Con la caminata reciente, Kurt creía que sus nervios iban a reducir considerablemente, incluso llegó a pensar que era lo único que los extinguiría, pero no era así, sus manos estaban heladas y sus piernas temblaban a cada paso, tenía un miedo profundo que roia su ser. Aún así continuó y dobló la esquina que le faltaba para llegar al muy conocido boulevard.
Acomodó su ropa y sacó un pañuelo rosa para atarlo al cuello de su camisa, luego acomodó su cabello y miró alrededor con temor por si hubiera alguien que lo pudiese reconocer, pero no era así, estaba en una ciudad relativamente nueva para él, en un sitio al que acudía por vez primera. Mientras avanzaba por entre el lugar iba mordiendo su labio y recordando las indicaciones que había leído de una revista local, algunos patrones de comportamiento y lenguaje corporal, pero no podía recordarlos todos y el miedo inminente a equivocarse lo obligó a sentarse en una banca desolada, ya ahí apoyó sus codos en sus piernas y tomó su cabeza a dos manos mientras se quedaba viendo el color grisáceo del asfalto.
Pasó cosa de dos minutos cuando decidió que su misión era estupida y había fallado, entonces empezó a cuestionar su necesidad sexual y romántica, tal vez más sexual que otra cosa, y cuando se quedó con la mirada perdida, se encontró con un muchacho moreno en la banca del frente, a unos cinco metros de distancia, tenía pantalones negros y zapatos blancos, éso entraba en el patrón de vestimenta, pero se sentía inseguro, sentía horror crudo por la posibilidad de equivocarse e ignoraba las miradas constantes del hombre, quien aparentaba no pasar de los 25 años.
Estuvo un momento debatiéndose a si mismo y cuando había decidido en arriesgarse, el chico de en frente ya tenía compañía, al parecer había perdido oportunidad, entonces decidió rendirse y se quitó el pañuelo rosa del cuello y terminó metiendolo en su bolsillo trasero, se sintió bastante estupido y se puso de pie porque consideró que ya había tenido suficiente.
Caminó más tranquilo, pero con un gusto de decepción, ya no tenía más que hacer así que se puso de pie junto a la baranda que impedía el paso al pequeño río que atravesaba la ciudad y se quedó observando el movimiento del agua, sumergido en su propia vergüenza e ignorando la persona que lo había arribado.
—¿Eres nuevo en la ciudad?— Kurt alzó la mirada con desinteres y se encontró con una muchacho pelirrojo, asintió a su pregunta y sintió que debía decir algo más.
—Sólo voy de paso— Frunció el ceño y negó para si mismo, había admitido algo importante a un desconocido, no había pensado para hablar.
—Tal vez podamos pasar un buen rato.
—¿Un buen rato?
—Si, debo admitir que tienes un modo diferente para llamar la atención, diría que quieres verte discreto, y éso es muy atractivo en las personas.
—¿De que hablas?
—Todo el mundo se hace en el centro para ser notado y tú vienes a alejarte de todos.