio me dolió su cachetada. Maldita traidora—me espeta.
Suelto una carcajada y le agarro la mano.
—¿Qué tal si…—pauso para luego añadir: —Asustamos a la chica mañana cuando salga su casa. No debió haberte golpeado.
Finnicky vacila para luego decir:
—Bien—.
La mesera nos trae nuestros dulces y té helado.
—¿Por qué pediste helado? —pregunta Finnicky.
La mesera nos mira.
—¿Hay algún problema? —pregunta amable.
Giro los ojos.
—Finnicky, no se toma té caliente—le digo.
—Yo tomo té caliente además hace un frío horrible y…—dice pero lo interrumpo.
—¡Te tomarás el té helado! —casi grito.
Unos ancianos casados nos miran extrañados al igual que la mesera.
—Pero es que… ¿Tienes la regla? —pregunta, divertido.
Me sonrojo.
—No—respondo.
No la tenía y es en serio.
—No hay ningún problema—le digo a la mesera. Esta se va y las pocas personas nos dejan de mirar.
Finnicky suelta una carcajada.
—Finnicky de mierda—susurro y añado: —¿Qué te hizo creer eso?
Él ríe.
—“Vayamos a asustar a Faith Young” —Finnicky hace una voz chillona— “¡Tomate el té helado!”
Giro los ojos.
—Yo jamás he hablado así—ataco.
—Lo haces—contraataca.
Le doy una patada por debajo de la mesa.
—Sigues así y te parto el culo—respondo, enfadada.
Él ríe.
—Te reto—responde.
Entonces todo mi té salpica a su cara. Cierra los ojos lentamente como si no pudiera creer lo que le acabó de hacer.
—No lo hiciste—susurra Finnicky.
Dejo lentamente monedas en la pequeña mesa para pagar los postres que no podremos comer.
—¡Sí lo hice! —grito y salgo corriendo.
Finnicky me persigue, admito que corro más rápido que él.
—¡Eres tan lento! —me burlo.
Finnicky ríe pero su risa se corta porque jadea.
—¡Ya quisieras! —responde.
Corro más rápido, seguramente si Finnicky me atrapa meta mi cabeza en el inodoro de mi casa. ¡Eso sería asqueroso! Llegamos a un parque donde patinan en Skate, lo sé porque hay muchos de ellos patinando. Esperen ¿El que está sentado ahí es… Niall? Paro en seco y siento un duro golpe en mi espalda antes de caer al piso.
Finnicky se chocó conmigo.
—¡Finnicky, duele! —siseo tratando de quitármelo.
Él gruñe para luego sobarse la panza.
—Tú espalda es dura—responde.
En cambio yo me froto la espalda.
—Tú panza en gorda—espeto.
Miro hacía Niall que tiene un rostro de aburrimiento eterno. Siento otro golpe para luego nuevamente caer al piso.
Ahora sí, Niall me está viendo.
—Lo siento, nena—dice el chico que me tiro.
Es rubio de ojos extremadamente grises y su aliento es de mentas.
—Sí, no importa—respondo buscando a Finnicky con la mirada.
Se está riendo. ¡Maldito Finnicky!
—Bueno, realmente lo siento. Me tengo que ir—se despide.
Asiento con la cabeza y lo despido de la mano para luego ir a darle un golpe a Finnicky.
—¿Por qué no me dijiste que un chico y su jodida patineta venían casi matándome? — lo regaño.
—¿Por qué debería? —pregunta, divertido.