capítulo 20

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LOS SECRETOS DE LOLA.

Capítulo 20.

...Un rayo de luz…

Han pasado tres meses desde su partida. Durante ese tiempo me aislé de todos. He ido a una que otra charla con la psicóloga, después no volví. Corté mi cabello a la altura de los hombros, la depresión me llevó a cometer muchas locuras.  Vivía aferrada a los recuerdos, no quería salir ni hablar con nadie. Juanse venía todos los días a verme, estaba  pendiente de mí. Todos los días me la pasaba en mi cuarto con mi celular mirando sus fotos, atormentándome.

—Hermosa ¿puedo pasar?

—Adelante —dije.

—Sabes que eso no te hace bien, mirar sus fotos es peor, mira como estás. Casi no comes y tu cuerpo  se debilita, tienes que salir de ese mundo oscuro donde estás.

—No puedo —me encogí de hombros —, ¡no quiero!

— No dejaré que te destruyas, me duele verte así. Perdón por lo que haré, pero es por tu bien.

No entendía a qué se refería, solo lo ignoré. Se acercó a mí y  me arrebató el celular. Sacó una bolsa grande de basura y empezó a recoger todas las cosas que me había regalado Manuel. Me puse como loca, intenté quitarle mi teléfono.

—¡Dámelo, son mis cosas! —grité—. ¡No tienes ningún derecho! ¿Quién te crees?

Volví a gritar.

—No dejaré que destruyas tu vida. Tú decides si te enojas conmigo, pero ya es suficiente, no más,  tienes que levantarte —exclamó.

—¡No quiero, largo de mi casa, de mi vida,  déjame tranquila! — lo fulminé con la mirada.

—No lo haré. Puedes gritar y patalear, pero no te dejaré sola.

Me le fui encima y empecé a descargar golpes en su pecho con fuerza. Estaba furiosa, me sujetó ambas manos, una lágrima rodó  por su mejilla. Exclamó con voz fuerte.

—¡Basta ya! No seguiré viendo como la mujer que amo se destruye así misma. Mientras yo pueda evitarlo, haré hasta lo imposible.

—Son mías, dámelas —Lloré.

Siguió recogiendo todas mis cosas. Me senté en la cama derrotada, ya no tenía fuerzas para luchar. Lágrimas rodaban por mis mejillas, con profundo dolor y rabia le gritaba.

—No tienes ningún derecho a hacerme esto.

—Las guardaré en un lugar seguro, cuando estés bien te las regreso —murmuró.

—¡Dámelas, son mías!

Estaba aferrada a esos recuerdos  que solo me lastimaban, pero él me ignoró. Recogió todo y salió del cuarto, lo seguí.

— ¡Te odio! —Le grité.

Se dio media vuelta.

—Vaya — me miró y sonrió —. Al menos sientes algo por mí.

—No me parece chistoso, no te lo perdonaré jamás —exclamé.

—No dejaré que el amor de mi vida se destruya.

Empezó a caminar y se fue. En ese momento sentí rabia con él. Yo me aferraba a esos momentos. Todo lo que él hacía era por mi bien, sabía que él sufría por verme así. En ese momento no lo entendía, estaba tan  dolida y llena de enojo. Mis papás lo apoyaron en todo. Regresé a mi cuarto, lloré con tanto enojo que empecé a tirar todo. Con mis manos rompí el espejo, buscaba todas las maneras para hacerme daño. Yo quería irme con él con mi Manuel, lo sé me comportaba como una niñita. Al sentir los destrozos, Leila corrió a mi cuarto.

LOS SECRETOS DE LOLA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora