Parte 1 Capítulo 3

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Ya llevo tres días aquí, ya es miércoles. Ya decidí con quien llevarme, entre clases estoy con Zayra, a veces platicamos, pero no hago nada, ella trabaja, y claramente yo no la incito a que dejé de trabajar, y ella no me obliga a hacerlo, me ve escuchando música, pero no me dice nada, ella al acabar de trabajar platica conmigo, me ha contado que le gustan los chocolates, el color morado, le gusta divertirse, platicar, pero también le gusta un poco el rock y un grupo de rap que está muy de moda Santa Grifa y a decir verdad a mí no me late mucho ese grupo, escucho dos que tres canciones de ellos, pero le tiro más a Escuadrón Familia, Ñengo el Quetzal, Zimple, Ppkachorro y un poco de banda, prosiguiendo con ella también le gustan otros tipos de música, Andy Biersack por ejemplo (Siendo sincero no lo conozco) pero imagino que será como pop o algo así.

Aquella mañana estaba todo tranquilo, cuando vi llegar a ese par de bobos. –Genial, ya llegaron a cargar pila otra vez. –Pensé, comenzamos a platicar cuando me dijeron

-Ay güero.

- ¿Cuál güero? Esta más moreno que el frijol.

-Ya le bajaste la Zayra al Lazcano, eso es todo valedor, aunque posiblemente va a quererte partir la cara, morro.

-No digas Rendón, somos solo amigos. Además, ese güey tiene a Miroslava, la más linda del salón.

Miroslava era su apellido, su nombre era Alice Miroslava Garrido, era una chava de 1.60 aproximadamente, pelo rubio con un poco de castaño, ligeramente curvado, nariz fina, ojos color miel. Una hermosura indescriptible, una perforación en la fosa derecha de la nariz, tenía una pieza de aro.

-Ella será la más linda, pero no la más tierna.

-Si güey, al chile esta Zayra está de aquellas, papá. –Complemento Sánchez. –Esta guaperrima y se ve muy inocente. Si me la trago.

-Bájale a tu desma. –Advertí.

- ¿No que no güey? No que solamente era tu amiga. –Me respondió Daniel.

-Si güey, si son amigos ¿Por qué te enojas? No sea payaso. –Me respondió Mauricio

Solté una pequeña risa, como si tratara de decirles que lo que se ve no se pregunta pero no se estuvimos cotorreando durante un buen rato, nos reíamos, nos burlábamos de nosotros mismos, fue un rato bastante agradable, hasta que Lazcano apareció, venía con sus dos bufones; al principio se me hizo muy raro puesto que él se sentaba en mi columna, pero en la fila contraria. Ya que yo me era el último de la fila de la puerta, y Lennin el último de la fila de lado del escritorio de nuestros maestros. Ya era la tercera hora nos tocaba con la maestra de matemáticas, rara vez decía algo pues nos medio explicaba, dejaba trabajo y se entretenía en el celular o se ponía a platicar con los más barberos. Total, los vi acercarse, tal parecer Zayra y mis dos camaradas lo notaron, me di cuenta porque los dos se hicieron hacía un lado, dándole paso a ellos, además ella se alertó, se quitó ambos auriculares, volteó a vernos con unos ojos de miedo y terror a lo que sucedería.

- ¿Qué pedo nuevo? –Me saludó con una voz seria, como si tratase de intimidarme, así que le respondí de la misma manera.

- ¿Qué quieres aquí?

-Mira güey, seré breve; te he visto muy cercano a ella, y te aclaro; ella es mía. Así que mídete. –Trataba de intimidarme, pero no lo logró con esa primera frase.

Volteé a ver a Zayra, estaba paralizada, tiesa. Parecía que le apuntaban con un arma.

-Zay, ¿Es tu novio o algo así?

Me respondió moviendo la cabeza de lado a lado diciendo que no. Pero no entendía porque ella le temía a él.

-Ya te dije.

-Mira güey. A mí no me das miedo y si no son nada no me vengas a joder ni a nadie de nosotros. A mí me vale pura caña si eres el tercer mejor peleador de esta escuela. No me vas a intimidar, así es que haznos un favor y ábrete de esta vaina güey, aquí ni tu ni ninguno de tus cachorros son bienvenidos. -Lo miraba fijamente retándolo esperando que cantará el tiro. Aunque solo me respondió:

-Fíjate cómo me hablas imbécil. Que estoy seguro que tú me haces los mandados como el resto de este salón. –Parecía echar lumbre, creía que faltaba poco para que se soltaran las manos y se ataran las bocas.

-Cala y verás perro. Para chingón hay chingón y medio. –Seguía provocándolo solo para romperle esa cara que ya me estaba llegando al tope.

-Ya dije lo que tenía que decir.

- ¿Y si no lo hago qué? –Volví a quererlo retar, pero después de decirle eso se retiró, no respondió nada, ahí me di cuenta que más que saber rifársela primero trataba de intimidar para evitar peleas, y esa era buena estrategia, pero conmigo se la tuvo que guardar porque vio que no me pudo dobletear, en ese preciso momento vi que de cierto modo le tenía miedo a las peleas, o era más razonante, aunque la segunda era casi imposible. Porque no se veía que fuera muy inteligente por las calificaciones que me decían que llevaba, y astucia, no le vi mucha a la hora de intentar impresionar.

Al pasar aquel momento, una parte del salón me miraba mientras que Zayra la cara le cambio, de intimidada pasó a asombrada. Mauricio y Rendón me idolatraban al mismo tiempo que se burlaban de lo que me atreví a hacer.

-No mames ojos que le echabas güey, como si fueras un ave cazadora, mi perra no se le rajaba. –Decía Sánchez.

-Sí, ojos de Gavilán pollero. –Completo Daniel.

-Cálmate tú pollero. –Le respondí a Daniel mientras me moría de la risa.

-A hueso Mau, así hay que decirle. –Me señaló mientras movía la cabeza de arriba abajo en señal de aceptación, aunque el tono en que lo dijo fue un poco confuso, porque estaba como entre aprobación, de respeto y con un poco de sarcasmo.

- ¿Cómo? Pollero. –Preguntó sacado de onda.

-No te la juegues bro. Gavilán güey, el Gavilán Hernández perro.

-Arre, ahora eres el Gavi Hernández. –Lo dijo como si dijese. Te ganaste mis respetos hermano.

La neta, no le dije nada, porque ese apodo me gustó mucho más que mi propio nombre, ya estaba cansado de esas bromas de. Den Denle eso al perro. O la de Diner, que se traducía a veces como cena en inglés o como dinero dependiendo quien me lo dijese.

Duramos buen rato en la plática hasta que la maestra de matemáticas, Marlenne nos dijo que le bajáramos a nuestro desmadre y pues Ellos se fueron a sus lugares dejándome con Zayra a solas. Volteé a verla, estaba pasmada, se notaba que pensaba mucho en algo, se notaba muy preocupada y se me ocurrió preguntar el por qué. Ella me volteó a ver, en su cara de veía claramente la respuesta, y posteriormente lo afirmó.

- ¿Por qué estoy así? ¿En verdad quieres saber? Pues estoy así porque una persona a la que le comencé a agarrar cariño se metió en broncas con una persona que no debía. ¿Quieres saber quién fue ese gran estúpido? Pues tú, tú eres el único imbécil que se le pone a alguien que es de conectes pesados. – Su cara se veía muy angustiada, y al decir eso parecía que había soltado parte de una carga que llevaba durante un buen tiempo.

-Mira Zay, tú apenas me conociste, y no digo que no sabes nada de mí, o que no te tenga confianza, pero no conoces muchas cosas de mí, y al igual que él yo también tengo mis muertitos.

- ¿Dime que cosas? Así sabré como eres y si tienes el poder para enfrentarte a Lazcano.

-Todo a su tiempo Te vas a espantar y te vas a alejar de mí.

- ¿Sabes qué? Mejor hablamos a la salida, ahorita no estoy de humor como para discutir, además no estamos en el lugar adecuado.

Diario de un cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora