CAPÍTULO 8.

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BRISA.

Camino por las calles buscando la dirección que está en la tarjeta, cuando llego al lugar observo el enorme aviso que hay afuera, éste escenario me trae una sensación de deja vu, no sé si he estado aquí antes, la mayoría del tiempo no recuerdo nada de lo que sucedió en mi pasado, sólo tengo algunos recuerdos fugaces que hacen que al menos sepa mi nombre.

— Viniste — María me recibe en la puerta con una sonrisa — Pasa, tienes mucho que aprender.

Me muestra cada una de las instalaciones del bar, me enseña cada detalle y con cada paso que doy siento un pedacito de mi pasado regresar a mi memoria, sé que estuve aquí antes, pero no logro recordar porqué.

— Espero que haya quedado todo claro — interrumpe mis pensamientos — Ahí está la habitación para que te cambies de ropa y empieces a trabajar

Obedezco, ya sé lo que tengo que hacer. No me llena de mucho orgullo saber que soy una prostituta, pero si es el único camino que me queda para que mi hija tenga un futuro no me importa tomarlo.

DRAKE.

— Tu mamá se está tardando más que antes Nati — le digo ayudándole a guardar sus juguetes.

— Mi mami dijo que la esperara, que iba a trabajar — se encoje de hombros

— Entiendo

Natalia se frota sus ojos en señal de sueño, le miro con ternura y la guío a su cama para que descanse. Cuidaré de ella mientras Brisa está fuera de casa, no pienso dejarla sola.

— Bien, pequeña — le digo mientras le pongo las mantas encima — Debes descansar

— No quiero quedarme sola — suplica con temor

— No estás sola — le explico — Yo me quedaré contigo

Ella sonríe y cierra sus ojos mientras que yo sólo la observo dormir pensando en qué sera de su vida cuando Lucifer decida llevarse a Brisa.

6 años después.

NATALIA.

— Mami, ya volví — hablo al unísono dejando las llaves sobre la mesa

— Estoy en el cuarto, hija — le oigo responder débilmente

Cuando ingreso en la habitación su imagen me aterroriza, ella está pálida, débil, bastante demacrada y delgada. ¿En qué momento se convirtió en esto?

Recuerdo.

— Mami ¿Qué te pasa? — le pregunto cuando la veo llorar sentada en el borde de la cama

— Tengo SIDA — solloza

Recuerdo que me han hablado del SIDA en la escuela, pero nunca entendí mucho lo que significaba.

— ¿Qué es el SIDA Drake? — le pregunto a mi amigo

— Nati, el SIDA es una enfermedad que puede matarte — responde recostado en el sillón mientras ojea una revista

— ¿Entonces mi mamá va a morir? — pregunto y al instante él se levanta del sillón desconcertado

— ¿Tu mamá tiene SIDA? — pregunta y yo asiento

Él lleva las manos a su rostro y desaparece igual que siempre dejándome con la incógnita ¿Qué le sucede ahora?

Fin del recuerdo.

— Mira mamá, tómate esto, te hará bien — le ofrezco la sopa que le he preparado y ella se sienta con dificultad en la cama para recibirmela

— ¿Cómo te fue en la escuela? — me pregunta sonriendo

— Estuvo... Bien — suspiro — Al menos no fue tan malo como los otros días

— Y Nohemi ¿Te volvió a molestar?

— Hoy no asistió a clases mamá — sonrío — No te preocupes por mí, sólo procura tomarte toda la sopa y enseguida vendré a verte, debo hacer tarea.

Ella sonríe y yo me voy a la sala a hacer mis deberes.

He sido una chica poco sociable, cuando entré a la escuela a los 5 años, mis compañeros se burlaban de mí porque les contaba sobre Drake. Decían que estaba loca porque me había inventado un amigo imaginario, pero Drake no es imaginario, sólo es tímido.

A los 7 años intenté presentárselo a mi maestra, recuerdo que me envió con la psicóloga de la escuela afirmando que necesitaba ayuda, nadie puede ver a Drake más que yo. Y ahora con 11 años cumplidos me encuentro en el típico lío mental pre-adolescente, lo que significa que cada burla podría hacerme llegar al suicidio, por fortuna Drake siempre aparece para hacerme sentir mejor.

— Tienes tanta tarea que me da asco y lástima — su voz me hace sonreír

— ¡Estás aquí! — le abrazo y él acaricia mi cabello

— ¿Te ayudo en algo? — pregunta mientras sonríe

— Eliges matemática o biología

— Creo que la matemática está bien para mí — recibe mi cuaderno y se queda en silencio mientras resuelve los ejercicios.

Pasa cierto tiempo hasta que decido ir a ver a mamá.

— ¿A dónde vas? — Drake pregunta cuando ve que me levanto de mi asiento

— A ver a mamá — respondo — ¿Quieres verla?

— ¿Sabes que ella no puede verme cierto? — me mira con obviedad

— Acompáñame, no seas pesado — le insisto

Él se levanta del asiento y sube junto a mi los escalones hasta llegar a la habitación donde mi madre yace enferma, está dormida, tiene sus ojos cerrados y su respiración pausada. La tristeza me invade al ver su estado y siento la familiar sensación de frío en mi hombro, es la mano de Drake, siempre es así, frío como el hielo, pero con un cálido corazón.

— Ella se va a recuperar — Drake trata de darme ánimos

— Espero que así sea.

Ambos guardamos silencio y continuamos con mi tarea.

DRAKE.

— ¿Cuándo piensas llevarte a Brisa? — le reclamo a Lucifer — ¿No te parece que ya ha sufrido bastante?

— Aún no es tiempo — responde con frialdad

Me quedo callado, no puedo creer que la vida de una chica tan espléndida como Brisa se reduzca a esto, recuerdo cuando me enteré de su enfermedad.

Recuerdo.

— ¿¡Tiene SIDA!? — grito golpeando la mesa del escritorio de Lucifer

— Hola, Drake — me mira con semblante neutro — ¿Quieres un café?

— No seas ridículo — escupo con furia

— No sé porqué te preocupas, cuando firmaste te dejé muy claro todo. A tí no debe importarte la forma en la que Brisa muera. Al fin y al cabo ya no es la misma ¿Verdad?

— Aunque no sea la misma, no merece sufrir de esa forma — le miro a los ojos — Además, Natalia va a sufrir mucho viendo el deterioro de su salud.

— Ese asunto no me concierne — se encoje de hombros — Es lo que tú quisiste, ahora lárgate de aquí antes de que pueda golpearte

Me retiro de ahí con la ira corriendo por mis venas, llego a un lugar alejado de todo y lanzo un grito al cielo.

¿¡PORQUÉ ME HACES ESTO A MÍ!?

fin del recuerdo.

TODO POR ELLA [Editada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora