16.

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—Ella no está en casa, Shinwon.Lo siento.

El rostro de Hiroki Nakamoto es muy parecido al de su hija.Tiene la misma mirada suave y ligeramente melancólica, al igual que el formato redondo de los labios.Sus rasgos japoneses le dan un aire refinado.La edad había traído consigo varias arrugas y manchas en su piel, pero seguía siendo una mujer muy elegante la que me miraba a través de un par de lentes con encuadre color vino.Y está pronunciando exactamente lo que me figuré que diría minutos atrás cuando me quedé mirando la implacable puerta con las piernas temblorosas, indeciso sobre si tocar o no el timbre de la pequeña residencia color durazno.

Sin embargo, mis ojos son incapaces de no deslizarse hacia la habitación de Yuri.Claramente vi como las luces se apagaron segundos después de que se abriera la puerta, lo cual claramente me señala otra cosa muy diferente a la que la amable y apenada mujer frente a mí me dice.

—Señora...—Mido mis siguientes palabras con cuidado, ya que no quiero llamarla mentirosa ni nada parecido cuando sé que está tan incómoda con la situación como yo—Sólo quiero entregarle un trabajo.El profesor se lo envía.Dijo que Yuri no contestaba sus mails y estaba preocupado por el vencimiento de la fecha de entrega.

Ella me mira con algo de indecisión y una pizca de sorpresa cuando le extiendo el papel.En cuanto lo toma, una pequeña sonrisa triste se pinta en sus labios y el conocimiento tiñe sus astutos ojos.

—Así que sólo es eso, ¿no?—Dice, perspicaz.

Inspiro profundamente, metiendo las manos en mis bolsillos.

—¿Podría...?

El pequeño asomo de sonrisa en sus labios se esfuma.

—No, lo siento mucho, Shinwon.—Me interrumpe, mirándome directamente a los ojos para dejarme saber que está siendo firme y no hostil—Sabes que no puedo dejarte pasar.Mi deber es cuidar de la salud mental y emocional de mi hija en estos momentos.

Bajo la mirada momentáneamente hacia mis tenis llenos de barro, golpeando ligeramente la punta de ellos contra el piso de madera del porche.

—Ahora no, cielo.—Su voz alcanza mis oídos, adquiriendo ésta vez un tono más compasivo e incluso maternal—No es el momento.Todo es muy reciente.

Cierro mis ojos y vuelvo a abrirlos antes de alzar mi mirada de regreso hacia ella.

—Comprendo...—Murmuro.Y aunque quisiera seguir presionando e incluso lanzarme al interior de la casa, sabiendo perfectamente que ella estará allí, respeto a una madre preocupada cuando la veo—Al menos...—Bajo la voz—¿Podría decirme cómo está?

La mujer que aprendí a ver como una segunda madre se me queda mirando, analizándome con profundidad.Probablemente está intentando descifrar si mis intenciones al venir aquí y hacer ésta clase de preguntas son honestas.

Al final, no sé exactamente qué es lo que ve en mi expresión, pero acaba suspirando.

—Ella...estará bien.—Pronuncia, no sin antes expresar cierta dificultad para dar con las palabras correctas—Mi hija es fuerte como una roca, pero ha pasado por mucho.Por eso no estoy dispuesta a que nadie la lastime más.—Me da una mirada significativa.

—Yo nunca lo haría.—Le juro.

—A veces no son las intenciones las que cuentan.—Sus ojos oscuros me atraviesan—Pero los hechos son hechos.Y así como las palabras, no pueden deshacerse.

No tengo idea de cuánto sabe la mujer frente a mí, pero no puedo evitar sentirme tocado.Las palabras que le dije a Yuri la última vez que hablamos no dejan de resonar en mi mente...y sumando dos más dos, sé perfectamente que ella se refiere a ese evento en particular.

What they say about her » ShinwonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora