Capítulo 1: Los cambios son buenos

94K 7.7K 6.1K
                                    

El chasquido al abrir la lata de Burn sobresalta a Erza, quien está limpiando con cuidado profesional los utensilios esterilizados para la próxima clienta. Lleva seis dilataciones en lo que llevamos de mañana y empieza a perder la paciencia. Sonrío al notar como se le hincha la vena de la frente.

— Sé lo que estás haciendo. No vas a cabrearme hoy —cuchichea dedicándome una sola mirada de advertencia. Y vuelve a su labor, pero sigue hablando. — Chloe ha llamado. —Dice sin apartar la vista de las agujas esterilizadas.

Trazo el contorno de la lata sin mirarla. Al ver que no reacciono prosigue.

— Esta noche habrá fiesta en la fraternidad de la Universidad de Reed.  He pensad... —mientras habla se traba varias veces. —. He pensado que podríamos ir. Es junto a la playa y me apetece mucho.

Empiezo a darme cuenta de por donde van los tiros y no sé si me está gustando lo que insinúa. He notado su nerviosismo desde que hemos abierto a las diez de la mañana.

— No. —Niego dándole un sorbo largo a la bebida energética.

Mi mejor amiga suspira dejando sobre la mesa lo que tiene en la mano girando la cabeza en mi dirección. El pelo largo y rubio del color del trigo soltándose del moño recogido. Esta vez me mira fijamente.

— Jude...  —Protesta. —. Llevamos meses en casa. No salimos si no es para venir aquí, al estudio. O sino hacer la compra. Ni siquiera hemos ido a tomar un café.

Pongo los ojos en blanco mientras me siento en mi silla rotativa. Tiene razón, y lo sé. Pero el simple hecho de pensar en ir a un sitio lleno de personas me genera ansiedad. Además estoy irascible desde mi último encontronazo con el Zolpidem.

— No.

Erza tiene un alma hiperactiva. Desde la primera vez que la conocí en el instituto supe que era especial, y la puedo querer un mundo, pero no va a hacer que cambie de opinión. No puedo hacerlo...

— Si quieres ir, ve — Me encojo de hombros —. No tienes que quedarte en casa por mí. No eres mi niñera. Pero no pretendas que vaya a una fiesta de esas. Ya no tengo edad.

Escucho la horrible manera en que chirria los dientes disgustada.

— Tienes solo veintiséis años, no sesenta. —gruñe a la defensiva. — Sé que te gusta tirarte en el sofá y devorar por enésima vez Supernatural, pero no va a matarte salir de casa un fin de semana, Jude. Es más. Hasta ella te lo ha recomendado.

Eso ha dolido.

— Que haya aceptado que Chloe me dé terapia no significa que vaya a hacerle caso al pie de la letra. — Empiezo mirándola fijamente. — Es más. Recuerdo haberlo hecho solo para que dejéis de darme por culo. Así que no —me levanto pasándome una mano por la cara con frustración por sacar este tema otra vez. Ahora es a mí a quien se le escapa un mechón rubio de la coleta y tengo que pasarlo detrás de la oreja con impaciencia. —. No voy a ir a ningún lado porque tengo una cita con dos hermanos buenorros y con un poco de suerte algún ángel salidorro.

Un pitido anuncia la llegada de clientes y ambas nos callamos girándonos hacia la puerta.

— ¿Está abierto? —Pregunta una voz dulce atravesando el umbral. Las visagras chirrían y eso sólo aumenta mi nerviosismo.

— Sí. —contesta Erza echándome un último vistazo.

Estupendo. Se ha enfadado otra vez. No es precisamente la persona más paciente del mundo, pero siempre ha dicho que yo he tenido que llegar a su vida para enseñarle el significado de la palabra.

No quiero ser la amargada del grupo, sin embargo no estoy de humor para salir por ahí. No ahora. Y menos cuando do acabo de superar un episodio. Otro más.

SI NADA SIENTES [Alerta Casian I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora