¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Estar en el mismo gimnasio que Stephen James es un sueño cumplido para mi,uno con tintes medio candentes.
No lo voy a negar.
Cada día viene aquí sin falta, algunas veces para ejercitarse y mantener ese cuerpo macizo en forma y otras, para grabar una campaña que requiera verlo haciendo ejercicio.
Sin duda, la segunda razón es mi favorita.
Lo malo de este asunto con el adonis de las tintas es que sus escoltas son un golpe en el culo, no dejan que absolutamente nadie se le acerque y ni hablar de entrenar en su misma zona al mismo tiempo, es un no rotundo así te quejes o te enojes.
Cuando vengo y está aquí, me dedico a verlo de lejos, es un hombre sumamente interesante que acapara miradas de mujeres y hombres. En mi caso, me gusta verlo reír, le quita un poco esa máscara de chico malo y lo hace ver más real cosa que se pierde cuando solo veo lo que sube en sus redes sociales.
Ansiosa por empezar a entrenar estaciono el auto en el primer sitio que encuentro libre mientras voy pensando si es un buen día para trabajar pierna y hacer un par de ejercicios para los glúteos, aprovechando el buen humor que traigo o si uso esa energía para hacer cardio a forma de consuelo por no tener una de esas máquinas humanas y masculina para hacerlo en casa, pero rápidamente descarto esa idea al ver que el sueño de muchas está usando esa zona para entrenar.
Adiós rutina para endurecer los glúteos.
―Esto debe ser una maldita broma―susurro para mi misma
Las maravillas de estar en el mismo gimnasio que este hombre se convirtieron en una pesadilla con un chasquido, al perder una hora de camino que pude haber usado para otras cosas menos agotadoras.
Adam, el dueño y uno de los entrenadores, se acerca a mí al ver mi cara de disgusto por la situación.
―Rox ¿está todo bien?―niego haciendo una mueca
―Nada puede estar bien luego de que pierdes una hora en el tráfico para venir aquí y te encuentras a ese en la zona que planeabas usar para entrenar―bufo―Conozco las reglas y sé que no puedo entrenar si él está allí―no llego a hablar demasiado fuerte pero él indirectamente involucrado posa su atención en lo que hablamos.
―Te ofrezco una disculpa por esto, pero son sus reglas y por su seguridad las respeto―dice encogiéndose de hombros―El próximo mes tu membresía va por mi cuenta―anuncia
―Descuida, no es necesario que me des un mes gratis de membresía―trato de restarle importancia―Me iré a casa, es mi señal de que ya no puedo olvidarme por tres horas de mis pendientes―
Guardo lo que traía para entrenar de nuevo en mi bolsa luego de haberme despedido de Adam, notando de reojo que Stephen lo llama insistentemente y ya presentía que no iba a decirle nada bueno.