Tercera Generación: el libro

Venus Black

—Venus Black. ¿Otra? —se quejó el animago.

¿Venus Black? Si les gusta su cabeza donde está, no me llamen así.

—Entonces, ¿se llama así o no?

—Sólo cállate y sigue leyendo, Black —le recrimina Remus.

Mi nombre completo es Venus White Black-Malfoy, pero sólo llámenme White Malfoy.

Varios soltaron ruidos de comprensión. Otros se sorprendieron por sus nombres.

Tengo veinticinco años, mi primer año lo repartí entre Durmstrang y Beauxbatons. Me expulsaron de ambas con sólo la mitad de un año escolar.

—¿Eso es posible? — preguntó un Hufflepuff.

Quienes lo escucharon se encogieron de hombros.

Luego entré a Hogwarts donde fui Slytherin y una hermosa Prefecta.

—La expulsaron de dos colegios, ¿cómo es que fue prefecta? —se preguntó la profesora McGonagall—. ¿Cómo es que la aceptamos siquiera?

—Minerva, es hija de Sirius —le responde Pomona como si eso resolviera todo.

Claramente, tenemos los mismos genes.

—¡Sirius! —le recriminó Remus.

—¡Eso dice aquí!

Y, Premio Anual, pero nunca lo dije.

—Por eso no hubo ese año… —resolvió McGonagall.

Me siento ultrajado, humillado y ofendido.

Si ella no te ama, ven conmigo, primor.

—¿Es que no hay respeto por las relaciones ajenas? —se quejó Molly.

Mis materias favoritas son Herbología, Adivinación, Pociones, Transformaciones, DCAO y Encantamientos. Y, la única materia que odio, Cuidado de Criaturas Mágicas.

Hagrid hizo una extraña mueca entre de disgusto y pena. El trío dorado se miró entre sí, pensando en las poco seguras clases del mitad gigante.

Y, ya que casi todas lo han mencionado… mentiría si dijera que no considero que Neville Longbottom está más bueno que el pan recién horneado. Es más, ¡eso ya lo dije desde la presentación de Kathleen!

El pobre Gryffindor se puso rojo ante las miradas incrédulas que le dirigían. Él mismo era incapaz de creer lo que los futuristas decían.

Pero dejando las hormonas de lado, debo decir que él es de las mejores personas que he conocido y lo admiro. Es, también, de las pocas personas fuera de mi familia que se han ganado mi cariño.

Fue un gran apoyo mientras estuve en Hogwarts, a decir verdad.

Draco soltó un largo suspiro ante las miradas burlescas que le mandaban.

—Maldito sea el Karma —masculló, pero aún así le obsequió una pequeña sonrisa al Gryffindor como un “gracias”, misma que Neville correspondió.