capítulo 4

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Los secretos de Lola.
 
 Capítulo 4
 
La graduación de Manuel.
 
 
Pasaron dos semanas después de mi encuentro con el profe, le conté a Ilse y ella no lo podía creer. En estos días no he tenido comunicación con Manuel.
 
 
—¡Ay Lola!  Estás demente — soltó una risita—, no te lo puedo creer ¡te tiraste al profesor! ¿Qué tal?
 
 
—No me puedo quejar, estuvo muy rico,  pero…— me quedé en silencio.
 
—¿Pero? ¡Ay  Lola!  Déjame adivinar, Manuel ¿Verdad? 
 
—Para nada, ni me acordaba ya —  Hasta yo quisiera creer esa mentira —,estuvo muy rico,  sabe como hacerlo.
 
 
—Con razón  el profe te  mira  de vez en cuando.
 
 
 
De vez en cuando si notaba como él me miraba, pero nada que ver, él siguió como si nada,  igual que yo. Ese día llegué a casa como era habitual.
 
 
—Lola, llamó  tu tío —comentó mamá.
 
 
—¿Y eso? —inquirí.
 
 
 
—Alístate porque Manuel se gradúa el sábado y estamos invitados, le harán una fiesta.
 
 
—¡Que-que bien! — sentí que las piernas me temblaban, el corazón me palpitaba más rápido que nunca, no sé  porqué.
 
 
—Ve y te cambias que nos  vamos de compras, una ropa acorde para la ocasión. Salimos mañana a primera hora —añadió mi madre.
 
—Ok.
 
 
Salimos a la tienda de ropa a escoger nuestros vestidos,  llegamos a casa y empacamos para el viaje. Nos quedaremos hasta el domingo. Me acosté temprano pero, juro que no podía dormir. Tenía  una mezcla de emociones.  Ansiedad, nervios,  alegría,  de todo. Al día siguiente me puse el vestido, era color crema, ajustado hasta el abdomen de ahí  para abajo suelto estilo falda, con un escote en la espalda en forma de X. Sin sostén, unas bragas de encaje blanca,  me maquillé, algo muy sencillo, dejé mi cabello suelto.
 
 
Salimos, mis manos sudaban. Dos horas después llegamos a la ceremonia de grado.  Él estaba divino con su esmoquin, guapísimo.  Su barba  perfecta, todo él era perfecto. Saludamos a mis tíos, nos sentamos junto a ellos. Pasó todo el protocolo de graduación, él se graduó con honores, fue uno de los mejores. Después  pasamos  a la recepción. Ya en la casa mis padres lo felicitaron, solo había  un detalle,  él estaba con esa tipa, su novia.
 
 
Yo fui la última en saludarlo, él estaba con un grupo de amigos, con la Alina, Alana como se llame. Me acerqué y lo saludé, lo abracé y le di un beso en la mejilla.
 
 
—Muchas felicidades,  ¡éxitos en tu vida!  —Sonreí entre dientes.
 
—¡Lola, estás aquí!  — se alegró de verme o son ideas mías—,¡gracias!  Ah mira, te presento a mi novia Alana—la tomó de la mano.
 
¡Pero qué rayos, me hervía la sangre! 
 
—¡Mucho gusto, Lola! — extendió su mano.
 
 
—Igual —la estreché por cortesía —¿tú  eres la famosa Alana?— Manuel se puso incómodo.
 
 
—¡Famosa!  ¿Por qué? 
 
—Por nada, es que Manuel habla mucho de ti.
 
 
—Ay amor, por eso te adoro —lo besó, para mí fue como recibir una bofetada.
 
 
—Manuel también me habló de ti —comentó ella.
 
 
—Ah, en serio —me encogí de hombros.
 
 
—Sí, me contó que eres la niña  de la casa, la prima consentida.
 
 Sentí tanta rabia que actué como una vieja celosa, lo que dije fue con total sarcasmo.
 
—¿Niña, dices? Manuel, pero a ti más que a nadie le consta que no soy una niña, ¿Verdad?— Lo miré fijamente, pude ver su incomodidad, la Alana esa miraba confusa.
 
 
—Pues claro, eres toda una señorita, pero para nosotros siempre serás la niña de la casa, la más pequeña — Menos mal nos interrumpió un amigo de Manuel,  porque sino, no imagino lo que yo hubiese  dicho.
 
 
 
—¡Eh,  Manuel, felicidades cabrón! Oh, pero ¿quién es esta princesa?—me miró con una sonrisa.
 
 
 
—¡Eh, ya párale es mi primita! —en diminuto él solo me ve como una niñita, yo de idiota pensando en él —, ojo cabrón ya sé como eres— lo dijo muy serio.
 
 
—Mucho gusto belleza —tomó mi mano y la besó— , me llamo Mauricio, pero para ti Mauro.
 
 
 
Esta era mi oportunidad. El tipo no estaba nada mal,  tenía unos 30, cuerpo muy  marcado,  ojos verdes, alto y rubio como yo. Estaba guapo,  le sonreí lo más coqueta que pude. 
 
 
 
—Mucho gusto Mauro, mi nombre es Lola, para servirte.
 
 
—Lola, que nombre más lindo,  pero que guapa estás, con todo el respeto a las chicas de la fiesta, tú eres la más hermosa—no sé  porque, noté  molestia en Manuel.
 
 
—Gracias, tú no te quedas atrás,  estás muy guapo —sonreí.
 
 
—¿Quieres un trago? — Me preguntó y  Manuel interrumpió.
 
 
—¿Qué te pasa? Ella no toma, no ves que es una niña —le dijo molesto.
 
—Tengo 15, en un mes cumplo 16, ok ya te dije que no soy una niña — lo dije con sarcasmo—. Lo sabes bien.
 
—¡Tranquilo! Yo cuido bien de tu prima favorita, si es por eso,  relax —sonrió .
 
En ese momento mi tío interrumpió con un brindis por el graduado. Dijo unas palabras y le dieron su regalo de grado, un coche espectacular, él estaba muy feliz.
 
 
—¡Amor, está divino! —comentó Alana— . ¿Cuándo me das una vuelta y lo inauguramos?—lo dijo con doble sentido, dejó un beso en sus labios.
 
 
Cada que ella lo besaba sentía como una daga atravesada en el pecho, si el amor son mariposas en el estómago, ¿los celos que son?  Abejas en el culo, porque  eso es lo que yo sentía en ese momento.
 
 
 
—Felicidades está muy lindo,  te lo mereces —comenté.
 
—Se lucieron tus padres —refutó Mauro—, está muy lindo felicidades—me miró—, eh Lola, yo también estoy estrenando coche, si quieres yo te doy una vuelta, ¿qué dices?
 
 
Manuel estaba muy serio, la verdad no sé porqué.
 
—¡Me encanta la idea! —Sonreí—, ¿me darías una vuelta en serio?
 
—¡Mamacita! A ti las que quieras — mordió su labio inferior.
 
 Pusieron la canción favorita de Manuel.
 
—Súper, pero mientras  bailamos,  me encanta esa canción —añadí.
 
—Por supuesto, lo de nosotros también puede ser secreto — sonrió.
 
Mientras yo bailaba con él,  Manuel bailaba con su novia. No dejaba de mirarnos,  era más que obvio que  Mauro se muere por mí, parece que está noche tendré otra conquista. Terminamos de bailar, me invitó un trago. Jamás en mi vida he tomado, pero esta vez lo haría, le recibí y me lo tomé.
 
 
 
—Con calma chula, te vas a embriagar —Murmuró Mauro.
 
 
 
—¿Tú me cuidas, no? 
 
 
—¡Obvio! Para mí será un placer. Me  encantan tus labios —se acercó —. ¿se pueden probar?
 
 
—Déjame pensarlo — lo miré a los ojos y sonreí —,claro que se puede.
 
 
Cuando él se me acercó un poco, Manuel nos interrumpió.
 
—Eh,  que pena interrumpir ¿Lola  bailamos? 
 
Se notaba que algo le molestaba,  como decirle que no, si yo me moría por sentirlo cerca. 
 
 
—Claro que sí primo,  Mauro, ahora retomamos.
 
Me tomó de la mano con algo de brusquedad,  pusieron una bachata.
 
 
 
—¿Qué demonios haces? — lo dijo molesto.
 
 
—¿De qué hablas? — Sonreí malvadamente.
 
 
—¿Qué haces tomando y coqueteando con Mauro? Te dobla la edad, no lo conoces,  es un perro, solo quiere las chicas como trofeo.
 
 
—¿Y eso qué? Está guapo, además a ti qué,  tú  estás muy acompañado por tu harina esa —fruncí el ceño. 
 
 
—¡No se llama harina, es Alana!
 
—Vale,   Alana —traté de soltarme —,déjame y ve con tu noviecita.
 
 Pero él puso  su mano en la parte baja de mi espalda pegándome más a él, mi respiración aumentó, su mirada se encontró con la mía fijamente por unos segundos, él  se mordió su labio  inferior, ¡oww! carajo que sexy  se ve, ¿por qué  lo hace?
 
 
—¿Qué fue eso? —preguntó.
 
—¿Qué? —respondí.
 
—Cuando te presente a Alana,  te comportaste como una berrinchuda ¿Por qué te cae mal Alana? 
 
—Normal, me vale — puse los ojos en blanco.
 
Suspiró y sonrió, carajo ese hombre me confunde.
 
 
—En algo sí coincidimos Mauricio y yo, estás muy guapa hoy, te resaltan esos ojos verdes divinos y tus labios.
 
 
—Mis labios ¿qué? — mordí mi labio inferior, él lo seguía con la mirada frunció el ceño—. Cambia esa cara, tú  eres el festejado.
 
Lo miré.
 
»Lo  que tú no eres capaz de decir lo termino yo,  mis labios provocan besarlos, porque  eso fue lo que dijo Mauro.
 
 
—¡Ya te dije  aléjate de él! — me jaló con fuerza —. Él no es un hombre para ti.
 
 
Terminó la canción,  yo regresé con Mauro y baile con él, con mis otros primos y con otros chicos que estaban en la fiesta.  Siempre tratando de ignorarlo, su novia no se le despegaba ni un segundo, cuando  ella lo abraza y lo besa,  yo siento algo que oprime mi pecho, como si me quemaron las entrañas. Empecé a tomar, mis padres y mis tíos estaban tomando súper entonados, además ellos son muy relajados, no son de esos típicos papás  posesivos.
 
 
—Otro traguito, salud —Mauro elevó su copa.
 
Empecé a reírme de la nada, creo que son los tragos que me están haciendo efecto, Manuel a lo lejos nos observaba.
 
—Otro y  ya, me siento mareada —Pasé las manos por mi cabeza.
 
—Si quieres vamos a otro lugar, más silencioso y  así podemos platicar más tranquilos.
 
 
Nos alejamos un poco del jardín, hasta donde estaba el parqueadero, nos sentamos en una banca que había ahí.
 
 
—¿Por qué  me miras tanto? —inquirí.
 
—Porque eres un bombón, que afortunado tu novio.
 
—¿Cuál? —solté una risita— . No tengo.
 
 
—¿En serio? No te lo creo.
 
 
—Así es, estoy sola y disponible.
 
 
—Mejor para mí,  estás hermosa,  tus ojos, tu boca,  tu cuerpo,  esos labios ¿se pueden probar? —no dejaba de mirarlos.
 
Asentí y sonreí.
 
 
Acarició mi cabello pegándose a mis labios, un beso suave y delicado, cerré los ojos y en ese momento llegaron a mí, imágenes  de Manuel besando a la novia, una sensación de vacío, ¿si esto no es amor, entonces qué es? Puso su mano sobre mi rodilla subiendo lentamente.
 
 
—¿Para dónde va esa mano? — puse mi mano sobre la suya.
 
 
—No sabes lo que provocas en mí — un bulto empezaba a marcarse en su pantalón.
 
—¡Hmm! —gemí en su boca.
 
—Salud por ti belleza — Me sirvió otra copa, me sentó en sus piernas,   lo que estaba por pasar me dejó helada.
 
 
 
Me besaba  con pasión y deseo,  yo solo me dejaba llevar, cerré los ojos disfrutando de sus besos posesivos. Tengo que arrancarte de aquí, pensé, puso su mano en mis piernas empezó a subirlas lentamente, solo sentí un halón en mi brazo, era Manuel estaba como loco, le gritó.
 
 
—¿Qué te pasa?  Te  advertí, que no te metieras con ella.
 
—¡Ya, cálmate! Yo no la obligo a nada, está lo suficiente grande para saber que quiere, él único estúpido que la ve como niña eres tú. Si tu prima se pasa de buena, ¡me la quiero comer y qué! —lo dijo muy serio.
 
No sé el porqué de la reacción de Manuel, pero estaba furioso, sus ojos eran fuego. Sin darle tiempo de nada se lanzó sobre él descargando un golpe en su rostro.
 
 
—¡Mira cabrón, hijo de puta! —le gritó—, no te metas con ella,  te lo advertí.
 
 
—Ya —se acarició la mejilla—  calmado,  mejor me voy.
 
Mauro salió corriendo prácticamente espantado. 
 
 
—¿Qué te pasa? — lo empujé—.   No necesito que me cuides, vete con ella—le grité—, a mi déjame tranquila
 
 
Giré, él estaba furioso y me haló del brazo.
 
 
—¿Qué no entiendes, que es un patán que solo busca acostarse contigo?— me gritó—. Para después exhibirte como un pinche trofeo.
 
 
—Yo sé cuidarme sola —traté de soltarme — ¡Suéltame! Sabes que, si se quería acostar conmigo, no  estaba nada mal.
 
 
Me solté de su mano,  quise regresar a la fiesta, pero Manuel me haló del brazo con fuerza llevándome a rastras hasta el estacionamiento donde estaba su coche.
 
 
—Está bien,  las cosas son así — podía ver el fuego en su mirada, me gritó—,¿querías una puta vuelta? ¡Yo te la doy! 
 
 
 
Me tomó de los brazos, entrándome a su coche, le puso seguro y arrancó. Estaba tan enojado, lo veía en la expresión de su rostro. Empezó a aumentar la velocidad, subió a 80 kilómetros y el tablero marcaba más y más.
 
 
—¡Para ya, estás loco! — le grité—,  ¿quieres que nos matemos? ¡Para ya!
 
—¿No querías que te dieran una vuelta, entonces? — lo dijo con sarcasmo—. Ah ya sé, como no es Mauricio.
 
 
 
 
Yo seguía sin entender porque él estaba así, no entiendo su actitud,  no es divertido, tenía miedo,  íbamos muy rápido, le pedí que se detuviera y no lo hizo, solo aceleró más. Sentí los latidos de mi corazón, tenía miedo,  no aguanté más y empecé a llorar como una niña, al final se detuvo en un mirador.
 
Era hermoso se podía ver toda la ciudad. Se bajó del coche azotando  la puerta con fuerza, yo estaba en shock,  no sabía que hacer. Una tras otras salían mis lágrimas, se devolvió  abrió la puerta donde yo estaba, se inclinó y empezó  a  limpiar mis lágrimas con sus dedos. Nuestras miradas se encontraron, nos quedamos en silencio, tomó mi mano la puso en su pecho. Su corazón   latía tan rápido como el mío, me temblaba la mano, tomé su mano e hice lo mismo, la llevé hasta mi pecho. Mi corazón latía a mil, no sé, si fue por el miedo  o por estar cerca de él.
 
—¡Perdóname! — sus ojos se cristalizaron —. Perdón hermosa por comportarme así.
 
Besó mi mano.
 
»No quise asustarte, menos hacerte llorar, ni lastimarte.
 
Me abrazó, ¿qué  demonios pasa? Esos cambios repentinos de humor,  aún  así me encanta, me confunde.
 
—No,  tú  no me lastimas, al contrario fui muy grosera contigo,  Tú solo… —me interrumpió.
 
 
—Te quiero para mí, solo para mí, para nadie más.
 
Sentí sus labios pegados a los míos, un besó dulce y apasionado.
 
 
 
Me dejó sin palabras, no podía creer  lo que escuche. Se alejó bruscamente, caminó hacía el frente y  se sentó en el césped en silencio. Shora estaba más confundida, me bajé del auto y me acerqué en silencio. Me incliné, lo abracé por la espalda, me quedé en silencio al igual que él, pensé que me alejaría otra vez, pero no lo hizo.
 
 
Me tomó de la mano, para que me sentara con él. Era una vista espectacular. Sentí escalofríos,  no  por el frío que hacía, es por el solo hecho de tenerlo  conmigo,  me miró y  me abrazó.
 
 
—¿Tienes frío?  Estás helada.
 
 
—No, fue el susto,  apenas me está pasando —Sonrió era hermoso,  me derrite su sonrisa
 
—Bien o mal,  eres la primera en estrenarlo conmigo.
 
 
 
Ay sí, primero fui yo,  antes que su novia que se moría por estrenarlo. Me quedará de consuelo que lo estrené.
 
—Pues sí, lo estrené primero,  valió la pena el susto que me llevé.
 
—¿Te da miedo la velocidad? — sonrió.
 
—Estás loco, venías a más de 100km —Se quedó mirándome con esa dulzura, tomó mi mano la puso en su pecho. 
 
 
—¿Sientes eso?
 
—Sí — susurré— . Tu corazón.
 
—Late  a mil por hora, más rápido  que nunca.
 
—¿También tenías miedo?
 
 
 
—Se pone así por tí—me miró—.  Tú  causas esto en mí.
 
—No eres el único, mira, mi piel se enchina y no precisamente por el frío.
 
Sentí sus labios en un beso apasionado y salvaje, un beso que me quita el aliento.
 
 
—Estás más hermosa que nunca, ese vestido te queda divino, eres una reina,  aquí está tu trono — sonrió—, si quieres yo te corono.
 
Cómo resistirse a su hermosa sonrisa, a todo él.
 
—¿Te gusta?  Me puse así por ti. Sí,  yo quiero sentarme en ese trono,  ¿me coronas? ¿Quieres quitarme el vestido?
 
—Quiero quitarte ese vestido y lo que traes debajo, ¿puedo?
 
 
 
Tomé su rostro en mis manos pegando sus labios a los míos, lo besaba con pasión, deseó y lujuria. Sentí el fuego que me consumía lentamente por dentro, mi piel lo pide a gritos. Me levantó en sus brazos, caminó conmigo hasta el coche sin dejar de besarme, susurró.
 
—Bien,  inauguremos mi auto como debe ser —me puso en el asiento trasero.
 
 
 
 Empezó a desabrochar mi vestido, nos olvidamos de todo,  la fiesta,  la familia,  la novia, solo  él y yo. Besó mi cuello, tiré mi cabeza hacia atrás para disfrutar sus besos, se detiene en mis pechos, los besa, los lame, los chupa con labios y dientes, es realmente excitante. Siguió su camino dejando besos húmedos en mi piel, besa mi vientre, dibuja el contorno de mi ombligo con su lengua, mi cuerpo se tensa al sentir cada sensación. Quita mis bragas con agilidad, me toma de las caderas y se la pega a su boca. Siento su lengua y un gemido se escapa de mi boca, va girando su lengua como dibujando círculos. Respiró en mi clítoris produciendo todo tipo de cosas en mi piel, mueve su lengua con gran agilidad, sin duda él sabe lo que hace. Con una mano acariciaba uno de mis pechos, mueve su lengua arriba a bajo, dibujando círculos, Hmm, gimo en voz alta, desliza un dedo dentro de mí, luego el otro, en una sincronía perfecta de sus dedos y sus lengua , haciéndome  estallar mi cuerpo en un orgasmo maravilloso, llenando todo su rostro de mis fluidos, él solo los disfruta. Con su lengua quita cada pequeño residuo que se salió de su boca, es increíble lo que solo él me hace sentir.
 
 
Me incorporo lo empujo contra el asiento, me pego de sus labios, lo beso con fuerza y pasión, mientras mis dedos bajan por los botones de su camisa desabrochándola lentamente acariciando cada parte de su hermoso cuerpo marcado. Bajo por su pecho dejando besos succionantes por la expresión de su rostro, sé que lo disfruta. Con mis pulgares desabrocho los botones de su pantalón, liberando su sexo que está tan firme. Lo meto en mi boca succionando con fuerza, mientras su boca se abre, baja la mirada a mí, observando cada uno de mis movimientos. Sus ojos tan brillantes y llenos de felicidad carnal, cierro los dientes y succiono con más fuerza, él solo cierra sus ojos hermosos y se entrega al placer carnal. ¡Dios!, sisea, suavemente toma mi cabeza, flexionando sus caderas para meterme más profundo en mi boca. Enrollo mi lengua alrededor chupando con fuerza, escuchar sus gemidos es tan excitante.
 
 
 Me toma de los hombros haciéndome recostar en el asiento, flexiona mis rodillas llevándolas hasta su pecho sin quitar sus ojos de los míos, susurró.
 
 
 
—¿Los preservativos?
 
 
 
—No —susurro perdida en sus ojos —, quiero sentirte así.
 
 
 
 
Se hunde en mí a un ritmo deliciosamente lento, cierro mis ojos disfrutando de la plenitud de su posesión. Instintivamente levantó mi pelvis  para encontrarlo, para reunirme con él, gimiendo en voz alta. Sale muy lentamente y me llena otra vez, tan lentamente adentro y afuera, luego establece un ritmo constante, entra y sale con más fuerza. Tenso mis piernas un pequeño grito se escapa de mis labios, estallando en un alucinador orgasmo. Estoy perdida en el  placer, apenas soy consciente de lo que pasa, ahora yo estoy a horcajadas tengo el control. Subo y bajo con rapidez, mientras él juega con mis pechos, gemía en voz alta.
 
 
—¡Hmm! —con su voz ronca—, ¡mamacita!  
 
 
 
Dejaba besos succionantes con sus dientes dejando pequeñas marcas en mis pechos.
 
—Perdón si te dejo marcas — mordió su labio inferior—, ¡pero que rico sabe el paraíso!
 
 
 
Me giró rápidamente entrando y saliendo salvajemente, sus embestidas eran más salvajes, haciendo colapsar mi cuerpo en orgasmo deliciosos, mis gemidos eran cada vez más fuertes.
 
—Grita,  gime duro mi amor, que aquí nadie nos escucha.
 
 
 
Sentí mi cuerpo colapsar con cada embestida, clavé mis uñas en su espalda , tenso mis piernas, está a punto de terminar al igual que yo.
 
 
—Vamos,  nena, dámelo — susurró con los dientes apretados.
 
 
Grito, me tenso, se hunde más en mí, termina llenándome de todos sus fluidos, ¡oh!  ¡Joder! Se derrumba encima de mí, hunde su cara en mi cuello como inhalando  mi aroma, quedamos empapados y su coche  ni se diga.
 
 
—¿Qué fue todo eso?  —susurró en mi cuello.
 
—Lo que provocas  en mí — susurré— , dejé tu coche empapado.
 
 
—Rico — sonrió— . Lo inauguramos como se debía— Sonreí— ¿Qué te causa risa? 
 
 
—Estás lleno de mis fluidos,  yo de los tuyos —solté una risita— .  ¿Qué vamos  hacer  ahora? No podemos llegar así.
 
—A mi no me molesta estar empapado del néctar tuyo, todo lo contrario me encanta.
 
—Pues a mí tampoco me molesta, sentir algo tuyo dentro de mí.
 
 
 
Lo besé dulcemente, él correspondió, ¿notarán  nuestra ausencia?  Ya habían pasado dos horas, Manuel me abrazó,  nos quedamos desnudos por unos minutos, como si quisiéramos que el tiempo se detuviera.
 
—¡Déjame abrazarte hermosa! 
 
 
 
Luego de unos minutos abrazados en silencio, nos vestimos. Para colmo empezó a caer agua durísima, abrió la puerta del auto y se bajó.
 
 
—¿Qué haces?  Te vas a mojar —. Me haló de la mano.
 
 
—Ahí está la solución, dices que no podemos llegar pegoteados.
 
—¡Ay no! Nos vamos a mojar. 
 
 
Me tomó en sus brazos cargándome, pegó sus labios a los míos en un beso apasionado. Enrollé mis piernas en su cintura, mis manos en su cuello, profundizando el beso. Como quisiera congelar este momento para siempre. Que romántico un beso bajo la lluvia.
 
 
—La lluvia nos dejará limpios.
 
 
 
Se dejó caer de rodillas al césped, encima de mí, sin dejar de besar mis labios, sus manos acarician mis piernas.
 
 
—Siempre he tenido una fantasía.
 
 
—¿Cuál es esa fantasía?  — hundí mis dedos en su cabello y sonreí.
 
—Hacer el amor bajo la lluvia ¿la harías  realidad?
 
—Para ti, cualquier cosa, a mi también me fascina esa idea.
 
 
 
—Entonces quiero que ese sea otro regalo de grado, quiero que me hagas el amor — Sonrió malvadamente.
 
 
Lo miré algo confundida, era tan hermoso todo que no quería regresar a la realidad. Se giró quedando acostado en el césped mojado. Desabrochó su camisa, abrió sus brazos, con una sonrisa sucia llena de lujuria, dijo «soy tuyo»  ¡por Dios!  Muero, que lindo se escuchaba eso, que sexy se ve bajo la lluvia.
 
—¿De verdad puedo hacerte lo que yo  quiera?
 
—Lo que quieras. Tú tendrás el control de todo.
 
 
Me quité el vestido,  puse mi sexo  en su boca, lo tomé del cabello guiando su cabeza, empecé a mover mi cadera adelante y atrás suavemente, él solo se dejaba guiar. Bajé dejando besos succionantes en su cuello y pecho, dejando pequeñas marcas en su pecho. Me puse ahorcajadas sobre él, solo gruñó entre dientes, subía y bajaba estableciendo un ritmo constante. Guié sus manos hasta mis pechos, luego cambié de posición quedando de espaldas. Él me tomó con fuerza de las caderas guiando mis movimientos, los gemidos de ambos se mezclan haciendo todo más excitante. Cuando  sentí estallar, puse mi sexo en su boca, sentí su lengua girar rápidamente llenando su boca con mi orgasmo. Me puse ahorcajadas nuevamente, pero ambos sentados, es un momento tan perfecto, unidos en un solo cuerpo. Clavé mis uñas en su espalda, sé que eso le encanta. Seguí subiendo y bajando sintiendo como me llenaba con su maravilloso orgasmo, nos dejamos caer al césped, empapados y llenos de lodo.
 
—¿Qué tal lo hice? —Murmuré.
 
 
—Me  dejas sin palabras —sonrió —, espectacular, gatita, me dejaste marcado, que mala eres.
 
—No eres el único — solté una risita—, mírame estoy llena de chupones  desde el cuello hasta el abdomen.
 
 
—Igual que yo — sonrió malvadamente—,  mírame  las marcas en el pecho y espalda,  ahora cómo vamos a disimular.
 
 
—No lo sé, solo sé  que el paraíso es y sabe delicioso y no me arrepiento de nada.
 
—Me regalaste la mejor noche de grados,  el mejor regalo,  la mejor inauguración,  la mejor noche de mi vida —Suspiró.
 
 
Ahora estaba más confundida que nunca. No sé qué pensar,  ¿qué siente realmente por mí? Solo pasión o en verdad le gusto. Como todo lo bueno se acaba, es hora de regresar.
 
 
—Tú me has dado los mejores momentos de mi vida.
 
Me ayudó a levantar,  nos vestimos, nos subimos al coche, nos pusimos en marcha, de regreso a la realidad. Eran las 2 am, en el trayecto del camino nadie mencionó  nada,  de vez en cuando él sostenía mi mano. Estoy segura que él también anhelaba detener el tiempo.
 
 
 Llegamos, ya todos se marcharon,   unos dormían en la sala  borrachos, ni rastros de Alana. Al parecer nuestra familia estaba tan ebria que ni lo notaron. Todos los cuartos estaban ocupados, solo el de Manuel estaba disponible.
 
 
—Este es el único libre, dormirás en mi cama, yo duermo aquí en el sofá. 
 
 
—¿Y si dormimos juntos?
 
—¡No me provoques loquita!  Pero  primero nos dimos una ducha.
 
 
Nos metimos al baño,  aunque no pasó nada fue un momento muy especial,  él enjabonó mi cuerpo con tanta dulzura,  igual que lo hice yo, disfrutado de ese momento en total silencio. Solo nuestros ojos,  ellos hablaban por sí solos. Me puse una pijama larga, teníamos que tapar las marcas.
 
—Descansa princesa,  gracias por la mejor noche de mi vida.
 
—Duerme conmigo, solo hasta que sea por la mañana y te pasas al sofá ¡Por favor! —Hice un gesto de puchero.
 
—No tientes al demonio.
 
—¡Por favor!  Solo quiero dormir en tu regazo.
 
 
—Lola, ¿qué voy hacer contigo? — Respiró profundo.
 
—Dime que tú no deseas dormir conmigo, como lo anheló yo,  ¡dímelo!
 
 
 
No me dijo nada solo dejó un beso tan dulce en mis labios, me abrazó y acarició mi cabello. Su corazón parecía salirse de su pecho, hasta que me dormí, a las 6 de la mañana se pasó para el sofá…
 
 
continuará...

 Su corazón parecía salirse de su pecho, hasta que me dormí, a las 6 de la mañana se pasó para el sofá…  continuará

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