Capítulo 4: En dos actitudes.

461 61 66
                                    

La actual presidenta del consejo estudiantil acababa de llegar al aula de los ensayos para la obra. Se podía apreciar ya igualmente la llegada de algunas de las actrices que ayudaban en ella, completamente ajenas a lo que había sucedido anteriormente, pero que permanecían en el pasillo a la espera de que las dejaran pasar al interior. En aquella sala aún se encontraban Maruta Kayo y Taniguchi Mitsuko, que seguían hablando entre ellas con cierta discreción. Mei estaba dispuesta a plantarles cara a ambas, y sobre todo a Mitsuko; tenía fama de involucrarse en asuntos que ya no eran de su incumbencia desde hacía tiempo. Yuzu, oculta detrás de una de las esquinas del pasillo y acompañada de Shiraho, necesitaba acercarse un poco más a aquella puerta del aula en cuestión, puesto que no oiría nada si Mei llegaba a entrar y cerrar dicha puerta tras de sí.

—Debemos acercarnos más, Shira-pon —advertía Yuzu.

—Quizás debería haber traído el equipo de espionaje de mi familia hoy... —se lamentó Shiraho.

—¿El qué? —La chica rubia parecía no haber escuchado del todo la intervención de su compañera.

Tal y como había temido Yuzu, vio en ese momento cómo Mei pasaba el umbral de la puerta de aquella sala y cerraba desde dentro. Era claro que desde allí no podrían escuchar nada, y menos aún si Shiraho había olvidado tan importante equipo que, según ella, poseía su familia. Sin embargo, con la entrada a la sala cerrada, podrían acercarse tanto como quisieran sin ser vistas. Así pues, ambas se aproximaron con cautela hacia aquella puerta que tanto misterio ocultaba y se colocaron una a cada lado de ésta.

En el interior, Mitsuko y Maruta habían notado ya la presencia de la joven presidenta ante ellas. Su rostro mostraba preocupación, aunque también podía percibirse cierta confusión en sus ojos color violeta. Las allí presentes guardaron silencio, señal de que le otorgaban el turno de palabra y que podía entablar conversación con ellas y, así, exponer sus pensamientos.

—¿Es cierto que hoy se había programado un ensayo para la obra? —preguntó Mei, sin dudarlo.

—Por supuesto que lo había —afirmó Mitsuko, aún menos dubitativa que la primera.

—¡Ah, cierto! —intervino Matura—. ¿Momokino-san se encuentra ya en la enfermería acompañada de la médica? Esperemos que no sea grave, ella también tenía que actuar.

—¿Y por qué a una de las actrices de la obra se le ha dicho que se ha cancelado? —Mei ignoró por completo a su subordinada y siguió su no tan amigable charla con la antigua presidenta.

—¿Te refieres a Shiraho Suzuran? —preguntó Mitsuko. Tras ver cómo Mei asentía, añadió—: Estamos considerando prescindir de su colaboración en la obra.

A la joven presidenta aquello la pilló completamente por sorpresa. ¿Expulsar a Shiraho después de que todas estuvieron de acuerdo en pedir su ayuda para la obra? Cierto era que no estaban ante la estudiante más amistosa de la academia, y tenía esa extraña afición de observar y descubrir los secretos de los demás, pero tampoco era mala persona. Incluso Yuzu la consideraba ya una amiga más. ¿Qué había cambiado entonces?

—¿Por qué? —exigió saber Mei.

—No necesitas saberlo, Aihara —respondió Mitsuko, con tanta frialdad que consiguió inquietar a la estudiante—. Limítate a representar tu papel.

Mei no daba crédito. Primeramente, por el hecho de que Mitsuko imponía su autoridad ante ella, cuando ya ni siquiera era estudiante de la academia. Y, en segundo lugar, porque veía a Maruta guardar silencio ante lo que estaba ocurriendo.

Yuzu, aún tras la puerta, pudo llegar a escuchar toda la conversación. Miró a Shiraho tímidamente, sabiendo que debía ser horrible para ella oír todo aquello. Pero, más que responder con un gesto triste, la joven de tercer año parecía mostrarse seria y concentrada. ¿O pensativa, quizás?

Amor en escenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora