《Tacto》

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Eran las 2:00 p.m. y todo era perfecto, cada cosa en su lugar, su plan era genial y él era genial.

Todo marchaba bien solo falta el jugoso trasero de América en este lugar, Tony se había escabullido al dormitorio de Steve preparando todo para la gran velada, jamás se había sentido tan emocionado en su vida con los nervios a flor de piel, cosquilleos alrededor de todo su cuerpo le hacían dar pequeños saltitos de emoción al ver que todo estaba listo, hizo que la luz en el cuarto fuera tenue ya que tenía planeado despertar otro sentido que no fuera la vista de su capitán, quería que todo fuera perfecto, que lo disfrutara y conociera lo que es ser amado.

Tony había conseguido unos cuantos objetos para estimulación sexual, como los famosos lubricantes a base de aceite donde tenía un presentimiento de que tendría que usar demasiados esta noche para poder disfrutar lentamente de cada momento, así se tendría que tardar un mes en cama así seria, tampoco quería exagerar en la parte de los artefactos por lo que consiguió los más básicos que por el momento usaría en su rubio, el resto lo dejaría para la próxima sesión.
 
Estaba realmente cansado de ocultarlo todo el tiempo, había anhelado este momento sufriendo en silencio, le necesitaba tan desesperadamente deseaba que por el contrario sintiera lo mismo, esta noche se confesaría de la mejor manera que sabe hacer, ya que las palabras nunca fueron su fuerte solo le quedaba demostrarlo con hechos y estaba muy ansioso por hacerlo.

Tenía todo listo, había convertido ese cuarto en una pequeña caja de sorpresas y para su deleite el conocía cada una de sus propias trampas, horas antes había estado tan nervioso que cuando se metió en la ducha duro más de lo planeado ya que no dejaba de enjuagar cada rincón de su cuerpo, quería estar limpio para él, quería ser digno de él.

Tenía puesto uno de sus mejores trajes para la ocasión, un pantalón de vestir negro, unos elegantes zapatos oscuros que deslumbraban con la ahora luz de la recamara, una camisa de vestir color vino, toda su ropa era realmente ajustada moldeando cada rastro de su cuerpo.

Este se miraba al espejo mil veces, se impregnaba una y otra vez de más y más perfume, acomodaba su cabello de una forma impecable que le hacía verse tan bien.

-Bien hecho Stark luces grandioso... oh gracias lo sé soy asombroso, ahora Jarvis recuerda grabarlo…todo- se mordía sus perfectos y humectados labios ante los nervios que se hacían presentes.

-Señor, el Capitán Rogers viene en camino- como si de un resorte se tratara empezó a removerse más nervioso de lo que ya estaba, sintió su corazón desfallecer y sus pensamientos hechos un lío, por un momento quiso abandonarlo todo pero se detuvo, dio un gran bocado de aire y espero.

-Jarvis, las luces ¡ahora! - de pronto la oscuridad reino en la habitación, los enormes ventanales fueron cerrados cubriendo la recamara de la luz del exterior, este se desactivaría por la mañana por lo que no habría problema, trato de encontrar una posición que le brindara seguridad a la hora de estar frente al amor de su vida, pero le era muy difícil, recorría una y otra vez la habitación para imitar múltiples enfoques de la típica escena de espera en medio de la oscuridad, a lo último opto por quedarse firme como un soldado cerca de los ventanales, pero recordó que todavía tenía que acomodar una última cosa, corrió rápidamente a la pequeña mesita a un lado de la cama dejo una bandeja de hielo con botellas de champagne sobre ellas, agarro una copa mientras vertía los pequeños cubos helados en el recipiente y meneaba su contenido para dejarlo nuevamente por encima de la cubierta.

Dio un vistazo a su aparato digital para ver las cámaras de la torre y revisar que tan cerca estaba de llegar, a lo que se sorprendió ya que estaba a escasos minutos de cruzar esa puerta.

Tiro el pequeño artefacto en algún rincón de la habitación a lo que corrió rápidamente a su posición entre la oscuridad fijándose en la entrada esperando alguna señal, hasta que la ya tan conocida silueta del capitán asomo su cabeza al ver todo extrañamente tan oscuro a lo que intento encender las luces pero no funcionaban, cerró la puerta detrás suyo removiendo su chaqueta para luego colgarla entre el perchero, seguía avanzando sin poder ver por donde caminaba solo se guiaba por pequeños rastros de luz presentes.

OBSESIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora