Prólogo

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Moldavia, 1489

El Conde Darcus de Lazar regente de esos territorios, había invitado a toda la nobleza, allegados, guerreros y generales a su cuadragésimo cumpleaños. Como cada año el Conde se esmeraba en dar las más grandes y espectaculares fiestas.

Entre sus invitados para animar la fiesta se encontraban los juglares, los trovadores, los bufones y en especial a los gitanos. Al Conde le fascinaba el misterio que envolvía la vida de los gitanos, sus presentaciones eran las más novedosas, todos quedaban deslumbrados cuando ellos intervenían.

El Conde Darcus por sus servicios prestados dejaba a los gitanos quedarse en el pueblo una temporada y así divertir a sus demás súbditos. Él era conocido como un gobernante que velaba por el bienestar de su pueblo y cuidaba que todos estuvieran seguros dentro de su territorio.

Esa noche el Conde aprovechó su cumpleaños para presentar a todos sus hijos a la sociedad Noble desde el mayor al menor.

Empezó con Dante su primogénito quien fue alabado por su astucia.

Su segunda hija Daria fue adulada por su belleza.

Los gemelos Demian y Darién quienes fueron elogiados por su ímpetu.

Y la pequeña Davinia que fue ensalzada por su inocencia e ingenuidad.

El Conde se sentía orgulloso por su prole y junto a él se encontraba su amada esposa Laureana. Todos juntos dieron la bienvenida a los presentes al banquete.

Se escuchaban los aplausos y comentarios...

---Sus hijos serán grandes guerreros y gobernantes como su padre –-afirman los Nobles.

---Serán osados y valientes en batalla como el Conde –-indican los generales.

---Serán justos y protectores con su pueblo –-declaran los súbditos y sirvientes.

El festejo empieza con la participación de los gitanos. Ellos ingresan dando saltos de un lado a otro con sus vestimentas coloridas, danzando al compás de sus instrumentos musicales.

Se quedan en silencio por un momento y solo se escucha el sonido de la flauta, en medio del salón se observa a una joven danzando, moviendo su cuerpo en forma elegante y provocativa, poco a poco empiezan a sonar los demás instrumentos acompañando el movimiento de sus caderas, cintura y brazos. Ella toma su pandereta y la golpea en su muslo siguiendo la armonía de la música.

Los presentes quedan fascinados por la coordinación del baile. En el trono se observa a Dante mirando fijamente a la joven no solo por el inusual baile, sino también por su bella figura, el color negro de su cabello hace una combinación perfecta a su piel aceitunada, sus ojos cafés oscuros lo tenían hipnotizado y la hacían ver más deseable.

Al terminar el baile todos aplaudieron la perfecta participación de los gitanos. Pero como siempre entre los Nobles existe alguien que quiere más de lo que puede obtener.

---¿Cuánto tengo que pagar para poseer a la joven bailarina? El precio no es problema –- pregunta el invitado.

---Hasta cuándo tengo que decirle Barón Troy que los gitanos no son posesiones que se venden, ni se regalan, en mi territorio todos tienen la libertad de decidir –-le contesta el Conde Darcus con enfado.

-Pero Conde, usted les permite entrar a sus tierras, a que trabajen libremente, ¿No cree que deben pagar? Y la mejor forma es disfrutar de sus mujeres –le indica el Barón Troy al Conde, que desde el trono se veía como la vena de su frente se hinchaba de rabia y molestia por las palabras del Barón.

---Acaso no sabe que ellos no se rigen por leyes humanas, me dará lástima el pobre hombre que tome algo de los gitanos sin su permiso –-argumenta el Conde con un tono de voz muy alto.

La Maldición de la Luna de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora