—Realmente crees que puedes tocar a Mark así cuando estoy parado ahí— Subes los escalones y entras por la puerta principal.
—¡Toqué su brazo de mierda Haechan!—
—¿Hablas en serio ahora mismo?— El deja escapar un gruñido y te empuja contra la pared de la cocina del dormitorio.
—Si, estoy hablando en serio es uno de mis mejores amigos, y te estabas poniendo muy sensible con él justo en frente de mi cara—
Empiezas a responder, pero la mano de Haechan aparece rápidamente como una serpiente y estrangula tu garganta.
Te quejas lo que le hace sonreír, y aprietas más fuerte.
—Si alguna vez tocaras a uno de mis amigos, sí pensaste, nunca lo habría permitido. Creo que necesitas aprender que soy la única persona que puedes tocar— Te lame el labio inferior haciéndote gemir, Haechan te mira a los ojos y te lleva a su habitación.
—Sube a la cama— Dice.
Cumples y te pone de rodillas, levantando el culo en el aire. Nunca te dijo en qué posición, pero sabes que le gustó la vista.
—Ahora vas a contar hasta que lleguemos al 7 Estás un poco confundida hasta que sientes que su mano cruza tu trasero con un dolor blando y cálido. Grita dice entre dientes.
—Uno— Te las arreglas débilmente. Sigue y sigue hasta que finalmente llega a siete.
—Maldición, mira esto, tu trasero es el tono de rojo más bonito para mí—!Él dice, reprimes un gemido mientras acaricia la piel.
Sus dedos se deslizan desde la piel desnuda de tu trasero hasta tu abertura.
Desliza un dedo por tus pliegues y se lo lleva a la boca para probarlo.
—Mmm, sabes tan dulce para mí... y solo para mí— Suspiras ante la deliciosa sensación.
—No te muevas— Escuchas que Haechan se pone detrás de ti y en un rápido movimiento se sumerge en tu vagina empapada, profundamente dentro de ti.
No ralentiza, sino que sigue avanzando, cada vez más rápido, hasta que parece más una máquina que un humano.
Dejas que suceda, amando la sensación de ser follada en el colchón.
—¿Crees que Mark puede follarte así? ¿Crees que él conoce tu punto dulce?— Él coloca sus caderas en ángulo detrás de ti para que ahora esté golpeando tu punto G.
—Mierda Haechan— Gritas.
—Sí, grita mi nombre, soy el único en el que deberías pensar, porque soy el único que puede hacerte sentir de esta manera— Empiezas a lloriquear cuando sientes que la presión comienza a acumularse.
—Haechan yo, yo, voy a correrme— Sus últimos embestidas te golpearon con tanta fuerza y tanto placer, que tu orgasmo se precipita hacia ti y duró el doble de lo normal.
Ambos se recostaron en la cama, jadeando.
—¿Crees que puedes mantener tus manos para ti misma ahora?—
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