Cap. 14 "No te quiero lejos"

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Cuándo noto que estoy dejando ir a un hombre, que quizás, en mi vida jamás vuelva a encontrar, y saliendo de mi profundo trance me eché un inmenso regaño, me insulté y hasta me deseé el mal de morir, pero luego de ello tomo las riendas de lo que me ha tocado tomar desde hace rato —Y a fin de cuentas, ¿Qué hago reprochándome? ¡Voy a por él!— me levanté de la cama dónde hace unos instantes Alvaro me había dejado saber que no insistiría mas, no presionaría, ni intentaría influir en mi decisión de irme bien o no con él a ese extraño viaje repentino.

Abrí la puerta de mi habitación y bajé las escaleras hasta mi sala de estar a la velocidad de la luz.

—Alvar... —Pronuncié a medias su nombre, pues, me detuve de pronto al notar que... no estaba allí.

Mi cara en ese momento no sabría describirla, pero sé que estaba horrorizada. No insistir más ¿significa que se iría? ¿así? ¿sin decir nada, sin al menos despedirse? Me tomaré la molestia de entenderlo, nisiquiera diré que es un cobarde, ya que realmente, lo intentó, me rogó, incluso suplicó que me fuese con él, y esas miles de veces le eché en cara mi rotundo ‘no’. No está de menos que se fuera, a mi tampoco me gustaría ser rechazada tantas malditas veces... Fui una completa ciega, mi desgraciado miedo no me dejaba observar el esfuerzo que él estaba haciendo, por mi y por mi.

Fui más que una ciega, una egoísta en mi totalidad, pensé solo en mi y en mi ridiculez de “la zona de confort”, ¿qué carajos pensaba? ¿cómo mierdas permití que saliese así de fácil de mi habitación? Sin objetar nada, sin nisiquiera darme una buena razón para irme con él —aunque esas estuvieran más que claras—, sin dejarlo decir tanto, sin contarle sobre mi miedo, sé que sin duda alguna él me habría hecho sentir segura y protegida... Sin al menos, confesar que tengo una especie de relación, he sido una mentirosa, egoísta y ciega, se me debería caer la cara de la vergüenza.

Observé la hora en mi teléfono y ví que eran las 3:25 pm... Pero... ¿tanto rato había pasado desde que Alvaro salió de mi habitación? Mierda, casi dos horas, digamos que caí en un profundo shock de emociones, y sí, nunca había pasado por algo así.

He sido tan mierda con Alvaro que no sé si merezco alguien cómo él.

Tanto me lo cuestiono que, no deja de rondar en mi cabeza, y todo esto lo he deducido en ese pequeño minuto sobre la escalera en la que me dí cuenta que no estaba ya presente en mi casa, y que se había marchado con mucha razón... Estaba estática y había pasado menos de dos minutos, pero en esos dos minutos procesé y asumí más de lo que pude procesar y asumir en varias semanas de haber conocido a Alvaro, semanas gloriosas, confusas y muy revoloteantes para mis sentimientos, demasiadas emociones fuertes para mi gusto, eso era algo que no iba conmigo pero como ya os he dicho; Alvaro rompió con todo y mi zona de confort. Ahora ese tipo de emociones que te vuelan y a la vez te vuelcan el alma, se habían vuelto mis preferidas y mis más habituales sobre todo, me gustaba sentirme así, con todo y tener a mi amado cerca, las largas conversaciones de todo y de nada, de lo que es y lo que quizás no, me dí cuenta que necesitaba eso en sobremanera, así como en sobremanera lo necesitaba a él. En esos 3 minutos sobre mi escalera cómo una triste y pesada escultura del más fuerte concreto, me encontraba yo, ahí parada, llena de lamentaciones y ganas de cambiar todo lo que hice mal, pero aunque quería hacer todo eso, mi cuerpo no daba ni un sólo paso; mi mente procesaba pero mi cuerpo no comprendía, no asimilaba lo que le pedía, allí estaba yo pensando demasiado sin siquiera mover un dedo. Estaba patéticamente bloqueada.

—Ey, ¿que haces ahí? Pareces una gárgola mujer, estás tiesa. —Me observa Liliana al entrar sin tocar cómo ella acostumbra, yo no la miraba, siquiera, mis ojos estaban fijados en un punto inexacto.

El destino, ¿querrá juntarnos? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora