EPILOGO

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"Asegúrate de estar con alguien que te motive a mejorar en la vida, porque las relaciones son más que solo enamorarse. Se trata de inspirarse mutuamente para convertirse en una mejor versión de ustedes mismos, día tras día".

DAMON

Apoyo las bolsas con mercadería sobre la mesada de la cocina del centro y empiezo a sacar el contenido de ellas, ubicando algunos productos dentro de las alacenas y a otros, los meto en la heladera. Finalmente tomo lo que necesito para preparar dos sándwiches con verduras, después corto en trozos varias frutas sobre una bandeja y relleno dos vasos con refresco de naranja. Tras comprobar que todo esté listo, me dirijo hacia el consultorio y espero cerca, hasta que veo la puerta abrirse, una persona sale y, por último, veo a Keira que parece estar a punto de llamar al siguiente, pero le hago una seña para que no lo haga.

Entonces me aproximo, la tomo con delicadeza de la mano, haciendo que siga mis pasos.

—Lo siento, se las robaré unos minutos —anuncio a la gente que está esperando.

Después de que Keira realizó sus prácticas y obtuvo el título, tuvo la brillante idea de abrir un consultorio a la par del centro, para que la gente de bajos recursos y sin seguro social, pudiera tener atención médica gratis. Desde un principio contó con mi apoyo y ahora intento ayudarla en absolutamente todo lo que puedo.

—Damon, ¿pasó algo? Me estás asustando —dice quitándose con su mano libre las gafas, que las guarda en un bolsillo de su larga chaquetilla blanca.

—No pasó nada. Tranquila —aseguro mientras entramos a la cocina, cierro la puerta detrás de ella y la beso. La rubia no tarda demasiado en reaccionar, incorporándose y sonriendo sobre mis labios cuando me despego.

—¿Qué pasa? —insiste, con un dejo de diversión.

—Nada. Solo quiero ver a mi esposa unos minutos —proporciono un beso corto sobre sus labios. —Y además asegurarme de que comas. ¿Cuántas horas llevas trabajando? —pregunto, aunque sé que probablemente lleve como seis horas atendiendo a gente.

—Eso no importa —murmura—. La gente me necesita.

—Lo sé. Con más razón, deberías tomar descansos más seguido —agrego. Llevo insistiéndole bastante sobre eso. Sin embargo, la rubia tiene demasiada energía y siempre está planeando cosas y preocupándose por los demás. Lo digo todo el tiempo, lo que hace es admirable—. Supongo que mañana te tomarás el día —pronuncio mientras nos sentamos alrededor de la mesa, ella de inmediato le da un bocado al sándwich, denotando que tenía hambre—. Ya anuncié que no iré a la pizzería —agrego. 

Durante el tiempo trabajando, fui ascendiendo hasta obtener el puesto de gerente general, y el último escalón, fue transformarme en socio del dueño. Una mitad de ese negocio nos pertenece, a Keira y a mí.

Porque así es como funcionamos desde que estamos juntos, lo compartimos todo.

—Sí, está bien, me tomaré el día —asegura un tanto a regañadientes y sonrío.

—Genial —digo y no tardo en probar el sándwich que, no es porque lo haya hecho yo, pero está delicioso. Keira continúa comiendo, toma un trago del refresco y chequea la pantalla del celular.

—Damon, ¿no tienes que ir por los niños? 

Maldición.

Cada vez que estoy con Keira olvido los estúpidos horarios.

—Sí, eso estaba a punto de hacer —finjo que lo recordaba y ella se ríe, porque obviamente no me cree una sola palabra—. No te burles de mí, de verdad esta vez no lo olvidé —continúo disimulando.

Dulce castigo [En físico con Editorial Vanadis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora