Kurt cree que su mente es mucho más débil en la madrugada, lo dice porque ha hecho una suma de sus mayores estupideces y el común denominador en cada una de ellas es la hora en que las cometió. Pero en la madrugada de hoy, parece no importarle mucho sus obras y sólo se limita a caminar en medio de la noche que luce amarillenta y enferma por la contaminación lumínica, lleva las manos en sus bolsillos y da una que otra patada en el aire mientras el frío le entumece de a pocos el cuerpo, éso tampoco importa realmente.
El ruido es estridente y no se sabe a la perfección de donde proviene, Kurt sonríe al encontrarse en tal ambiente y prefiere entrar al lugar antes de que se arrepienta y termine en un sitio peor. Gorila Room, uno de los sitios que lleva en su alma, por los recuerdos que al día de hoy son tan lejanos que se vuelven angustiantes apenas entra al lugar, el sitio ha cambiado con el tiempo, pero aún conserva el toque agresivo punk que siempre le atrajo y que se escurrió como humo entre sus dedos a medida que las circunstancias le obligaron a cambiar.
Con la primer probada de alcohol, sintió la necesidad de fumar también, y al sacar su cigarrillo, encenderlo y ponerlo en sus labios para darle una calada, sonrió al verse en el mismo lugar y situación algunos años atrás, eran tiempos difíciles pero siempre podía acudir al lugar para despojar sus pensamientos negativos y alcoholizarse, olvidar todo, aunque sea por algunas horas.
Y al estar en aquella situación no evitó soltar una risa amarga, “la vida es ridícula”, “siempre ha sido ridícula”; a sus 17 años, huía de casa para tener un respiro del divorcio de sus padres y ahora, a sus 37, está haciendo lo mismo, sólo que esta vez, el divorcio lo implica a el como uno de los personajes principales y la situación no puede ser más desesperante.
—¡Smirnoff, Bro!— Euforia y juventud, Kurt sonrió medianamente al sentir ése ser vibrante justo a su lado y no se dispuso a ser discreto para observarlo.
Era un muchacho, entre la poca luz pudo distinguir alguna de sus facciones, pero le pareció que tenía un rostro particular que era completamente de su gusto.
Mientras recibía su pedido, se quedó a su lado con una sonrisa extraña que le acompañaba a sus ojos hechizantes y volteó su rostro justo cuando Kurt dió un trago más a su bebida. Era algo incómodo ser ahora el que recibía una mirada así, sobretodo por la capacidad del muchacho para ponerlo inquieto.
—Hola— Entre el bullicio tuvo que gritar, pero al final no le molestó, era necesario.
—Hola niño— Él también gritó medianamente; pero al muchacho pareció hacerle mucha gracia y se puso a reír como si le hubiese contado el mejor chiste del mundo.
—Lo siento— Dijo después de un momento, aún no borraba su mueca de gracia —Escucha, aún no estoy ebrio y me parece que eres lindo, ¿Quieres venir conmigo?
Kurt, tampoco está ebrio, y ahora el que se rió fue él, el muchacho habló con mucha naturalidad y confianza, éso, por supuesto, nunca lo hubiera logrado hacer a su edad o incluso en la actualidad, le parece que necesitaría estar etílico para ello y tal vez , aún así, no se sintiese capaz.