capitulo 20

72.9K 7.2K 744
                                    

【Por favor, si eres un lector "fantasma", lees y disfrutas de la novela, te pido que dejes tu voto -no cuesta nada- , significa mucho para mí y ayuda a que esta historia siga creciendo, gracias♡】

DAMON

Acomodo las manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta, mientras transito las calles deshabitadas del barrio. Aunque cada tanto veo algún auto pasar, es más de media noche y las personas normales están descansando, excepto yo, que debo buscar algún sitio donde escabullirme antes de que alguien note que no me encuentro en mi habitación y notifiquen a la policía.

Pero antes tengo una cosa importante que hacer. Un motivo que me lleva a tomar el rumbo de regreso a donde solía vivir, a lo que podía llamar mi casa, antes de que un sujeto llegara para arruinarnos la vida, a mamá y a mí.

No tengo nada que perder.

Mi madre está muerta. No volverán a recibirme en el centro. Keira se pondrá furiosa conmigo. Liam está recuperándose del accidente que yo le causé. Quizá lo único que está esperándome es una celda en la cárcel y siendo sincero, no me importa.

Estoy a tiempo de llevar a cabo un asunto pendiente... Algo que vengo guardándome desde hace rato. Ya no está mi madre para detenerme, ni soy un niño de quince años que no sabe defenderse.

Atravieso las últimas calles, hasta introducirme en la que me lleva directo al sitio que solía ser mi casa. A medida que me acerco, empiezo a notar lo descuidada que está, la propiedad se ve peor que antes. La casa era de mi abuela, una anciana que apenas recuerdo, porque mamá tenía una pésima relación con ella, así que nunca la veíamos. Teníamos como seis años cuando murió y le dejó la casa a su única hija, mi madre. Del día en que nos mudamos, recuerdo la sensación de seguridad, por fin tendríamos un lugar seguro donde dormir, dejaríamos de pasearnos de un lado a otro buscando un techo. Siempre habíamos sido mamá y yo. Hasta ese tiempo, sus días por lo general eran buenos, aunque los malos aparecían y poco a poco se convirtieron en mayoría, hasta que apareció Killian y prácticamente dejó de haber lugar para los días buenos. Es una mierda, pero los recuerdos que asumo de ella se resumen a verla triste y auto-medicada. Todo la agotaba. Cualquier cosa. Ante algún conflicto o desaparecía, o buscaba la solución más fácil, que por lo general consistía en darle la razón a Killian.

Juro que en cuanto salga por esa puerta, le romperé los huesos.

No hay luces encendidas. El farol de afuera está roto, apenas cuelga de un cable y al aproximarme para espiar, no distingo ninguna luz encendida dentro. Seguro está dormido en el sofá, con cien botellas a su alrededor. Aunque me llama la atención que ni siquiera el televisor está encendido.

Golpeo la puerta un par de veces, no obtengo ningún tipo de respuesta.

Por suerte, conozco este sitio como la palma de mi mano. Sé que la puerta trasera tenía una falla en la cerradura, y estoy seguro de que ninguno se preocupó por arreglarla. A fin de cuentas, no hay nada valioso en esa casa. Muebles viejos, alcohol y alguna droga. Solo eso.

Pienso lo bien que se sentiría atacarlo por la espalda, indefenso, del mismo modo que él lo hacía conmigo.

Doy la vuelta hasta meterme a la parte de atrás y empujo la puerta, hasta que boom, estoy dentro de casa.

Si afuera tiene un aspecto descuidado, por dentro es un desastre.

Sobre la mesa del comedor hay diversas botellas vacías, platos sucios, envoltorios de comida. El viejo sofá está vacío, algunos resortes salidos, almohadones rasgados. La cocina es repulsiva, un putrefacto olor se cuela por mis fosas nasales y tengo que contener las ganas de vomitar.

Dulce castigo [En físico con Editorial Vanadis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora