Capítulo XVIII: Los Hermanos Legendarios

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    Era un universo donde había un enorme jardín sagrado —también conocido como el jardín de la vida— muy especial, pues si el jardín era destruido entonces el resto del universo colapsaría sobre sí mismo. El planeta donde estaba el jardín era basto en flora y fauna.

     El jardín estaba compuesto principalmente por robles muy altos, cada uno rodeado por rosas rojas y nunca se había visto afectado por los cambios en el clima o el pasar del tiempo. Cada árbol y cada flor ahí era alimentado por la fuerza de la vida del universo.

     Este lugar sagrado era constantemente protegido por dos guardianes que tenían el poder acumulado de muchas vidas pasadas. El primero de ellos se llamaba Miguel y era un guerrero cuya brillante armadura y gran espada lo hacían lucir imponente pese a su cuerpo delgado. El segundo se llamaba Andrés y era un mago que vestía con ropas marrones de ceda, un color que en su mundo representaba un alto nivel mágico. Ellos además de compartir su trabajo sagrado como guardianes del jardín, eran hermanos.

     Miguel estaba cerca de una cascada en el límite este del jardín, cuando de pronto apareció una chica de pelo rubio, la reconoció apenas mirándola de reojo: era su prometida, Teresa.

    —Sabes bien que sólo Andrés y yo podemos permanecer en el jardín de la vida—dijo Miguel, aunque no pudo evitar sonreír al verla.

    —Lo sé, me iré, pero antes quería...

    Teresa besó a Miguel, poco después ella se marchó.

    «A veces quisiera renunciar a mi puesto de guardián, junto con mi inmortalidad y así no tener que decirle adiós nunca a mi amada Teresa», pensó Miguel.

    Fue entonces que apareció una gran puerta frente a Miguel y de ahí salieron dos seres: el primero era una mujer que albergaba un extraño poder en su interior distinto a todo lo conocido por él y el segundo era indudablemente un demonio mayor.

     Miguel poseía mucha experiencia matando demonios mayores, era algo que formaba parte de su día a día para proteger el jardín de la vida. Para él era natural matar a esos seres cuya simple presencia insultaba al jardín mismo; pero pudo notar que había algo diferente en este demonio: su poder demoníaco claramente excedía los límites de cualquiera de sus antecesores.

    Iris observó a Miguel: los rasgos finos de él le resultaron atractivos, aunque este guerrero tenía una mirada con deseos de matar que en otros tiempos la hubieran asustado. Además, el poder espiritual de él era claramente de naturaleza sagrada, algo inusual tratándose de un ser humano,este poder estaba elevado hasta límites superiores a los de cualquier oponente que Rio hubiera enfrentado antes, con excepción de Zero como Juzgador Negro.

    «Si a esto se le sumara alguna destreza en combate comparable a la de Victor, el cual no dependía de la mera potencia en bruto... Rio seguramente perdería el combate», pensó Iris.

    —¿Qué haces aquí, demonio? —Miguel frunció el ceño y apretó el mango de su espada con excesiva fuerza.

    «Pasé lo que pasé, esta vez no intervengas» le dijo Rio a Iris por telepatía.

    —Tranquilo, no vengo a destruir este bosque, Miguel, sólo he venido a matarte a ti y aa tu hermano—dijo Rio.

     —Puedes intentarlo, pero morirás—. Miguel se enfureció más.

     —Ustedes han perturbado tanto las almas de sus víctimas en tal cantidad que casi provocan un colapso en la conexión entre universos, voy a disfrutar matándolos—Rio sonrió.

     Rio liberó su energía hasta alcanzar el límite que tenía su cuerpo en ese momento y una vez más su aura se volvió dorada. En ese momento, Andrés, que estaba al otro extremo del jardín, sintió la presencia demoníaca de Rio e instantáneamente apareció en el lugar del combate.

Guerrero Inmortal Del Bajo Mundo 1 - Rio e Iris un amor incomprendidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora