Capítulo VII: (No) Ocultar

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El lobo sin saber que decir, se queda perplejo con lo que el pingüino Pairule le habría dicho “Es un honor tenerte en mi hogar un Semi-Dios”. Lo más profundo del lobo sabe que está en lo afirmativo, pero no mucho de decirse a sí mismo que era un Semi-Dios, aún no estaba seguro de ello.

— Estimado pingüino...— Natzume suena inseguro— Creo que me está confundiendo con otro Anthro, no soy un Semi-Dios o como mencionó hace poco, un ser divino.

— Por favor Natzume, ¿Qué me hablarías sobre el pequeño fuego que se mantenía prendido en la punta de tu cola? Era color azul con terminación a rojo, era un fuego muy especial querido lobo— el pingüino miraba fijo a Natzume, seguro de sí mismo lo que decía—. Solo los seres divinos pueden tener rasgos especiales, y unos de los tuyos era ese fuego bi-color.

Natzume queda atónito, sin saber que decir, lo que decía Pairule era verdad sobre el fuego. No sabía que cuando estaba muriendo lentamente en medio de las montañas, esa llama consumía el oxigeno frio para convertirla en fuego.

— Es más... la ropa que andabas trayendo no se quemaba, por lo que fácilmente las prendas estabas hechizadas o hechas de un material especial para ello. ¿Qué ocultas?

El pingüino se acomoda en el asiento, colocando unas de sus aletas acariciando debajo de su pico amarillo. Esperando la repuesta del honorable.

— Pues— Natzume recupera su seguridad para responder algo que podría colocar en cuestión la recién relación con el pingüino herrero y hechicero—, oculto es verdad. Pero creo que aún no es tiempo para soltar todo de una. ¿Qué crees?

Pairule Icetholl asiste con su cabeza con el estar de acuerdo con el lobo a medio acostar en el sillón de cojines suaves y tapado con tela pesada e terciopelo para conservar el calor del frío hogar.

— Entiendo... en todo caso— agacha la cabeza el ave anthropomórfico—, discúlpame por la falta de respeto.

Natzume aún no encontraba que falta de respeto había hecho, y luego entendió unas palabras que le dijo aquel gato marrón: “A veces es poco agradable que traten a uno como un ser superior, es molesto.”

— Por favor no me trate como un ser superior, es incomodo.

— Entendido... ¿Tomaste el té?

Natzume ve su té que estaba casi lleno y tibio, da unos sorbos de educación en los cuales no estaban demás para calentar su cuerpo en medio del frio. Ni su pelaje podía escaparse del frío, las heridas eran las culpables por hacerle sentir débil. No era la primera vez que le sucedía pero siempre olvidaba aquella sensación desagradable, en la cual era necesario olvidar.

— Tomate el té, deja la taza en el piso y descansa. Debes aún recuperar vitalidad, tratarlo con el sueño sería el mejor remedio para ello. — sugiere el pingüino mientras se levantaba del asiento para seguir en su labor.

— Muchas gracias por la estadía, es muy noble de su parte.— agradece Natzume, casi olvidándose de pronunciarlo después de la conversación que le había desconcertado.

— Descansa Natzume, si meto mucho ruido con los metales. Me levantas una pata delantera y paro, espero un rato hasta que hayas conseguido el sueño profundo para seguir con la elaboración de una espada. — Pairule se dirigía a una pared, introduciendo sus aletas por dos huecos de una tecnología desconocida para Natzume. Al cabo de unos segundos, el pingüino saca sus aletas pero con dos manos mecánicas con 5 dedos, pulgar hasta meñique. Las manos eran de color negro metálico, por la parte trasera en la muñeca salía un vapor y pequeños ruidos. El pingüino mueve cada uno de los dedos, formando puños y desarmándolos como ejerció previo para comenzar a trabajar.

(You can't) See my feelings[PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora