(You can't) See my feelings[PAUSADA]

Capítulo IX: (No) Obedecer [Parte II]

Los alumnos estaban sentados de rodillas, con los ojos cerrados mientras que el gran partir cubrían parte del cielo con ramas extremadamente grandes de los arboles, pasto levemente largo. Había un completo silencio, la profesora era humana. Pelirroja y su vestimenta parecía de vagabunda pero con estilo como decían algunos chicos de la clase.

— Respiren...— hace el gesto con los manos de subirla hasta la altura de sus hombros— Contengan, luego— baja las manos lentamente con una voz angelical— expulsan lentamente. Dejen que su paz interna domine su cuerpo. — Su voz no cambia su tonalidad— Este ejercicio pueden hacerlo cuando estén en momentos de complicación, y por supuesto... cuando estén solos o alejados de los malos.

Ariel sonrojado escuchaba la voz de la mujer de mediana edad. Su voz le dominaba sus sentimientos más profundos masculinos.
— Estaría buena para tirármela Natzu...— dice entre sus pequeñas y relajadas carcajadas.
El lobo se encontraba acostado en el piso, con sus patas delanteras sobre su abdomen. Siguiendo las instrucciones de la profesora. El comentario de Ariel le había desconcentrado y abre su ojo izquierdo para mirar a Ariel. Lo ve sonrojado y con una sonrisa idiota.
— Es mayor, tiene familia... no seas tan caliente. Controla tus apetitos.
— No sabes divertirte Natzume...
— No que sea aburrido— intenta excusarse—, sino sé cuando divertirme y cuando no. Y con la profesora Sunlight serias muy necesitado.
Ariel se siente ofendido, se acomoda sus piernas con los ojos cerrados y mantiene sus susurros.
— Ni que las chicas de la academia de gastronomía y medicina fueran muchas.
— Puede que de coincidencia te fijes en las mayores...— mueve lentamente su cola, sintiéndose relajado. Haberse olvidado los problemas. Cataro, Kasakuro ya no le preocupaba en aquel momento.
Ariel se mantiene en silencio, Natzume dio con el punto y se siente nuevamente ofendido. Pero sus pensamientos no cambian, se toca las cadenas de su cuello que unen las puntas. Haciendo un leve ruido.

Kasakuro se encontraba apartados de todos, nunca pensó que algún día la clase de Autodominación y Control personal le servirían algún momento. El siempre era el primero en criticar la clase, que era aburrida, no servía para las guerras, y entre otras cosas. Pero es la excepción en esa clase, necesitaba relajarse, controlar sus ganas de querer por lo menos tocarle y quitarle un bigote al gato anthropomórfico de color marrón.

Luego de la clase, al terminar Natzume se acerca a Kasakuro que reposaba en el piso. Ariel compartía con los de su clase.

— Oye... ¿Estás bien?
— Mejor que nunca, este día esta tan soleado que me entrega unas energías de luchar— sarcástico dice. Parándose y partiendo a caminar, chocando el hombro de Natzume.

El lobo anthropomórfico conocía a Kasakuro, y sabía que no estaba bien con esa repuesta. Para él era fácil de predecir.

— No me tires de las pelotas Kasakuro...— acompaña a Kasakuro, sin importarle el choque de su hombro como signo de rechazo.
— Karimo mejor anda a olfatear a otros lados— mal humor le sugería.
— Con esto me estás haciendo perder la paciencia. No seas imbécil e infantil para tus asuntos.
— Si quieres hacerme un favor— se detiene y mira fijo los ojos azules—, déjame solo. — Se detiene a metros de Cataro que miraba de reojo como Natzume, el lobo que había combatido el día anterior intentaba ayudar al gato que no lograba reconocer. No lo conocía.

Natzume aún intentaba ayudar a Kasakuro, le era de gran importancia. Incomodo se sentía en el medio de la clase recordar su forma de actuar tan poco normal del gato blanco.
Cataro se cruza de brazos, luego unos humanos de su clase le interrumpen su observación.

— ¿Que carajos Kasakuro? Ayer no estabas así...
— Karimo, por favor— aparta a Natzume de su lado para irse solo— Si no fuese por el maldito de ese gato noble. Mis tierras estarían en este momento a nombre de mi familia— Cataro escucha, tierras, familias. Le parecía un problema que quería resolver. El motivo que golpeo a Goldsteins—. Que lo parta un rayo al imbécil ese.