capitulo 9

81.2K 5.6K 1.1K
                                    

KEIRA

Damon me observa con una expresión similar a la de un cachorro arrepentido, pidiendo con la mirada que le permita entrar a casa. Sorprendida, que tengo mucho para reprochar. Es injusto que me engañe para huir y luego regrese esperando que lo perdone. Tal vez debería dejarlo afuera, aunque no podría ser tan cruel, mucho menos cuando está poniéndome esa cara. Dejo el celular sobre la cama, enciendo la luz y abro la ventana de par en par.

—No hagas ruido —mascullo, extendiendo una mano para ayudarlo.

Damon acepta el gesto y se sostiene, tratando de mantener el equilibrio mientras ingresa. Percibo su piel fría apenas nuestras palmas encajan; incluso noto que está tiritando.

—¿Estás bien? —echo un vistazo, mientras se estabiliza dentro de la habitación y luego le doy la espalda para cerrar la ventana.

—Digamos que tuve días mejores, pero no me puedo quejar —se encoge de hombros.

Es evidente que intenta bromear, pero el enfado que siento no me permite reír.

—Para ser sincera, hay días en los que pareces inteligente, pero otros pareces el chico más estúpido. ¿Eres consciente del peligro que corriste al salir del hospital sin alta médica? —cuestiono dispuesta a no callarme nada, en voz baja.

No olvido que estamos conversando de madrugada dentro de una casa donde todos están durmiendo.

—Estoy bien. Acabo de colarme por tu ventana, rubia. ¿Has visto lo alto que es? — murmura restándole importante. Al mismo tiempo, se desprende la chaqueta y se la quita, quedando en una camiseta manga corta—. Hace calor aquí —suelta la prenda que cae al piso.

Me saca de quicio que sea tan descuidado.

—Damon, estoy hablando en serio —reclamo—. Y no me llames rubia, tengo nombre.

—De acuerdo, Keira —pronuncia con énfasis—. Me fui del hospital porque es una mierda ¿sí? Mi amigo se está muriendo y no quiero quedarme a ver cómo pasa —explica sentándose en la cama—. ¿Puedo pasar aquí la noche?

Me invade una oleada de alivio tras oír a Damon sincero. Han sido pocas palabras, pero expreso la forma en que se siente y eso significa que estoy ganando su confianza, aunque sea a pasos pequeños, lo estoy consiguiendo.

—Claro que puedes —digo bajando la guardia, el enfado empieza a desvanecerse. Pongo una pequeña sonrisa tranquilizadora y tomo asiento a su lado, sobre el colchón—. Liam no se va a morir, ¿sabes?

Damon mira incrédulo y con desesperanza, como si no le quedara nadie en quien confiar, nada en que creer.

—Se veía muy mal, estaba conectado a un montón de máquinas —dice y entiendo que esa imagen espantosa lo asustó. Cualquiera se asustaría en su lugar.

—Eso no significa que va a morir. En algunas situaciones se necesita de un poco de ayuda extra, por eso las maquinas —trato de explicar—. Es probable que mañana tengamos buenas noticias —me mantengo positiva, aunque sea difícil quitarle a Damon sus convicciones.

—Ojalá tengas razón.

—Por lo general, suelo tenerla. — intento sonar divertida para restar tensión.

—Eso es porque no te cansas de insistir y no te rindes nunca.

—Puede ser. Cuando algo me importa, no me rindo —admito.

Ojalá pueda darse cuenta que estoy hablando de él. Damon me importa.

Por un momento ninguno dice nada. Nos quedamos en silencio mirando la pared. El hecho de estar juntos en mi habitación se está convirtiendo en una clase de costumbre y me agrada.

Dulce castigo [En físico con Editorial Vanadis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora