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—Me fascinan tus tatuajes—delineo sus tatuajes con mi cabeza sobre su pecho—Son mi detonante de excitación—río con los recuerdos frescos de la follada más increíble que he tenido en años.
Stephen se levanta de la cama ignorándome por completo, recoge su ropa del suelo empezando a vestirse así que tomo mi ropa y hago exactamente lo mismo sintiéndome extrañada por su actitud cuando se supone que pasaremos la noche juntos.
—¿Te vas?—aliso mi vestido—me imaginé que estaríamos juntos toda la noche—me cuelgo de su cuello para besarlo en la mejilla pero este se aleja—¿Qué diablos te pasa?— lo empujo
—Nada y ponte tu ropa—responde seco y serio—No confundas las cosas, lo de nosotros es follar, no tenemos porqué pasar la noche juntos o hablar mierda Jesy
—Nadie está confundiendo las cosas imbécil y sé que solo follamos pero no por eso me tienes que tratar como una prostituta a la que usas y desechas cuando quieras porque no lo soy—grito igualando su tono dejándolo sin palabras.
¿Cuál era la jodida necesidad de decir eso?
Termino de vestirme lo más rápido que el enojo me permite y salgo de aquel lugar creyendo imposible que ahora no pueda mantener ni una ridícula relación de solo sexo.
Sea como sea siempre termino sola.
A veces yo me voy, otra veces me abandonan.
Stephen ha sido por meses mi cama fija, nos entendemos bien, ninguno de los dos está buscando una relación seria y hemos construido un buen lazo de confianza para tener esto, no entiendo su cambio de actitud repentina hacia mi pero como no somos una pareja convencional poco me importa lo que le esté pasando.
La semana siguiente a la tonta pelea con Stephen me la paso en casa, sola y trabajando hasta que llega el tan amado viernes con mi cuerpo exigiendo una dosis de fiesta que no tardo en tomar. Me pongo mi mejor vestido con unos tacones de infarto y en la cartera llevo lo mismo de siempre.
Una tarjeta de crédito libre, unos cuantos condones y las llaves de un apartamento vacío por si Stephen está de humor para sexo.
Yo siempre estoy de humor para follar pero don tatuajes es un hombre difícil y mal humorado.
Entro al club sintiendo el aire acondicionado erizar mi piel, las bocinas del recinto retumbando con la canción más popular del momento y viendo como algunas personas están bailando sin pudor en la pista. A lo lejos logro ver a Stephen pero contrario a lo que cualquier otra haría no corro hacia él sino que me quedo en un punto estratégico en el que puedo bailar a mi antojo con sus ojos sobre mi.
—Preciosa—un desconocido susurra en mi oído—Te invito un trago
—¿Solo uno?—lo encaro
No está mal, es guapo, atlético y se ve interesante pero no es Stephen.
