Capítulo 6

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Al ver que nadie pronuncia una sola palabra y no dan respuesta a su pregunta, Darién se desespera y sale de la habitación corriendo a toda velocidad, con un solo pensamiento en su cabeza...

<<¡Dios...! qué no les haya pasado nada >>

<<¡Qué estén bien por favor, los gitanos >>

Recorre los pasillos sin prestar atención a nadie a su alrededor, ni siquiera escucha los gritos de sus hermanos:

--¡DARIÉN, ESPERA! ¡ESCUCHANOS......!

Dante trata de seguirle el paso a Darién, pero él le lleva la delantera. Entonces como último recurso al ver que Darién se va acercando a la puerta de entrada, les dice a los guardias. – ¡Atrápenlo, no permitan que salga...! -Los gritos de Dante resuenan en todos los pasillos del castillo.

Los cuatro guardias que vigilan la entrada, le impiden el paso acorralándolo en un círculo de hombres bien fornidos y armados, dispuestos a no dejarlo cruzar el umbral de la puerta. Darién sin más preámbulo se desliza en el piso y les pega a dos de ellos fuertemente en las pantorrillas, haciendo que estos pierdan el equilibrio y caigan. Ya en el suelo les administra con su codo golpes directos en sus rostros que los noquean inmediatamente. Los otros dos guardias que quedan tratan de someterlo agarrándolo de los brazos. Darién dispuesto a no dejar que nadie le impida el paso, lanza un golpe a los aires con sus piernas logrando golpear a uno de ellos. A los segundos de descuido del cuarto guardia, Darién se suelta y le da un puñetazo en el vientre que lo deja sin aire, logrando así liberarse y salir corriendo en busca de respuestas.

Corre sin desmayar por el bosque. Se nota la desesperación en su rostro por las gotas de sudor que recorren todo su cuerpo. Se puede escuchar el ritmo de su corazón acelerado por el temor de que algo malo ha pasado.

No sabe bien lo que ha pasado, pero su instinto le indica que algo terrible ha ocurrido con sus amigos, los gitanos.

Puede notar en su camino como el bosque está en silencio, no puede escuchar ni el sonido de las aves, ni el roce del viento al tocar las ramas de los árboles. Es un mal presagio para él, pero continua la marcha al ver que se está acercando al lugar en donde los gitanos se hospedan todos los años.

Su marcha apresurada se frena al llegar a donde se encontraban las caravanas de los gitanos. Su rostro denota preocupación al ver las carretas destrozadas y quemadas, en el camino solo encuentra cenizas en lo que antes era un lugar misterioso y colorido.

Conforme va avanzando puede ver que el suelo antes verde y lleno de vida, ahora es negro por el fuego que ha consumido todo a su paso. Darién empieza a caminar lentamente, porque siente que sus piernas tiemblan por la horrible escena que contemplan sus ojos. Conforme avanza empieza a buscar sobrevivientes o signos de vida de alguien, pero nadie responde a sus gritos.

---¡HAY ALGUIEN POR AQUÍ!
ALGUIEN NECESITA AYUDA.
¡POR FAVOR RESPONDAN!
¡SOY DARIÉN! ¡SOY SU AMIGO!

Con estas últimas palabras se puede escuchar como la voz de Darién se va quebrando de la angustia y desesperación. Le llega inmediatamente un pensamiento...

<<La familia de Zita>> <<Estarán bien>> <<Necesitan mi ayuda>>

A pesar que sus piernas no le responden totalmente, avanza hacia el lugar en donde se ubica las carpas de la familia de Zita.

Mientras avanza sus pensamientos van hacia donde Zita...

<<No puedo volver a fallarle a Zita>> << Esta vez ni yo mismo, me lo perdonaré >>

Al llegar vuelve a ver la misma escena anterior, todo barrido por el fuego y solo quedan cenizas. A pesar de la escena respira más aliviado, pensando que quizás estén a salvos en otro lugar. Piensa que quizás hubo un incendio por algún accidente, por eso no pudieron llevarse nada, saliendo a toda a prisa para salvar sus vidas.

La Maldición de la Luna de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora