Capítulo 3

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—¡Lárgate ahora mismo! ¡No te quiero volver a ver!

La voz impotente de mi padre me hizo temblar, esa voz tan fría que usaba cuándo estaba demasiado molesto,  estaba justo en la puerta de mi casa, aquella vieja puerta de madera, no sabía como actuar si debería entrar o esperar, ¿qué hago?.
Esa pregunta se repetía en mi cabeza, y cuándo me arme de valor para abrir, está se abrió estruendosamente por si sola.

—¡Vete! ¡Eres un inútil!
Mi padre llevaba del cuello de su camisa a Deán, su cara aún seguía golpeada, las hematomas presentes, al igual que golpes recientes.

Mi padre lanzó a Deán a la calle, su cuerpo pasando aún lado de mí y aterrizando en el duro asfalto de la calle, el ruido de su cuerpo al caer hizo que pegara un grito de horror.

—¡Vaya! hasta que por fin te dignas  aparecer.
Mi padre exclamó a gritos haciendo que mi vista regresara de Deán a él.

—¡Olga!, ¡sirve  de comer ahora!.
Mi padre entro a la casa llamando a mi madre, ella no había aparecido en la puerta,  soló se escuchaban sus sollozos, pero al entrar mi padre y cerrar la puerta cesaron.

—¡Deán!.  Dije su nombre al tiempo que sus ojos comenzaban a cerrarse.

—Ki..Kim.  Tosió sangre al decir mi nombre.

—¿Qué pasó? ¿Qué hago Deán?.  Lágrimas empezaron a correr por mi cara, empapando el rostro apenas visible de Deán.

—Kim.  Mire hacía la puerta donde se encontraba mi madre de pié, sus ojos rojos por tanto llorar.

—Mamá necesitamos llevarlo a un doctor, Deán esta sangrando, ¡está tosiendo sangre!.
Mi vista seguía en Deán, quién con dificultad apenas respiraba.

—Yo..yo no puedo ir, tendrás que llevarlo tú, yo voy a entretener a tú padre par...

—¿De qué hablas mamá? ¡Deán puede morir!. Mi voz desgarrándose ante la idea.

—¡Olga! ¿Dónde diablos te metiste?
La voz de mi padre hizo qué mi madre se diera media vuelta para entrar.

—Toma Kim, llevalo y en cuánto lo atiendan te regresas a la casa.
Mi madre me tendió unos billetes.
Sabía que ese dinero era la ganancia de las ropas ajenas que lavaba y planchaba, ya que mi padre con el gasto que la entregaba no rendía para nada.

—¿Y Deán?.   Tomé el dinero con manos temblorosas.

—Él... Él no puede regresar nunca.
Antes de preguntar,bella entró y cerro la puerta  dejándome a mí en la calle con el cuerpo masacrado de Deán.

—Deán, hermano por favor levántate, tenemos que ir a un doctor.
Me incliné e hice el esfuerzo de levantar su cuerpo.
—Por favor Deán no podre si tú no me ayudas, tenemos que ir al doctor, vamos apoyate en mí.

—Doc..doctor no.
Susurro, una fina línea de sangre escurriendo por su rostro.

—¿Entonces dónde Deán?.  Las lágrimas seguían ahí, empañando  mi vista.

—A la ca..calle  47 en la puerta amarilla.   Deán empezaba a cerrar sus ojos.

—No cierres tus ojos, te llevaré pero por favor Deán has el intento de levantarte.

Deán movió  su cabeza en un asentimiento, enrollo su mano derecha en su estómago y estiro la izquierda hacía mí.

—¡Ahhhhh!¡Argg! — Grito—su grito resonando en la calle, algunos pájaros volaron de sus árboles, sin algunas hojas debido al otoño.
Pero ni con su grito desgarrador mi madre se atrevió a salir para ayudar.

Mis verdaderos colores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora