Kathleen Zabini

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Kathleen Zabini —dijo Neville.

—¿Acaso éste libro es de puras serpientes? —se quejó Seamus.

—Tan solo han pasado dos, no exageres —lo regañó una Huffelpuff llamada Hannah.

—El chico tiene razón —intervino Sirius—. Si sólo van a pasar hijos de serpientes, mejor sigo durmiendo.

Esa vez usó el hombro del ex profesor de DCAO como almohada, quien soltó un suspiro de fastidio antes de empujarlo, logrando que se volviera a golpear con la mesa.

—¡No seas tan flojo!

—¡No eres mi madre! —le gritó el pelinegro de vuelta, sobándose la cabeza—. Es más, ¡ni a Walburga le hacía caso!

—¡Señores, cállense ya! —gritó la profesora McGonagall, antes de que a Remus se le diera por responder.

Para gracia de los presentes, ambos adultos mascuyaron un “sí, profesora” antes de refunfuñar como niños regañados.

—Prosiga, por favor, señor Longbottom.

Susan es una completa despistada y olvidadiza.

El futuro matrimonio Nott frunció el ceño, molestos por lo dicho a su niña.

Sí, así es como quiero empezar mi jodida presentación, ¿algún problema, Blue?

—¿Blue no era el que vino a traer el libro? —preguntó Potter.

—¿De verdad se llama así? —se burló Sirius—. Sus padres han de odiarlo.

—Quizá solo es un apodo —replicó Remus—, como el de la chica White.

Me importa una mierda.

—Uh, que carácter, niña.

—Sirius, cállate.

Mi nombre, es Kathleen Vanessa Zabini. Mi padre es, lógicamente, Blaise Zabini. Vivo con mi padre puesto que mamá nos abandonó cuando yo tenía poco más de un año.

Draco frunció el ceño.

—¿Quién fue la estúpida? Digo, no eres tan malo… cuando duermes —intentó bromear.

—Cállate, imbécil —se quejó Blaise, sonriendo.

Está de más decir que eso no le ayudó mucho a mi autoestima, ¿no?

En fin, esa mujer es Pansy Parkinson.

—¿Yo?

—¿Ella? —dijeron Daphne, Draco, Crabble, Goyle y Theo.

—Cielos, sólo espero que no me haya dejado para casarse contigo —le dijo Blaise a Draco, a quien lo sacudió un escalofrío solo con imaginarlo.

Pero hay que dejarla de lado, total no es importante en mi vida ni en la de mi padre.

A pesar de que Pansy estaba más que segura de que no sentía nada en absoluto por Blaise Zabini, no pudo evitar sentirse un poco dolida con respecto a que no es importante en la vida de su hija.

Soy una serpiente, claramente.

La mesa de las serpientes aplaudió. Incluso los padres de la chica a pesar de seguir en una especie de shock.

Tengo dieciséis y no soy Prefecta. Y con mis calificaciones, menos voy a aspirar a ser premio anual.

—¡Mira, como su papá! —gritó Theo como niño emocionado, ganándose un golpe de Zabini.

Tercera Generación: el libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora