Capítulo 7: "Un Vals y una cabeza"

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La sociedad cree que puede identificar a las personas malvadas. A las personas dañinas. Pero no es factible. No existen estereotipos ni un manual.

Ha pasado una semana. Una semana de tranquilidad teniendo en cuenta que se nos han colado en casa. Cualquiera estaría acojonado o habría contratado un servicio de seguridad, no es nuestro caso. Ha pasado una semana en la que no he tenido que lidiar con nada relevante aparte de los altibajos en la convivencia con Erza y la medicación que me suministra por órdenes de Chloe. Pero eso es otro punto.

Por otro lado el presentimiento de una catástrofe apunto de arrasar con todo no cede. Y por alguna extraña razón no dejo de pensar en Casian. Las preguntas rondan mi mente de forma obsesiva.

¿De dónde ha salido? ¿Por qué me drogó con mis propias pastillas? Y ¿Por qué siento que tengo la respuesta en las narices y aun así no puedo verla?

¿Quién coño es este tío?

El volúmen de la televisión aumenta y levanto la vista desde mi posición en el sillón individual del comedor. Erza está de pie frente a la pantalla con los brazos cruzados sobre el pecho y el ceño fruncido mientras balancea el mando a distancia.

"La víctima es un joven de diecisiete años del Instituto local Belmont. Las causas de la muerte; decapitación a sangre fría a manos del presunto asesino apodado por el estado como 《Cannibal》. Junto al joven, se suman seis bajas en lo que llevamos de año ..."

La voz de la presentadora es interrumpida cuando Erza cambia de canal.

— ¿Otro? —Pregunto volviendo la vista de nuevo al cuaderno sobre mis piernas cruzadas.

Erza suspira y se deja caer en el sofá con el brazo sobre la cara. Lleva el pelo rubio y largo en su habitual recogido para estar por casa; un moño despeinado en la coronilla.

— Sí. Es el segundo este mes. —Aparta un poco el brazo y siento su mirada sobre mí. — ¿Qué haces?

Sopeso por unos instantes si enseñárselo o no. Mis dibujos son una parte muy personal, casi íntima. Pero finalmente alzo el cuaderno y se lo muestro.

Erza arruga la nariz en una mueca.

— ¿Por qué siempre dibujas cosas turbias? Un unicornio de colores estaría bien de vez en cuando.

— Puedo dibujar un unicornio vomitando sangre si quieres. — Sonrío y ella me mira asqueada.

— Estoy a favor de la libertad de expresión, cielo, pero el tuyo me provoca pesadillas.

Me encojo de hombros y vuelvo a colocarlo sobre mis rodillas. Estoy con un boceto libre por primera vez en semanas.

Tras unos segundos de silencio en los que solo se escucha el repiqueteo de las gotas de lluvia contra las ventanas,  decidido volver a romper el silencio. Me encantan las noches de tormenta.

— ¿Quién crees que sea el responsable?

Erza me mira y sé que entiende a que me refiero. Es una de las ventajas de nuestra amistad. No hacen falta explicaciones.

— No lo sé. Pensaba que aquí no pasaban estas cosas. Pero no creo que tenga nada que ver con Alexander.

Asiento sin insistir.

El hecho de que haya alguien por ahí mutilando y matando adolescentes, es algo que toca la fibra sensible de Erza. Al menos desde que su prima desapareció tres años atrás para que acabase encontrada en medio de una cuneta dos semanas después de su desaparición.

Se llamaba Claudia y tenía apenas 15 años cuando desapareció un sábado noche. La familia entera quedó destrozada. Sobre todo eso que estaba muy unida a ella.

SI NADA SIENTES [Alerta Casian I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora