Lo único que, entonces, pude sentir fue el maravilloso éxtasis de un beso que no quería acabase jamás. Quería seguir allí pegada a su boca, cómo de película con las luces y sonidos de la ciudad, además del aire bohemio y apasionado qué llenaba nuestro beso.Quería quedarme así toda la vida, y no es un eufemismo. Pero el aire que el cuerpo nos pidió, logró separarnos al fin, tomó mis mejillas con sus dos manos mientras escuchábamos nuestras fuertes respiraciones y ¡que falta me hacía sentirlo!
Nuestras miradas que lo decían todo y que a la vez no decían nada ¿qué somos? ¿que queremos? Lo único que sabía era que yo quería tenerlo cerca todo el tiempo sin importar cualquier situación.
—Eres difícil, pero ya sé como tenerte en la palma de mi mano en un santiamén. —Comentó audaz y airoso. Y en cierto modo era cierto, muy sencillo solo bastaba un beso de sus labios para hacerme rodar a sus pies.
—No seas patán. Mira qué el susto que me diste hace rato no tuvo nombre y me lo pagarás. —Amenacé a mi vez juguetona y golpeando su hombro suavemente —No me olvidaré de eso tan fácil.
—¿Ah sí? —Me miró desafiante. —¿Qué haría una bebé malcriada e indefensa al respecto? —Siguió provocador.
—Ya sabrás.
Entonces me dí la vuelta y lo dejé en el balcón, mientras me dirigía al sofá. Encendí la televisión y luego vino él detrás de mi.
—¿Veremos Mtv? ¿lo dices enserio? Veamos una película de acción o de romance no pondré resistencia, me encantan los dos géneros. —Él podía ser muy serio, pero si le conoces bien y te ganas su confíanza se podía comportar cómo un verdadero niño.
—Mi televisión, mi programa. —Comenté decidida —Además, ¿tú que haces aquí? —Completé cuestionándole, pero sólo era curiosidad. Me encantaba el detalle de que haya venido sin preguntar, fue un detallazo de él.
—Vine hacerte compañía, gruñona. Pero sí no me necesitas, entonces, me iré.
—Quédate, solo... —tartamudeé un poco —quédate. —¡Cielos! Él si que me hacía flaquear.
—No me iré a ninguna parte, ya sabes, hoy vine a cuidarte. —afirmó mirándome a los ojos. Esos dulces ojos que me penetraban el alma. Eran un péndulo que al verlo detenía y encerraba mi tiempo para sí.
—¿Cu...cuidarme? —La voz dejó mis labios temerosa y quebradiza ¿porqué mierda me ponía tan nerviosa? La saliva nisiquiera quería fluir por mi garganta.
—Sí. —Dejó la afirmación con una voz grave, a lo que yo sólo relamí mis labios.
Su mirada con la mía era todo lo necesario entonces. Sin más palabras, nos unimos en un hermoso beso, mientras no inclinábamos hacía atrás en el sofá quedando encima de su pecho, sin separar nuestras bocas, nos desvestimos suavemente comenzando por mi blusa y luego sin ella, mis pechos quedaron al descubierto, él relamió sus labios y besó desencadenadamente cada uno de ellos, mis gem*idos eran sólo una previa de lo bien que ya me sentía con ese contacto, mientras mi excitación se hacía más y más potente.
—Alvaro... sigue, sí. —Y un chillido de placer escapó de mi boca y dirigí mi mano hacía ella cubriéndola.
Él aparto mi mano mi boca, —No calles nena, quiero escucharte gemir. —Dijo creo que igual de excitado que yo.
Sin más me volteó bruscamente quedando él sobre mi y sin parar de besarme, hice camino para dejarle pasar, para sentirlo nuevamente dentro de mí.
—Hazlo ya. —Pedí descaradamente.
—¿Qué quieres que haga?
—Oh Dios, no seas pesado.
Repartía besos por todos lugares de mi, y susurró
—Dime, pídeme lo que quieres.—Quiero que me hagas tuya, quiero sentirte —Pedí entre jadeos.
—Hmm. —Relamió sus labios, y rozaba con su miembro mi entrada, lo que provocó que mis ganas se intensificaran.
Al fin.
GLORIA, palabra perfecta para describir la sensación de tenerlo adentro de mi, perfecto, una invaluable satisfacción.
Sus caderas en un ir y venir, que me provocaba un deseo intenso, una fuerte pasión, sudados y abrazados, sin parar de jadear, gemir, incluso gritar por mi parte, ¡oh bendito dios del sexo, alabado seas! Empapados en sudor, mi cabello pegado a mi cara, y el de él todo desordenado, que lo hacía ver hermoso, un café más oscuro de lo habitual adornaba sus ojos, sus pupilas notablemente dilatadas por la excitación, hacían que se viera jodidamente tierno y sexy.
Besos torpes nos llenaban, en el vaivén de nuestros cuerpos, yo estaba lo suficientemente extasiada para sentir que no podía abrir mis ojos, era cómo caer en drogas, mientras más lo pruebas más lo quieres volver a probar, es perfecto.
—Kate, te necesito. Yo deseo cómo nada que confíes en mí —Apartó el cabello de mi cara, sin parar de embestirme —Eres mía y nadie ¿ok? Nadie te apartará de mi, a menos que seas tú, sólo tú puedes alejarme —Jadeaba —Y, por cómo estás yo no creo que quieras alejarte de —Gruñó— ...de mi.
Abrí mis ojos, para ver su cara sabía que ya estaba a punto de liberarse.
—Alvaro, yo —Mi respiración era realmente fuerte —Yo también te necesito, confío en ti, te deseo, quiero estar contigo. —Gemí, y fue así como llegó mi orgasmo, fuerte, llenando mi cuerpo, y traspasandome con choques eléctricos qué me hicieron colocar los ojos en blanco.
-Yo, me voy a venir. -Sólo podía escucharlo, me sentía rendida, extasiada, estaba desmayada de tanto placer.
Unas 4 estocadas más, con mucha fuerza y tal rapidez que dolía, y terminó. Cayendo su cuerpo desplomado sobre el mío, nuestras pieles desnudas, envueltos en sudor y sonriendo cómo locos, con nuestras respiraciones que emanaban el cansancio después de la placentera sesión, reíamos, hasta quedarnos dormidos, no podía faltar nada todo era perfecto así.
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El destino, ¿querrá juntarnos? ©
RandomEn una vida, normal. Todo cambia, todo puede girar en un abrir y cerrar de ojos y te das cuentas que estás en la cumbre, y debes abrir los ojos para ver las maravillas que tienes en frente. Todos podemos llegar a un punto en que nos sentimos al bor...