Capítulo 5

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Me encontraba sentada en mi cama leyendo los libros que me había regalado la maestra hace ya unos meses, recuerdo que el día de mi graduación de la secundaria, ella lucía muy feliz de mí, aún más que mi madre, y de mi padre ni se diga, él ni siquiera había asistido.
Pronto comenzaría la preparatoria, la cual era muy grande, en está preparatoria también obtuve una beca completa, después de todo la maestra Johson tenia razón.

Mi vista estaba clavada en el libro de Eliza Wass titulado; En el bosque.
Me parecía muy misterioso, el género literario que más llamaba mi atención.

—¡Olga! ¡Dónde Estas! ¡Perra!.

Mi padre grito muy fuerte, asomé mi cabeza apenas un centímetro de la cortina, él estaba borracho, en estos últimos días siempre llegaba en el mismo estado, siempre tambaleándose y azotando cosas.

—Aaron, ya..ya voy.

Él camino de manera torpe y la tomo por los cabellos derribándola al suelo.

Se río muy fuerte.

—Así me gusta, qué estés a mis pies.
Habló de manera rápida por los efectos del alcohol en él.

—Qui..quieres comer.
Mi madre lo miró desde el suelo.

—Sí y más te vale que te des prisa.

Mi madre se levantó del piso y camino hacía la cocina, yo levanté todos mis libros y los escondí en mi mochila.
La cortina de mi habitación se alzó y apareció mi padre.

—¿Que haces? ¿Porque no estás ayudando a tu madre?.

Soló asentí y camine hacia la salida, mi padre entro a mi habitación, y pronto recordé que en mi cama estaba el libro.
Quería girar y esconderlo pero ya era demasiado tarde.

—¡Un libro!. ¿Es eso lo qué haces? ¡leer un tonto libro!. Mi padre salio del cuarto, antes de que yo llegara a la cocina, lo mire asustada, él levantó el libro a la altura de sus ojos marrones y con sus dos manos lo rompió por la mitad, para después tirarlo al suelo.

—¡No!.
Corrí y me arrodillé para recoger las paginas rotas, pero una fuerte patada me hizo caer hacia atrás sobre mi espalda.

—¿No?.¡Te atreves a llevarme la contraria! ¡En esta casa solo yo tengo la razón! ¿Qué tan difícil es para tí entender que aquí tú no eres nadie?.

Mi padre camino hacía mí y me recogió por mis cabellos, todas sus palabras eran tan rápidas como hirientes, su aliento a alcohol colándose por mis fosas nasales.

—¡Eres una inútil como tu madre!.

Volvió a tirar mi cuerpo al piso, y más patadas aterrizaron en mis costillas, causando gritos, en un intento vano de salida, me levanté del piso y corrí, salí de la casa pero a unos cuántos pasos de la libertad, él me atrapó por la cintura y me jaló para volver a entrar, grité pidiendo auxilio estaba segura que mi voz hacia eco en el vecindario, rogaba por ayuda a cualquiera.
Él volvió a golpearme una y otra vez, la sangre abandonaba mi cuerpo al ser expulsada por mi boca.
Entonces comprendí que nadie vendría a mi rescate, ni siquiera los vecinos, en estos 15 años de mi vida, nunca nos habían ayudado, a pesar de que sabían como era mi padre, sabían que nos golpeaba. ¿Y trataron de ayudarnos?.
No, nunca, éramos unos niños siendo maltratados y no sabíamos como escapar, es tan horrible que las personas finjan y nieguen su ayuda, como no apoyan al semejante. Yo imploraba ayuda.
Como ocurria en las caricaturas cuando alguien se encuentra en peligro, alguien lo ayuda. Yo quería mí héroe al rescate.

Más golpes, mi vista se nublaba por completo, ¿era mi final? .
Dicen que cuando estás al filo de la muerte, los hechos que marcan tu vida pasan frente a tí, como si de una película se tratase, tal vez yo estaba al filo de la muerte, porque cerré mis ojos y escenas de los momentos con mis hermanos se repetían, momentos de risas con Roxana, los abrazos de la maestra Johson, él beso con Mark y por último Deán. Recordé ése día en que mi padre lo golpeó y cure sus heridas, recordé sus palabras.

Mis verdaderos colores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora