Un tratamiento de cáncer y una joven esposa desesperada por salvar a su esposo de 27 años.
El tratamiento experimental de hormonas que podrían salvar su vida a cambio de convertirse en una mujer sin saberlo.
Diego salió del departamento haciendo coincidencia con su vecino del frente. Una mirada desde los tacones de Diego, hasta el largo cabello de diego hacía inevitable la obvia cara estupefacta del joven vecino, algo que Diego no estaba acostumbrado.
- ¿Necesita algo? - Comentó diego algo enojado
- eeh no, no disculpe señorita - El joven, camino ruborizado decidió bajar las gradas mientras diego tomaba el ascensor.
Diego se quedó impactado que lo reconozcan como una señorita, no podía creer que ese era el inicio de un trato diferente hacia el. Diego se dirigía al vehículo y no tardó mucho en romperse su tacón derecho.
- Mierda - ¿Estas cosas suelen pasar?
Diego llamó a paula por teléfono.
-Amor se rompió el tacón que hago.
- Mi amor no te preocupes, dejé en el vehículo otro par de repuesto. - Comentaba paula tranquila.
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Diego decidió retirarse los tacones y partió a toda velocidad al trabajo. mientras conducía diego no podía dejar de sentirse observado por todos los que pasaban, era algo psicológico y real. Al llegar a la oficina, Diego se bajaba con apuro acordándose que el par de tacones que llevaba se había roto. En ese momento tomo rápidamente los que Paula había dejado en el vehículo, tardó segundos hasta darse cuenta que aquellos tacones eran mucho mas altos.
- ¡Pero que demonios! - Grito diego mientras se bajaba colocándose los tacones de Paula.
Preocupado por no llegar tarde, no se percato de la habilidad que tenía para caminar con ellos.
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A lo lejos el guardia codeaba a su compañero para mostrarle a una mujer con una apretada falda que mostraba sus largas piernas sobre un par de tacones altos aproximándose. Los dos guardias no paraban de ver a aquella hermosa mujer de cabello castaño.
- Ese bombón debe ser la próxima contratación del piso 12 - La sonrisa coqueta de los dos guardias alertó a Diego.
