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Las calles frías y solitarias de la madrugada me reciben luego de mi turno extra en el bar, no me siento segura caminando a casa pero sin más opciones para tomar me aferro a mi bolso con fuerza y camino de prisa para llegar lo más pronto posible a mi casa que no está muy lejos pero en esta soledad el recorrido parece eterno.
Unas cuadras más tarde veo a lo lejos el barrio donde vivo, algo que me tranquiliza momentáneamente, sin embargo, escucho como alguien se acerca desde atrás y antes de que pueda librarme o correr su mano se enrolla en mi cuello presionando el filo de su navaja contra mi piel.
—shush dame tu bolso—su aliento hediondo choca en mi rostro causando náuseas —suéltalo—repite pero estoy tan aturdida que en lugar de soltar el bolso mi agarre se hace más fuerte
—No..no tengo nada valioso—farfullo—no me haga daño por favor—le suplico sintiendo el roce de la navaja.
—¿Qué tal si tú y yo nos divertimos ah?—sus labios se presionan contra mi nuca de manera descuidada y sin poder pelear o resistirme me avienta al suelo inmovilizando mi cuerpo con el peso del suyo.
De mi boca no sale ni un solo grito, estoy completamente paralizada de pies a cabeza y las lágrimas empañan mis ojos—Por favor, no—digo en un susurro que se pierde con el sonido de mi blusa rompiéndose entre sus manos.
Mi cuerpo se entumece cuando siento que desabrocha mi jean, no hay nada que yo pueda hacer y solo me rindo esperando a que todo pase. Con lo que no contaba yo es que justamente él aparecería alejando a ese asqueroso de mi con un solo golpe que lo deja aturdido por unos segundos.
—Cobarde de mierda pensabas herirla con esto—él empuña la navaja del ladrón clavándola en su pierna sin vacilar.
Stephen o sombra como la mayoría lo conoce no le da ni un respiro al hombre que intentó robarme y luego abusar de mí, estampando un golpe tras otro en su rostro. A ese punto el hombre está débil e irreconocible pero como pudo se levantó y huyó lo más rápido posible como el cobarde que es y lo que su cuerpo tambaleante le dejó.
Stephen me mira pero no se acerca a mi, me tiende su hoodie señalando la parte de arriba de mi cuerpo y pasa de largo sin pronunciar una sola palabra.
—Gracias—murmuro para mis adentros
Temblorosa sigo mi camino, esta vez a paso rápido deseando llegar a casa para dejar atrás lo que tuve que vivir esta noche.
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Ver el terror en sus ojos me sacó de casillas. Nunca me imaginé tener que ver a Rih en una situación así porque yo prometí protegerla desde el día que nos conocimos hace más de once años pero esa noche fallé. Desde que me enteré que Rih estaba trabajando en el bar del pueblo, me autodenominé su guardaespaldas nocturno para estar seguro de que siempre llegue a su casa sana y salva sin importar que me haya alejado de ella cuando todo en mi vida se convirtió en un caos.
