CAPÍTULO 30

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Al final la Guerra del Santo Grial fue librada en favor del Master de Chaldea. El curso de la historia de la humanidad fue restaurado óptimamente. Cada uno de los Servants convocados a la batalla volvimos a nuestras respectivas épocas.

Supe que el rey Gilgamesh intentó en repetidas ocasiones invocar al espíritu heroico de Arthur, sin embargo a pesar de su gran capacidad mágica nunca logró hacerlo. Es casi imposible invocar a un Servant específico, probablemente a medida que más lo deseas las posibilidades se ven reducidas pues la energía mágica es afectada por la ansiedad del Master.

Sin poder tomar entre mis manos el Santo Grial, volví a mi Torre en los confines de Ávalon; como si me encontrara en un bucle infinito, nuevamente me encontré habitando ese lugar.

Hasta ese momento, nunca antes me había preguntado por el sentido de la existencia. Observé melancólico el mágico jardín en donde las flores brotaban y morían sin cesar, el corto tiempo de vida de las flores me pareció similar a la fugaz existencia humana.

La vida de los humanos es demasiado corta, pensé en Arthur, su vida fue más dura que la de los demás hombres y aun así jamás blasfemó, incluso si nunca fue capaz de vivirla realmente.

-¿Mi existencia tiene algún sentido?

En la extensa vida que fui obligado a vivir, jamás me interesaron esas ideas banales, mis pensamientos nunca fueron inundados con ello pero ahora era distinto; después de convivir con tantas personas como lo hice en Babilonia, encontrándome recluido en un lugar fuera del alcance de algún otro ser vivo y ante la impotencia de observar a mi rey peleando una guerra de sufrimiento eterno, era lógico preguntarme si tenía algún derecho a existir.

Arthur, la pequeña luz que coloreó la oscuridad, despertó mi espíritu dormido. Este vínculo de magia, aquel que fui capaz de sentir desde su nacimiento, ha sido guiado por el tiempo en una fantasía que reverbera en el horizonte. Desde el principio de los tiempos estábamos destinados, aparecí en este mundo para conocerlo y su nacimiento fue por el bien de conectarnos en la historia.

En la eterna y congelada soledad de la Torre del Fin del Mundo, yo, Merlín, el Mago de las Flores comencé un triste monólogo.

- Ahora, no importa donde, al igual que las estrellas yo cantaré tu gloria. El único sentido de mi existencia, eres tú Arthur. Hasta antes de tu nacimiento me encontraba viviendo una vida sin rumbo, antes de la historia del rey Arthur Pendragon no existe mi historia, la historia del mago Merlín no tiene ninguna importancia. En lo más profundo de mi corazón siempre lo supe, cómo me devolviste el significado de mi vida cuando pensé que lo estaba perdiendo, cuando creí que no había uno en especial.

"¿Fue esta una reunión un milagro o fue el destino? A pesar de que no hay respuesta quiero creer en este vínculo."

En el jardín de las flores el tiempo no existe, pero en esos momentos, cuando parecía como si se hubiese detenido por completo, en donde cada segundo se sentía como una eternidad insoportable pero paradójicamente era como un abrir y cerrar de ojos, el tiempo que parecía estático comenzó a moverse. En ese momento lo supe, desconocía la razón por la que estaba sucediendo, no sabía si mis palabras lo habían alcanzado o solamente logró después de una lucha eterna tranquilizar su corazón pero por fin esa historia que congeló el tiempo de Arthur, el mío y el de los integrantes de la mesa redonda, quienes también peleaban en algún lugar de la historia, tendría un final.

-¡Qué gran milagro! Con todo lo que ha pasado en el mundo. ¡Y pensar que un final así existiría! La historia se ha calmado ¡él al final de su larga búsqueda ha aceptado su destino! ¡Luego de una agotadora batalla y sin desistir! Él sin duda logró obtener el santo grial, y entonces... ¡Lo negó bajo su propia voluntad!

La única manera de llegar al encuentro con mi Arthur era él, aquel muchacho que pude conocer en Babilonia. Si éste yo no podía salir nunca de la prisión en el paraíso de Ávalon, entonces que lo hiciera mi yo Caster, llevándose con él mi conciencia.

Al final había encontrado algo que desear, algo lo suficientemente fuerte para ser invocado nuevamente, ya fuese que obtuviera el grial o no, al final ese deseo se cumpliría.

"Arthur, deseo para ti un mundo en el que encuentres tu propia felicidad y luches por ella"

El cegador halo de luz se abrió en el cielo ante mis ojos invitándome otra vez a seguirlo, extendí mi mano hacia él.

-Ritsuka Fujimaru, respondo ante ti, Master, pero antes de ello hay un lugar al que debo ir.

KOMOREBI: The light shining through ÁvalonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora