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--...No Shinichi --Era lo único que decía una joven madre bastante frustrada a su hijo de siete años, quien solo podía observarla con enojo-- esta vez no tendrás lo que quieres... Te hemos consentido demasiado estos últimos días.
Esa era la voz de aquella joven madre, en donde no se encontraba rastro alguno de enojo, más bien de preocupación.
Aquella escena era típica en la familia kudo hoy en dia; Yusaku se encontraba como siempre en su estudio buscando alguna referencia para sus futuros libros o hablando con alguno que otro de sus editores por cuestiones de trabajo; Yukiko se hallaba haciendo las labores domésticas o hablando con alguna de sus amigas; mientras que, Shinichi se encontraba en su cuarto leyendo algún libro que tomaba prestado del estudio de su papá, jugando soccer con sus amigos o insistiendo a su madre que le comprara alguna otra cosa que queria, lo cual era lo que más frecuentaba en hacer estos días.
Mas aquella mañana del veintiuno de mayo sería diferente, el pequeño ojiazul de apenas siete años se encontraba en pleno conflicto con su madre... La razón era bastante sencilla; hace unos momentos atrás el joven pelinegro habia notado en su librería favorita el nuevo libro de Sherlock Holmes que tanto había estado esperando, pero era demasiado costoso y su mesada la había gastado hasta hace poco, además de pedirles dinero a sus padres.
Shinichi al notar la falta de dinero que nesecitaba para el libro, no lo pensó dos veces y fue directo a su casa para ayudar con su madre en alguna tarea del hogar y así le diera lo que faltaba para el libro.
“Un buen canje” pensaba mientras llegaba a su casa, felicitándose por ser muy inteligente.
Al llegar a su casa e insistirle bastante a Yukiko que le dejara hacer alguna actividad doméstica, ella no se lo pensó dos veces mas y acepto la ayuda de su hijo quien solo le regalaba una sonrisa llena de inocencia y transparencia, mientras limpiaba los trastos y acomodaba el poco desorden que se hallaba en la cocina.
Después de haber terminado con aquella tarea; Shinichi fue a toda prisa, en busca de su madre quien se encontraba hablando por teléfono con una vieja amiga, más al ver como su hijo no la dejaba continuar hablando, prefirió despedirse de su amiga y atender a su preciado Shinichi.
--Hijo, ¿Que sucede? --cuestiono la ex actriz un poco enfadada por cortar su plática con su amiga, pero aun teniendo ese tono de voz bastante tranquilo y armonioso que la caracterizaba-- ¿Ya terminaste de limpiar la cocina?
--Si mamá --Fue lo único que podía decir el ojiazul mientras se movía de un lado hacia el otro sin dejar de verla-- oye mamá ¿Puedo pedirte un favor?
Yukiko fulminó a su hijo con la mirada, intentando buscar las verdaderas intenciones de su hijo; pero al ver lo tierno que se veía su hijo con aquella sonrisa y con su típica interactividad que tenía, solo asintió regalándole una hermosa sonrisa para que continuará.
--Hoy ya salió el nuevo libro de Sherlock Holmes... --exclamo algo alterado por la perdida de tiempo que generaba aquella plática.
--Ah, si... --contesto Yukiko algo pensativa, dejando de ver a su hijo por breves momentos, como si intentará recordar algo -- Ahora que lo mencionas... El dueño de la librería que siempre visitas me dijo que ya tenía ese libro, también me dijo que si tú lo querías podría guardarte una copia.
--De todas formas Shinichi-- contesto la ex actriz, regresando la mirada a su hijo quien solo la veia-- creó que no hay nada malo en que lo compres y con tu mesada bastará y sobrará para eso.
El ojiazul al escucharla no pudo evitar sentirse nervioso por lo que le pediría; el ya sabía cómo era su mamá, después de decirle que era lo que queria lo reprenderia y se negaría sin importar cuanto se lo pidiera, pero su padre al verlo desilusionado le diría que lo dejara pasar “solo por esa ocasion” aunque él sabía que eso era siempre.
--Pues verás... --hablaba tímido el pequeño de siete años, mientras jalaba su camisa con ambas manos por el nerviosismo-- hasta hace poco... Puede que haya gastado mi mesada... Es por eso, que... que... que
--¿Qué? --cuestiono la mujer intentando hacer que su hijo continuará, comenzando a enojarse un poco.
--que... queria pedirte que me dieras el resto del dinero para el libro --Termino de decir el peligro, cerrando los ojos por puro impulso, esperando que dijera algo aquella adulta.
Un silencio después de eso se hizo presente, dejando un ambiente incómodo para el menor quien al poco rato solo podía mirar a su madre con ojos de súplica pero sin dañar su orgullo tan altanero.
--No... --Fue lo único que escucho el ojiazul, pero esas palabras no habían salido de la boca de su madre, aquella voz solo género una leve corriente de miedo en toda su médula espinal.
Nunca creyó escuchar aquella palabra salir de la boca de su padre y más si era para el, aquello ocasionó una pequeña decepción por parte del niño que no dejo notar pero si se lograba sospechar.
--Yusaku... --musito su esposa, quien solo podía verlo sorprendida; era muy rara la vez que se oponía a lo que quería su hijo y más si era sobre misterios o alguna cosa que le favoreciera intelectualmente.
Aquel escritor no observo en ningún momento a su esposa, no quería quitarle ningún ojo de encima a su único hijo; para Yusaku su hijo lo era todo, estaba dispuesto a hacer todo y darle todo con tal de verlo feliz, pero tampoco quería dañarlo y convertirlo en un ególatra. Es por eso; que se había prometido hasta hace poco en ser un poco más duro con el y está era lo oportunidad perfecta para eso.
--Si de verdad quieres ese libro, tendrás que trabajar para ganartelo--declaro el escritor con su típica sonrisa llena de orgullo sin dejar aun de mirar a su hijo-- desde un inicio creí que tu mesada era demasiado alta, lo cual había dejado pasar... Pero en esta ocasión no, así que ya me escuchaste Shinichi.
El pequeño ojiazul solo hecho un bufido de cansancio y salió corriendo de la sala de estar para ir directo hacia la calle intentando comprender el nuevo comportamiento de sus padres e intentar contener las lágrimas que se aproximaban en sus ojos.
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Nuestra Melodía
RandomLo que había empezado como un castigo para un pequeño detective de siete años, paso a convertirse en el principio de los mejores momentos que en toda su vida haya vivido... Dicen que la gente no puede olvidar nunca, una melodía que tanto a apreciado...