CAPÍTULO 22

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Era una escena digna de un cuento de hadas. Un cobrizo atardecer, el muelle agitado con las preparaciones de la flota real. Y lejos de la conmoción del lugar el rey y el mago tenían su última conversación.

-Finalmente... la expedición a Roma

-Sí, primero atacamos y después vendrán las negociaciones. Es cruel pero una estrategia sensata.

-Como siempre odias perder.

-Tenemos muchas quejas acumuladas en relación al trato hostil entre nuestras naciones así que atacaremos implacablemente. Una vez derrotados propondremos condiciones de paz.

-Eso está bien. Pero... Bretaña es un país que está destinado a caer tarde o temprano... "o más bien diría que ya está cayendo" ¿Qué harías si empiezo a decir algo como eso?

-Me pondría más furioso de tus chistes cotidianos. Bretaña no caerá, estoy haciendo todo lo que es posible para evitar eso.

-Ah, tienes razón. Olvidé algo que es tan obvio, no puedo bromear con los sentimientos humanos.

Al pronunciar esas palabras un sentimiento de culpa me azotó sin piedad. En ese momento me pregunté "¿he estado aprovechándome de los sentimientos de Arthur?". Suspiré mirando la flota para evitar que mis ojos hicieran contacto con los de Arthur y volví a hablar, no estoy seguro si esperaba que él escuchara mis palabras o únicamente buscaba expresarlas como un monólogo que no deseaba se mantuviera en mi interior.

-Aquella reciente historia se siente como si hubiese pasado hace mucho tiempo. Uther y yo criaríamos un rey ideal. Pensé que eso era algo bueno en cierto modo. Sin embargo, lo que pasó después no fue planeado. Buscábamos el rey ideal, y tú buscabas la felicidad de la gente. Desde el inicio lo que veíamos era diferente. Hubiera sido mejor si yo hubiese notado esa diferencia pronto.

-¿Merlín?

-Está bien... Todo va a estar bien.

Arthur me miró preocupado y dudando extendió su mano hacia mí, cuando estuvo a punto de tomar mi brazo Sir Kay gritó algo desde el lejano muelle, el rey lo miró y con la mano que había perdido su rumbo inicial le devolvió una seña.

-Es hora de partir.

Suspiré, había llegado la hora. No podía quedarme más tiempo a su lado. Incluso si había sido un corto periodo, para mí fue como un dulce sueño antes de regresar a la inevitable realidad.

-Lo siento, pero yo me quedaré aquí. Cometí un error, tendré que esconderme por un tiempo.

-Incluso si te he dicho muchas veces que evites tener problemas con mujeres, no importa cuántos años pasen, nunca vas a cambiar en eso.

-Solo porque es mi razón principal para vivir ¿Qué es de la vida sin flores?

Mi pasada fama de mujeriego era algo que no podía ocultar de Arthur, sin embargo había algo que él desconocía, no había ninguna mujer. Desde que Arthur llegó a este mundo no había estado con ninguna chica, todo fue siempre ofrecido a Arthur, para mí no había nadie más que él.

Me dedicó una cálida sonrisa. Yo lo había visto sonreír incontables veces. Sin embargo, él nunca sonrió por su propio bien. Cuando ese chico veía feliz a la gente, o cuando me miraba a mí, su corazón sonreía totalmente.

-Gracias Merlín. Tú fuiste un gran mentor para mí. Yo, comparado contigo nunca me envolví una relación sentimental con alguien del género opuesto. Además no sé cómo poner éstas palabras en sentimientos, pero, por estar aquí, por acompañarme todos estos años, realmente te aprecio.- Arthur suspiró y sin dejar de sonreír me abrió su corazón- Yo realmente me he enamorado de ti.

El rey no se ruborizó, y tampoco estaba avergonzado. Él simplemente dejó que su corazón hablara, ignorando todos los pensamientos irrelevantes.

No podía aceptarlo, no en ese momento, yo creía que él solo trató de poner sus sentimientos en palabras tratando de mostrar el nivel más alto de gratitud basado en lo que había vivido.

-¿Y tú, Merlín?

-Yo...

No sabía que debía responder, ni siquiera era capaz de comprender mis sentimientos en ese momento. Arthur sonrió una vez más y suspiró encogiéndose de hombros.

-Lo sé. No tienes que responder, no es necesario...

La última conversación terminó. Arthur se despidió con una brillante sonrisa. Algo en mi interior me gritaba que debía detenerlo, o por lo menos que debía abrazarlo y besarlo por última vez, ignoré esos sentimientos.

Contemplé el barco en el que mi rey que se dirigía hacia lo más lejano en el mar dorado. Cuando vi eso comencé un monólogo.

"Yo no puedo entender los sentimientos humanos, Arthur tampoco conoce el amor humano, entre ambos hablamos sobre el amor, ¿acaso no hay límite para la ironía? No, ¿más bien no es ese el resultado natural? Un no humano con un muchacho que toda su vida se vio obligado a aparentar no ser uno de ellos, tratando de imitar a los humanos".

-Eso simplemente no podía funcionar. 

KOMOREBI: The light shining through ÁvalonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora