CAPÍTULO 7

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Cuando volví Arthur se encontraba en sus aposentos, se había duchado y se había puesto ropas más cómodas, aun no se acostumbraba a los atuendos incómodos y extravagantes que como rey y caballero debía utilizar.

Dormía con el candelabro encendido sobre la pequeña mesita a un costado de su cama. Me senté a su lado para despertarlo, debíamos comenzar esa misma noche, incluso si yo aún me convencía por completo. Acaricie sus cabellos mientras observaba su bello rostro, sus labios húmedos se encontraban semi-abiertos y a través de esa leve apertura sus dulces suspiros se escuchaban claramente. Me acerqué y besé suavemente su mejilla.

-Merlín, me sorprendiste, no escuché cuando entraste.

-¿Esta vez no sentiste mi presencia?

-Creí que estaba soñando.

-Ya veo. Fue un día agotador ¿cierto?

-Solo un poco.

Respondió mientras se sentaba recargándose en las almohadas y se acercaba para abrazarme dejando caer todo su peso en mi espalda. Giré mi cuello un poco para mirarlo, su rostro entre mi cabello sonreía mirándome.

-¿Deberíamos comenzar ahora?

-Si- dijo mientras aspiraba el aroma de mi pelo.

Le dije que se mantuviera en la cama recostado de esa manera mientras yo vertía una buena cantidad de sangre en una copa, al parecer yo era el único que estaba nervioso pues en varias ocasiones derramé un poco mientras él solo esperaba tranquilamente en la cama.

-¿Estás listo?- pregunté.

-Claro.

-Tienes que prometerme que me dirás lo que estés sintiendo, no me ocultes nada ¿de acuerdo?

Arthur me sonrió como intentando decir "todo estará bien". Recibió la copa y bebió los primeros tragos de sangre sin decir nada pero justo antes de vaciarla la alejó violentamente de sus labios.

-Está quemándome, Merlín, me duele mucho.

Sabía que resultaría difícil para su cuerpo, pero no creí que el síntoma se desatara tan rápida y violentamente. Arthur había comenzado a hiperventilar, a lo largo de su piel corría sudor frío y gotas de la sangre habían caído sobre su pecho traspasaban la tela de su camisa.

-Tranquilízate, solo respira lenta y profundamente.

-No puedo, me duele demasiado, mi garganta arde, siento como el líquido recorre mi interior, la piel de mi pecho y mis labios duelen.

Me quedé a su lado sosteniendo su mano firmemente, pequeñas lágrimas recorrían sus mejillas sonrojadas, su cuerpo estaba hirviendo y su respiración aún era irregular, podía sentir su pulso, era demasiado acelerado y violento.

-Sopórtalo un poco Arthur, pronto pasará.

Besé su frente y con mi mano libre acaricié sus cabellos, me dolía verlo de esa manera pero era necesario.

Poco a poco fue calmándose, su respiración seguía siendo irregular pero ya no hiperventilaba y su pulso volvía gradualmente a la normalidad.

"Merlín, Merlín" lo escuchaba lloriquear mi nombre mientras lo abrazaba y mis ojos se mantenían cerrados intentando mantener la calma por el bien de Arthur.

-Tus manos están frías.

-Lo lamento, Arthur, ¿es molesto para ti?

-No, tócame más.

Recorrí su rostro con mis manos y luego bajé a su pecho, la sangre derramada ya había llegado a su piel y había coloreado de rojo carmín su tez blanca, desabroché su camisa y lo recorrí atentamente con la mirada, sabía que Arthur estaba sufriendo pero la escena me pareció extrañamente sexy.

KOMOREBI: The light shining through ÁvalonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora