capitulo 35

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DAMON

Ocupo un asiento en la última fila para no llamar la atención. Aunque hay una gran cantidad de personas y dudo que el tipo sea capaz de distinguir uno por uno los rostros que presencian cada semana sus clases.

Me esfuerzo desde el inicio para tomar apuntes coherentes –dado que mi caligrafía da asco- y, además, comprendo tan solo una mínima parte de todas las explicaciones que está dando. Por esa razón, activo la grabadora del móvil para asegurarme de que pasar toda la mañana aquí dentro sea algo útil y no una pérdida de tiempo.

El solo hecho de haber puesto un pie aquí es absurdo.

Si alguien hubiera dicho que en un futuro estaría ocupando un lugar en este sitio, jamás lo hubiera creído. Es más, ni siquiera tuve oportunidad de imaginarlo porque sencillamente, esta realidad siempre fue incompatible con la mía. Cuando tienes que dejar de estudiar porque si no trabajas y no consigues tu propio dinero morirás de hambre, tu futuro se minimiza a tener que pensar como sobrevivirás cada día, quitándote cualquier oportunidad de hacer grandes planes.

Pero aquí estoy, intentando solucionar las preocupaciones de Keira –que se estresó al darse cuenta de la cantidad de días que perdería de clases- y, por qué no, aliviar una parte la culpa que no tardó en llegar. Desde que la vi inconsciente dentro del auto, supe que parte de la responsabilidad era mía. Claro que yo no le causé el accidente, es más, hubiera dado cualquier cosa para ser el que ocupaba su lugar, pero no tuve forma de impedirlo.

Sin embargo, es imposible censurar la voz en mi cabeza que dicta "lo hiciste tú".

A Keira no le correspondía pasar por todo eso, no lo merecía. Se pasó todos estos meses buscando maneras de ayudarme y se llevó la peor parte. Es tan injusto que cada vez que lo pienso, tengo ganas de revivir a Jonathan para volver a destrozarlo con mis propias manos.

Ahora puedo entender lo mucho que se esforzaba mientras yo desconfiaba de sus intenciones. Tomar clases desde muy temprano en la mañana, estudiar, lidiar con una familia que se esforzaba por hacerla sentir que no valía nada y luego, dirigirse al centro para ocupar parte de su tiempo con un idiota al que le llevó mil años valorar lo que tenía enfrente. Cualquiera en su lugar se hubiera rendido a los veinte minutos.

Desconozco que va a pasar en el próximo tiempo. Solo sé que no quiero ser el imbécil que destroce sus sueños.

♡♡♡♡♡♡

Al regresar al hospital, tomo el pasillo que conecta a la habitación de Keira y al encontrarme con la puerta cerrada, toco un par de veces hasta que finalmente escucho su voz murmurando que puedo pasar.

—Damon —dice en un tono animado, mientras se incorpora con esfuerzo para saludar. 

Apenas pasaron dos días del accidente; aún está bajo todos los cuidados, el cuerpo le sigue doliendo y a mí el estómago me da vueltas cuando distingo las magulladuras marcando su rostro. La recuperación es cuestión de tiempo, pero es cierto que este recuerdo me dolerá de por vida, cada vez que regrese a él.

Más allá, reconozco a su tío sentado en un extremo de la habitación, que de inmediato me pone la vista encima, recalcando que está vigilando. No obstante, eso no evita que me acerque a Keira para dejarle un beso en la mejilla.

—¿Cómo está mi chica favorita? —pregunto haciéndola sonreír de inmediato.

—¿Tú chica favorita? —frunce apenas el ceño, ladeando la cabeza—. ¿Eso significa que tienes más? —cuestiona con aires de diversión.

—Maldición. Lo descubriste —respondo siguiéndole el juego y ella pone los ojos en blanco.

—Tonto.

Dulce castigo [En físico con Editorial Vanadis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora