Lily Potter

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Lily Potter.

Tras que el pelirrojo pronunciara esas palabras, todos se giraron a ver a Harry. El niño que vivió se encontraba pálido y a punto de desfallecer.

—Esto… debe ser una broma —consiguió balbucear el joven antes de empezar su letanía sobre las razones por las que era imposible que esa chica fuese su hija.

Claro que su padrino volteó a ver a su amigo con una gran sonrisa de psicópata. Remus lo miró con miedo mal disimulado.

—Te lo dije —canrurreó el pelinegro.

Pero claro que el otro merodeador era obstinado y negó con al cabeza, cruzándose de brazos.

—Sólo sabemos que Harry es su padre, pero no la madre.

Sirius lo miró con los ojos entrecerrados. Ellos dos eran conscientes de que Lily era la prima de un Weasley, pero el licántropo era demasiado obstinado.

Finalmente Sirius cayó a su ahijado para escuchar de la tocaya de su amiga.

¡Hola, plebeyos! ¡Ya llegó su reina!

Varias personas se rieron por el saludo.

Remus y Sirius se miraron, extrañados. Esas palabras las podían imaginar perfectamente saliendo de la boca de James, pero no de Lily.

En la mesa de profesores, dos más pensaban lo mismo. La profesora McGonagall se mostraba sorprendida y el profesor Snape, molesto.

Como espero que hayan podido notar, soy hija del famoso, poderoso, futuro jefe de Aurores, ¡Harry Potter!

Los Weasley, Hermione, Remus, Sirius y sus amigos cercanos felicitaron al Gryffindor por su prominente futuro.

Y, claro, con la ayudita de mi preciosa, también famosa (pero porque es una gran ex jugadora de Quidditch) mami… ¡Ginny Potter, de soltera Weasley!

—¡Sí! ¡Lo sabía! ¡Toma eso, idiota, yo gané! —gritó Sirius señalando con sus dos manos (ya que sigue esposado) a Remus.

El ex profesor puso los ojos en blanco y le entregó diez galeones al pelinegro.

Harry y Ginny se voltearon a ver, pero luego desviaron la mirada, completamente sonrojados.

La señora Weasley abrazó a Harry.

—¡Oficialmente serás parte de la familia, qué felicidad!

El señor Weasley y los dos mayores fruncieron el ceño pero, ¿habría algo mejor que el niño que vivió para su pequeña? Lo más probable era que no.

—¡Tenemos a Potter, tenemos a Potter! —cantaban los gemelos Weasley, como en el día de la selección del mejor amigo de su hermano.

Ron le sonrió a su amigo. Definitivamente no había nadie mejor para su hermana.

Bueno, bueno. Dejen el drama y volvamos a lo importante, yo.

Las personas volvieron a reír. Incluso algunas serpientes.

Sirius se limpió una lágrima imaginaria, recordando a su amigo.

Soy una muy guapa peliroja de trece años, así que voy en tercer año.

Mi mejor amigo es, como ya saben, mi primo Hugo. Pero me llevo muy bien con casi todas mis primas.

—¿Casi? —Molly frunció el ceño. No veía porque debería llevarse mal con alguna de sus primas.

Lilu, deberías superar lo de Vic.

Pues fíjate que no me da la gana, Severus.

Tercera Generación: el libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora