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5.




"Hollywood, California"








El Diablo.








El viento golpea en mi rostro, refrescándome, haciéndome saber que ya no estoy en el Bed Stuy, que mi burdel está a miles de kilómetros junto con jodidos recuerdos, junto con la vida que llevé, con mis crímenes y que ahora, regaré toda mi esencia aquí.

Coloco mis lentes de sol encima de mi nariz, por supuesto, viéndome mucho mejor que la Sra. Nash y bajo de la camioneta junto a Dom, apreciando la casa que ha rentado. Es modesta, para los lujos que suelen rondar esta zona del mundo.

―Señor, Enfer, un gusto. Estábamos esperándolo ―una mujer un poco más joven que la anciana se dirige hacia mí junto a un hombre mayor, que supongo, es su esposo―. Queríamos conocerlo personalmente ―se toma la atribución de agarrar mi mano y darle un apretón en modo de saludo.

―¿Y usted es? ―muevo mi cabeza, quitando mi mano.

―Ana Bride, dueña de la casa ―dice la mujer sonriente.

―Ah ―paso de largo, pero la mujer me persigue hasta caminar a mi ritmo en el patio delantero de la casa.

―Cómo sabrá, el piso es de madera importada desde las selvas de Brasil.

―Así que, Sra. Bride, ha destruido la naturaleza con tal de tener un piso lujoso ¿Me equivoco? ―le sonrío arrogante.

―Bue... bueno señor Enfer yo no lo vería así, más bien es cómo una inversión.

―Cómo sea ―mi mirada se centra en los alrededores. Palmeras se hallan plantadas en los límites de la casa con las casas vecinas, el espacio es totalmente verde, la casa se encuentra muy bien centrada en una construcción de color blanco―. ¿Tiene algo importante que decirme?

―¿Disculpe? ―la mujer sigue sonriente―. Bueno, es un honor para mí poder rentarle la casa a un latino compatriota, aparte de pues, poder informarle lo especial que es la casa...

―¿Por qué? ¿Es que la casa se limpia sola o qué? ―hago una mueca.

―¿P-erdón? ―no deja de mirarme, totalmente confundida y yo, en mis pensamientos me río a carcajadas.

―¡Sra. Bride! ―Dominic entra en escena―. ¿Por qué no deja todo en mis manos? El señor ha tenido un viaje muy largo.

―Oh. ¡Claro! ―la sonrisa de la mujer se ensancha―. Qué disfrute su estadía señor Enfer, no se arrepentirá de quedarse aquí. Cualquier cosa que necesite, búsqueme.

EL DIABLO IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora