Un nuevo día comenzaba. Las primeras horas de la mañana se presentaban frías, pero nada impediría a la joven aspirante a policía a levantarse de la cama. La joven chica de 22 años, Claudia Arron, caminaba por las calles de Tokio con gran satisfacción. Acababa de terminar el duro recorrido de la academia de policía, que le daría un título con el que podría ejercer de lo que realmente le había atraído desde su niñez: inspectora profesional de policía.
Claudia llegaba a la Comisaría de Policía a las nueve de la mañana. Aquel edificio parecía darle la bienvenida, a pesar de ser algo inanimado. Nada más cruzar el umbral de la puerta, uno de los empleados se dirigió hacia ella y le indicó adónde debía ir. El Comisario Jefe la esperaba para entregar personalmente el título oficial a la mejor alumna de la academia. Claudia poseía una capacidad de razonamiento que asombraba hasta a los más veteranos, y aún más sorprendía su particular personalidad. Inquieta desde que la conocieron, a Claudia le emocionaba que la pusieran a prueba. Se divertía dando la solución a los enigmas que se le planteaban y nunca actuaba de forma ególatra. A veces, daba la sensación de que, con sus ojos verdes, escaneaba a la perfección a los culpables de cualquier mal.
Aquella mañana, se incorporaría como trabajadora en esa misma comisaría. Por código ético no la dejarían al mando de un caso oficial con tan poca experiencia, pero contaría con algún agente o investigador que se encargaría de supervisarla hasta que adquiriera la experiencia necesaria.
—Perdona, Claudia —le dijo el Comisario—, me temo que tendré que hacerte esperar un momento. Hemos recibido una llamada urgente de la Academia Aihara y debo ocuparme de asignar el caso a un inspector.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó Claudia con curiosidad.
—Ha habido un asesinato. Parece que ayer por la tarde mataron a una de las alumnas del centro.
—Supongo que ayer mismo ya estuvo allí el equipo de laboratorio para buscar pruebas, ¿no?
—Sí. A partir de hoy comienza la investigación oficial.
El Comisario no tuvo que observar demasiado a su nueva trabajadora para percatarse de aquel brillo en su mirada.
—Sé lo que estás pensando, Claudia, pero no te asignaré un homicidio siendo una novata —sentenció.
—Tampoco pretendía que me lo asignara oficialmente —contestó la joven—, podría ser uno de esos pequeños secretos que se tiene en la vida y que al cabo de los años se recuerda con humor.
—No puedo hacer eso, Claudia.
—«Ja, ja, ja. ¿Recordáis cuando asigné a Claudia-chan aquel caso ilegalmente? ¡La mejor decisión de mi carrera!» —imitaba ella a su superior.
—¡He dicho que no!
—¿Y qué pretende que haga? Me voy a aburrir si me destina solo a hacer papeleo —dijo con pesadez.
La conversación entre jefe y subordinada quedó interrumpida en cuando un hombre llamó a la puerta y pasó al interior de aquel despacho. Vestía adecuadamente, sin llegar a ser exageradamente elegante. Su pelo castaño bien peinado y ojos marrones completaban su presencia de hombre de bien.
—Me pareció oír la voz de la pequeña Clau-chan —anunció aquel hombre.
—¡Akihiro! —lo reconoció Claudia.
Akihiro Mena era el ya experimentado investigador de la empresa Namori Asociados, una entidad que se dedicaba en las sombras a la búsqueda de objetos desaparecidos de gran importancia que la policía no tenía tiempo de encontrar. Llevaba dos años trabajando en ello, después de haberse retirado de la policía. Había sido el mentor de Claudia durante los años de preparación de la joven, y le había enseñado todo lo que sabía. A sus 26 años, trabajaba para su jefe, Mikami, presidente de Namori Asociados.
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Amor en escena
FanficEn la escuela secundaria a la que Yuzu y Mei asisten regularmente, se organiza una obra de teatro para el festival cultural en la que ambas deben participar. El estreno de la obra está siendo un gran éxito hasta que una de las actrices se da cuenta...