Capítulo 5: Casacas Negras

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Erza frena de un bandazo frente a nuestro edificio y ambas respiramos con dificultad cuando apaga el motor y cruzamos miradas.

— Espero que sigas con mentalidad psicópata. — Susurra la rubia.

Sigue aferrada al volante con ambas manos y la vista fija al frente. Los delgados nudillos se le han puesto blancos por la presión que ejerce sobre el cuero del volante. No estoy para bromas, y sé que ella tampoco, sin embargo el humor es su mejor compañero en situaciones complicadas. El humor y yo, cabe aclarar.

— No es coña, si hay alguien ahí dentro quiero que le machaques el cráneo con lo primero que pilles.

Exhalo y guardo la misma pistola que he usado momentos atrás, en el interior de los pantalones y salgo del coche. A simple vista parece una noche normal y corriente de madrugada, con las calles desiertas. Pero lo que llama nuestra atención es la luz rojiza que se filtra por nuestra ventana en el primer piso.

— ¿Crees que la han subido al ventilador del techo y... — Empieza Erza. —Eso dejaría las paredes fatal.

Le dedico una mirada dura y empezamos a caminar una detrás de la otra, yo delante y Erza detrás cubriendo mis espaldas.

— ¿Ya no es tan mala idea llevar un arma encima verdad? —Le pregunto con la ironía acariciándome la punta de la lengua.

Erza bufa detrás de mí y con un movimiento ágil sitúa el filo de una cuchilla bajo mi barbilla.

— ¿Quién ha dicho que no llevo? —Sonríe con suficiencia y se pone alerta.

Un plus para vivir aquí es que cada planta consta de apenas dos apartamentos, y para nuestra suerte el otro está deshabitado.

— ¿Ascensor o escaleras? —Inquiere Erza.

— Pensaba escalar, a lo Spider-man pero tu como veas.

Erza abre los ojos entusiasmada, cuando le doy un golpe suave en la cabeza, para luego señalar las escaleras con la boca de la pistola. En cuanto llegamos a nuestra planta la puerta está abierta y hay un silencio sepulclar. La luz del pasillo se ha activado a modo de advertencia, y contrasta azul contra el interior rojo del piso.

— Entra tu primero. — Me concede Erza. —Tu tienes más balas, y este es el cuchillo de la fiesta de Halloween del año pasado.  -Dice doblándolo de manera cómica mientras este vuelve a su forma.

Asiento y tanteo el terreno antes de dar el primer paso en el interior. Sólo de pensar que podría estar Alexander al otro lado me revuelve las tripas. Miro en todas las direcciones y... nada.

— No hay nadie — Digo guardando la pistola de nuevo. —¡Chloe!

Los pensamientos de preocupación por nuestra amiga no duran mucho cuando un golpe ensordecedor nos sobresalta a ambas. Erza palidece al instante y yo siento que voy a marearme cuando nuestro campo de visión se llena de extrañas sombras humanoides. No una, ni dos. Alcanzo a contar al menos una docena.

— Como sean vampiros me cago encima. — Masculla la rubia a mi lado. —. Aquí mismo. Lo juro. Voy a llenar las paredes de mierda a propulsión.

Hay una docena de personas en nuestro piso que antes no estaban y nos impiden el paso a la salida.

— ¿En qué mes estamos? — Pregunto hacia Erza sin apartar la mirada de los casacas negras.

— Octubre — Dice tragando sonoramente.

Los individuos permanecen en silencio y eso solo aumenta mi sentido de supervivencia. Por mi mente pasan miles de escenarios, y en ninguno salgo bien parada.

SI NADA SIENTES [Alerta Casian I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora