XIX Un aroma inolvidable

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Un mes atrás

Acababa de subir a la aeronave y se acomodó en su asiento. Tardaría al menos cuatro horas en llegar a su destino, así que sacó un libro para pasar el rato.

Su lectura se vio interrumpida por una intensa fragancia, cuyo dulzor penetró en su nariz, causándole un respingo. Buscó a su alrededor la fuente de aquella empalagosa esencia y se encontró con la mirada fija de una joven mujer.

Llevaba ella el cabello alborotado y su voluptuoso cuerpo estaba envuelto en un vestido ajustado, cuyo escote no dejaba nada a la imaginación. Si deseaba hacerse notar, ella lo lograba a la perfección, pues aunque cerrara los ojos, aquel perfume no lo dejaba en paz.

Hastiado, decidió dar un paseo buscando cambiar de aires y pronto notó que aquella mujer lo seguía, deteniéndose a pocos pasos de él en el pasillo que daba hacia las ventanas de la aeronave.

—¿Viajas solo?

Su voz era aterciopelada y seductora, colándose por sus labios rojos como una suave melodía.

—No soy la compañía que buscas.

Chrollo intentó disuadirla de sus intentos de conquista.

—¿Acaso eres homosexual? —acortó más la distancia entre ellos.

Si su respuesta resultaba ser positiva, estaba segura de poder curarlo con sus encantos. Un hombre tan apuesto no podía desperdiciarse de ese modo.

—Sólo no estoy interesado.

Quiso seguir su camino hasta que ella lo cogió del brazo, impidiéndole avanzar.

—Estoy segura de que te interesará lo que puedo darte.

Demasiado tarde se dio cuenta de que había sido un error subestimarla. Jamás imaginó que pudiera tratarse de una usuaria de Nen y, sin tener control sobre sus acciones, siguió a esa ahora misteriosa mujer hasta su habitación.

Si el perfume antes le parecía molesto, en el cuarto se había vuelto insoportable, llegando a marearlo por su intensidad.

—Es una buena técnica de distracción —aseguró ella, cerrando la puerta tras de sí—. Los aromas tienen un poderoso efecto en las mentes de la gente.

Lo llevó de la mano hasta la cama, sin que Chrollo pudiera hacer nada para impedirlo.

Había sido completamente atrapado, pero su corazón estaba en calma. Sólo debía esperar el momento preciso y estaba completamente seguro de que más temprano que tarde llegaría.

Con suavidad, la mujer lo guio hasta dejarlo sentado en la cama. Parándose frente a él, quitó la venda que le cubría la frente.

—¡De verdad eres tú! —exclamó emocionada, recorriendo el tatuaje con sus dedos—. Eres el hombre de la cruz invertida, el líder del Gen'ei Ryodan. Jamás pensé que te encontraría tan pronto, supongo que soy una mujer afortunada.

Le dedicó una sonrisa de satisfacción, que no hizo más que aumentar su curiosidad.

Aquella mujer parecía saber perfectamente frente a quien estaba y se mantenía en absoluta calma, sin ningún atisbo de temor.

—Yo me dedico a fabricar perfumes ¿Sabes?

Se sentó relajadamente junto a él.

—Hay perfumes para toda ocasión, para el día, para la noche, para el verano, para el invierno, para lugares abiertos o cerrados. Pronto descubrí que también los había para evocar ciertos sentimientos: alegría, nostalgia, amor... ira. Por supuesto, no eran más que anuncios promocionales que no pasaban de ser meros embustes, pero yo quería que fueran reales y trabajé muy duro hasta lograrlo.

Los días perdidos de LucilferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora