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Él invierno en la mañana nunca fue una de sus épocas favoritas; siempre tenía que levantarse temprano por su fastidiosa amiga, aunque fueran vacaciones; en todos lados había varias pistas de hielo que solo lograban sacarle uno u otro golpe cada vez que iba con la castaña y para acabar, era la época en donde más pescado aparecía en los locales, no era capaz de poder resistirlo.
Lo único que lograba alentarle a no odiar por completo la estación, era lo imprescindible que se hacía este al chocolate caliente; más él sabía que no era el único, era casi todo Japón, quienes solo para entrar en calor tomaban casi cualquier bebida caliente, lo cual lograba hacer que su afición al azúcar sea justificada.
Pero aquel invierno era extraño; no era para nada común como él y su alter ego se encontraban llenos de problemas en esta temporada, Kaito nunca había robado en exceso o con la misma frecuencia en fechas como Navidad y año nuevo, y está no era una excepción.
De hecho ahora que lo piensa, ¿Por qué haría esto? No tenía sentido alguno ir... Pero Kaito Kid no rechazaba ningún desafío por muy difícil que pareciera, y mucho menos ahora.
--Oye ¿Me estás escuchando Kaito? --pregunto enfadada Aoko, sacando de sus pensamientos al mago --¿En donde tienes metida hoy la cabeza?
--En ningún lado odiosa --respondió Kaito casi inmediatamente, continuando su camino por la cera --Solo que no siempre tengo que responderte... Me fastidia mucho el tener que escuchar cada cosa que digas.
Kaito después de decir eso; comenzó a correr junto con todas las compras de Aoko que el le ayudaba a cargar, siendo seguido por la joven que casi sentía que tenía la fuerza suficiente para matar en varias ocasiones al mago sin piedad alguna.
Después de casi haber corrido media hora; el ojivioleta logro llegar finalmente a las afueras de la casa de su amiga, siendo aún perseguido por su amiga de la infancia, quien parecía estar apunto de desmayarse por tanto esfuerzo.
--¿Que... Qué te... Qué te pasa Kaito? --Jadeo la castaña, intentando recuperar un poco de aire -- ¿Cómo... Cómo se te ocurre ir corriendo desde el supermercado hasta acá?... Y lo peor ¿Cómo es que no te has cansado?
--Eso es algo fácil --contesto como si nada, regresando las compras a su verdadera dueña --Yo no meriendo tanto como tú, sigue así y no tardarás mucho en engordar.
Esta al oírlo no pudo evitar sonrojarse por la vergüenza, haciendo que casi por impulso le golpeara en la cara lo más fuerte que podía.
--¡Pero ¿Cómo se te ocurre?! --grito eufórica, dejando la marca de su puño impregnada en la mejilla izquierda del mago --¡Estoy en mi peso ideal! ¡Idiota! --continuo, mientras observaba con mucho recelo al mago, quien solo se sobaba con algo de cuidado su mejilla --En fin, Kuroba... ¿Estás seguro de no querer venir a la cena de año nuevo?
Él aspirante a mago solo dejo de sobarse su aún delicada y punzante mejilla, para mirarla con cierto cariño y aprecio. Era genial tener una amiga cómo Aoko, quien aún después de haberle rechazado sus sentimientos siguió a su lado.
Kaito siempre que podía; le demostraba a la castaña lo cuán agradecido se sentía porque no estuviera dolida y siguiera con su vida, cosa que sabía no era tan fácil.
--No gracias Aoko --agradeció Kaito, mostrando su gran sonrisa de oreja a oreja --Para mi mala suerte, hoy tengo planes... Perdona.
--No te preocupes --Sonrió algo forzada, comenzando a adentrarse a su hogar --bueno... Aún así; si en dado caso te arrepientes, siempre serás bienvenido.
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Nuestra Melodía
RandomLo que había empezado como un castigo para un pequeño detective de siete años, paso a convertirse en el principio de los mejores momentos que en toda su vida haya vivido... Dicen que la gente no puede olvidar nunca, una melodía que tanto a apreciado...