1

61 12 0
                                    

Este sentimiento de libertad es tan agotador, tener que hacerte cargo de ti, de pelear contra tus demonios y ganar la batalla, siempre he amado aquí y desde el momento en el que por cuestiones de estudio abandonaré el lugar donde me forme como persona, aquel lugar que me vio crecer, que me vio caer en el suelo y levantarme poco a poco.

Mi vida ha sido solitaria, a pesar de que el estudio era algo inevitable, siempre me perdía en el campo o en el bosque, esperando ver algo fuera de lo usual, realmente es difícil esperar a que el tiempo haga su trabajo.

A pesar de este desordenado rumbo, tuve un único amor, fue algo increíble para mí, pero me enamoré con toda mi alma, fue de esos amores que te adormecen los sentidos y prenden en llamas todo a tu alrededor. Le di todo, pero su permanencia se desvanecía poco a poco, hasta que solo quedaron cenizas en mis manos.

Nos conocimos en el bachillerato, yo un joven que dedicaba más mi vida a pasar el rato que a dedicarme realmente a algo, las personas incluso le decían a mi madre que era solo un vago y que mi destino sería el más cruel de todos. Realmente creía en eso, pero sin embargo la perfección llego a mi vida cuando conocí a aquella persona que ahora tengo la libertad de decir que odio, por que me hizo ser miserable, me cambió realmente.

¿Pero por qué lo odio?

Sinceramente, al principio todo era una vida dulce a su lado,lo conocí por accidente un día mientras estaba comprando un café, en el lugar donde vivía existían unos lugares llamados cyber cafés y pues técnicamente dejaba mi mesada por estar ahí jugando videojuegos o haciendo versos, que a pesar de tener una postura de ser alguien enojado, simplemente me entretenía saber que podía crear mundos ficticios y que mi sensibilidad se guardara fielmente en ellos. Pero todo pasó en un día de primavera, mientras iba de camino a este lugar al que consideraba mi segundo hogar, lo vi, abajo de un árbol de jacaranda, me encantaban aquellas flores, simplemente al ver a aquel muchacho no sentí nada, pero él me miraba fijamente como desafiándome, simplemente lo mire y trate de que sintiera mi mirada de desprecio, al ver que no apartaba su vista me acerque, a pesar de que me vea como un busca pleitos créanme que no lo soy, era la primera vez que yo hacía tal cosa. Entonces al acercarme, el chico se echo a correr, pero seguidamente me dejé llevar y lo perseguí hasta que lo encontré en un parque cerca del río. Sus ojos que estaban a punto de llorar reflejaban aquel paisaje, a pesar de que mis brazos lo sostuvieran para que no escapará sentía que mis fuerzas se iban y que en cualquier momento lo dejaría ir. Pero él dejo de tratar de escapar. Me miró a los ojos y me dijo algo que me dejo en blanco.

-Me gustas. Me has parecido alguien diferente y siento esto en mi corazón- Su voz temblaba un poco pero todo lo que decía era completamente entendido por mi, solté su mano de la sorpresa y me senté en el césped de aquel lugar. -Sé que soy una molestia y sé que es raro que yo diga algo como eso- baja la mirada y su expresión cambia completamente. -Perdona que diga esto, pero me lo he pensado mucho, me ha costado aceptar que tú me gustas- Sorprendido,me levanté y lo vi de pies a cabeza, era un chico con lentes, de cabello castaño claro con el sol su cabello parecía de un suave color oro, no era tan alto media unos cinco centímetros menos que yo. Me dolía que alguien sufriera, pero no quería mostrarle la fragilidad que guardaba mi aspecto.

-¿Cómo te llamas?- pregunté dejando de lado aquella confesión que me había conmovido el corazón.

-Me llamo Owen- dijo -Owen O'Connel.

-Un gusto, me llamo Nicolás Mitman. Dime Nick- el chico me vio nervioso, sentía raro no poder rechazarlo, usualmente siempre pensaba de que seria genial que me pasaran cosas como pasan en los libros que leía, pero simplemente ahora que ese sueño se cumplía se sentía realmente diferente. -¿Estas libre hoy?- el chico me miraba atónito, me imagino que también esta cumpliendo algún sueño que tenía, en fin no importaba.

-Emm, si- sus ojos definitivamente eran muy bonitos, definitivamente combinaba muy bien el celeste de ellos con aquel lago turquesa.

-¿Quieres ir por un café?- será que esto es una buena idea, realmente su confesión me ha traído algo extraño, como una ola de inocencia, si me lo pienso bien sé que confesarse así no es tan fácil, más con aquel estereotipo que se tiene sobre las relaciones entre hombres. Pero realmente no estoy interesado en prestar atención a eso, simplemente quiero salir un rato, últimamente la soledad me esta consumiendo demasiado, no le hablo a nadie en el instituto, solamente me dedico a buscar lugares para jugar o leer un rato.

-Si- dijo casi sin pensarlo y de esta forma aquel día, me empecé a asesinar lentamente ante él. Siendo un hombre sensible, que no comprendía nada acerca de sus gustos, me enamoré sin querer y a la vez le di el arma para que pudiera acabar conmigo. Le dí mi corazón.

Ahora en cambio, soy una persona que esta estudiando lejos de aquel tormentoso pasado. Gracias a mi afición por los videojuegos decidí volverme un programador y actualmente estoy en segundo año de la universidad, por cuestiones prácticas me mudé a un mini departamento, en esta ciudad, y en mi trabajo de medio tiempo escribo para una editorial con un nombre anónimo, esto me ha ayudado a poder salir adelante con la carrera, y hoy en un día de primavera observo desde aquella ventana de mi casa una jacaranda que me lleva a los recuerdos de mi trágica historia de amor.

-Owen... Dónde estarás.

Etéreo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora