III: ¿Diagnosticada?

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Me puse de pie luego de una media hora porque me sentía ociosa, decidí ir a la cocina en busca de algo que alimentase mi frágil cuerpo al tiempo que cargaba una película en Netflix.

Mientras abría la mantequilla de maní, vi como la encimera se manchaba de un tinte rojo oscuro, gotas y gotas hasta que note que era sangre, sangre que provenía desde mi nariz.

–Mierda. –susurré.

Corrí al baño que hay en la primera planta y con papel higiénico traté de limpiarme y parar la sangre pero esta no se detenía. Estaba completamente manchada y mi ropa teñida de rojo oscuro. Tomé una toalla y la puse en mi rostro tapando nariz, boca y mentón. Corrí para coger el teléfono y marqué el número de la casa de Brenda. Uno... dos... tres... cuatro...

–¿Hola?

–Señora Hamilton, podría decirle a Brenda que soy Clary, la... necesito en casa rápido.

–Claro cariño, va para allá en un segundo, ¿Todo bien?

–Más o menos.

Diez minutos mas tarde me encontraba sentada en el piso, con mi espalda apoyada en el lavabo y con mis brazos rodeando mis piernas, manchada completamente del asqueroso tinte rojo y el rostro lleno de lagrimas. Me sentía fatigada y débil, apenas podía moverme. Sentí como la puerta principal se abría de golpe y la voz de Brenda llenando el lugar, se había llevado las llaves así que le fue fácil entrar.

–¿CLARY? ¡CLARY DONDE ESTAS! –exclamó.

–Tal vez en su habitación. –dijo una voz que reconocí como la de la señora Hamilton, su madre.

–Acá. –grité como pude golpeando con el pie la puerta del baño.

Cuando divisé a Brenda en el marco de la puerta, debo admitir que nunca la había visto así, su rostro devastado por haberme encontrado en este estado era impresionante. Sus ojos se llenaron de lagrimas.

–¡Mamá! Rápido, prepara el automóvil. –gritó– Ven aquí cariño, todo va a estar bien.

Intenté sonreír mientras se deshacía de las toallas ensangrentadas.

–No sonrías para mi, no lo finjas, tu dime si algo te duele.

Se quitó la cazadora que traía puesta y trató como pudo de envolverme en ella. Pasó uno de mis brazos por su hombro y echamos a andar. Me sentía totalmente fuera de lugar, con suerte sentía el frío asfalto de la calle antes de subir al automóvil.

–Vuelvo en un segundo, ten, llama a su padre. –gritó Brenda entregándole su móvil a su madre.

Entre despierta y dormida oía a la señora Hamilton telefonear a mi padre y avisarle lo sucedido. Cuando volví a ver a Brenda esta traía mis converse en su mano derecha, un abrigo en su brazo izquierdo y como pudo cerró la puerta de la casa.

–¡Vamos má! Al hospital, rápido, rápido.

Brenda estaba sentada justo al lado mío en el automóvil y me acariciaba el cabello, yo me recosté en su pecho luchando por no cerrar los ojos mientras me tapaba con el abrigo por la poca ropa que yo traía.

–Te quiero despierta, ¿Si? Vamos Clary, no te puedes dormir.

–Lo estoy, estoy despierta.

–Bien, eso es. Piensa, no lo sé... piensa en Brad. Piensa en que si te duermes el dejará de seguirte en twitter.

Me reí ante su comentario pero me ahogué al hacerlo así que tuve que detenerme.

Una vez que llegamos al hospital todo fue un desastre. La señora Hamilton corría hacia la recepción gritando que necesitaba al doctor Olsen ahora ya, y una camilla con urgencia. Habíamos aparcado justo enfrente del hospital por sobre las escaleras, me sorprende que no hayamos arrollado a nadie.

kiss me hard before i go // Brad SimpsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora