Cap. 8 "No esperaba concluir mi noche a tú lado"

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No pensé que mi noche de mejores amigas acabaría así, con Alvaro dirigiéndonos a no sé dónde, sin embargo estoy severamente feliz y satisfecha un sentimiento que no me cabe en el pecho... A veces la cosas son tan irresistibles que es imposible oponerse a ellas aunque esten lo más mal posibles, o sea algo incorrecto, somos llevados por corrientes muy fuertes y nos damos cuenta de los errores que cometemos en la cumbre, y si esto es un error ahora mismo, no me interesa saberlo.

—Mira, llegamos sal del auto cariño. —Escuché a mi ahora amante hablarme desde afuera, mientras yo me sumergía en mis propios pensamientos.

—¿Donde estamos? —Cuestione curiosa, tratando de mirar a través de una oscuridad implacable que apenas me permitía ver el perfecto rostro de Alvaro, parece esto una especie de bosque, sólo se podía observar la cantidad exorbitante de estrellas en la tela celeste que ahora se miraba índigo, esto si que es perfecto.

—Sígueme. —Escuché aquella preciosa voz que me llama a seguir curioseando y descubriendo sentimientos que no pensé sentir jamás.

Le seguí hasta entre varios árboles, y hasta que llegamos a un lugar muy bien iluminado a cuestionar el otro dónde apenas veía algo, aquí había una cabaña era lo suficientemente grande sin tener que entrar lo deducí, era un lugar campestre pero muy elegante.

—¿Y esto? —Le pregunte a mi acompañante llena de curiosidad y sorpresa.

—Ah Kate, este lugar me lo heredaron mis padres antes de irse a vivir otra vez a España, y pues me quedó porque la amé desde que mis padres la compraron cuando tenía unos 15 años, es mi lugar favorito del mundo, aquí yo me desconecto de todo y me dedico a relajarme y también escribir, incluso escribí un libro basado en un ambiente similar.

—Es hermoso, eh, ¿y es que tenéis ya varios? —Dije sorprendida de las cosas maravillosas que este hombre podía guardarse y que ha estado soltando.

—Relativamente, sí tengo muchos libros, casi 11. Pero sólo 6 publicados, exitosos por cierto. —Confesó modesto y bonachón.

Vaya sorpresa. Él era un hombre adinerado aunque no era de aquellos que se quisieran comer el mundo a su paso, y eso lo amaba, no me interesa nada su fortuna o lo que sea, me interesa mucho él.

—Sin más, deberíamos entrar ¿No? Hace frío acá afuera. —Invitó tierno, extendiendo su mano para que así pudiera tomarla. La tomé y nos dirigimos hacía el cálido lugar.

Había una chimenea y adentro estaba muy cálido, sin mencionar el sofá de color beige que le daba un aire bohemio a la sala de estar de aquel aposento secreto. Nos sentamos allí y nos miramos las caras por un tiempo más.

—Katelyn, mira...

–¿Sí? —Respondí, con los ojos llenos de un brillo que creo que reflejaban los de él también.

—He visto cosas tan bonitas y especiales sin dejar de ser sencillas, en ti, que ya no se que pueda ser, esto, este sentimiento de culpa. —Dijo con lo que yo creo ser las palabras más sinceras que él pudiese pronunciar.

—¿A que te refieres con culpa? —Lo miré interrogante.

—No sé yo... Creo que es la culpa de ser tan atrevido contigo, disculpame, yo... Te deseo, y mierda. —Pasó sus manos por su cara, con angustia.

—Alvaro, me gustas, quiero conocerte más enserio lo deseo. —Confesé sincera, aunque no creo que el este siendo del todo sincero... Hay algo más, su tono de voz esconde algo. Aunque tampoco estoy siendo sincera para ser francos, no le he dicho que tengo novio, joder.

—También deseo hacerlo, Kate, enserio. Pero soy alguien difícil, mi vida es bastante confusa, no sabes todo de mi, pero me gustas, y se que este sentimiento puede crecer, yo, puedo deshacer muchas cosas, he cometido muchos errores, pero sé que puedo remediarlo.

El destino, ¿querrá juntarnos? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora