BRISA
Ya han pasado 8 meses desde que estoy embarazada y todo se ha vuelto difícil, Christopher casi no está en casa y cuando está siempre duerme, llega borracho en repetidas ocasiones y hasta me ha dicho cosas que elegiría no recordar.
Recuerdo
Christopher entra al apartamento tarareando una canción, está completamente ebrio y la ira me llena.
— Ya llegaste. ¿Algún día volverás a casa sobrio? — pregunto tratando de desahogar mi enojo
— Yo no tengo porqué darte explicaciones — me mira por encima del hombro — Soy adulto y hago lo que me plazca
— Tienes una responsabilidad, Christopher, vamos a tener a un bebé y tú ni siquiera estás luchando por esto — escupo indignada
— No me interesa esa cosa a la que llamas bebé — bebe un poco de la botella de vodka que trae en la mano
— ¿Cosa? — susurro para mi misma — No es una cosa, ¡Es un bebé! Es nuestro bebé. Y si tú no lo quieres, pues entonces lárgate de aquí
Me mira sin decir ni una palabra, da la vuelta y se encierra en la habitación ¿Qué le sucede a éste hombre?
Fin del recuerdo
— El bebé se encuentra bien — la enfermera habla sacándome de mis pensamientos
— Muchas gracias, señorita — me pongo la blusa de mi traje de nuevo
— Según los cálculos, nacerá en una semana — termina de quitarse sus guantes y se retira.
Yo salgo del hospital pensando en el poco tiempo que me queda para que Natalia nazca, así se llamará mi bebé. He elegido yo sola el nombre porque Christopher no ha querido participar en nada que tenga que ver con la criatura que ha engendrado, parecía tan feliz cuando se lo conté que jamás imaginé que cambiaría de esa forma.
DRAKE
— Ya escuchaste ¿Verdad? — Lucifer habla a mis espaldas — Natalia nacerá en una semana, y es tu deber velar porque ella nazca bien.
— A mí solo me interesa Brisa — escupo con frialdad
— No me importa por quien hagas esto, sólo quiero a esa alma, necesito que la mantengas pura hasta que yo te lo diga... Es tú deber.
— No tienes que recordármelo — le miro a los ojos — Sé perfectamente qué tengo que hacer.
— Más te vale — se retira dejándome solo
Aprovecho el momento para escaparme y ver como está Brisa, parece que de nuevo se ha peleado con su pareja y ahora duerme plácidamente en la habitación de huéspedes.
Me acerco con cautela y observo su crecida panza, coloco mi mano sobre ella, ya sé que no puedo tocarla, pero es inevitable. Si ésta pequeña fuera mía, si yo estuviera vivo, le amaría como a nadie. Algo se mueve en su interior, es Natalia, está saludándome.
— Hola, pequeña — susurro para que Brisa no me oiga — Tu mami duerme, no te muevas mucho ahí dentro
Sonrío al notar que vuelve a moverse, un pequeño bulto se forma justo debajo de mi palma, hace un poco de cosquillas.
— Christopher, tienes las manos heladas — Brisa habla dormida aún
Cuando razono me doy cuenta de que estoy demasiado cerca de ella, me aparto rápidamente y me escondo tras el clóset, observando como Brisa sostiene su panza en una expresión de dolor, camina con dificultad hacia la puerta, está llamando a su pareja. ¡Él no está en la casa! Brisa va a dar a luz.
BRISA
— ¡Christopher! Ayúdame por favor. La bebé viene en camino — grito al unísono con la esperanza de que esté en casa
Pero no hay respuesta y los dolores son cada vez mas fuertes, como puedo agarro la bolsa en la que están las cosas del bebé, mi cartera y mi teléfono, pido un taxi de manera urgente y no tarda en recogerme.
— Señora, por favor resista — el taxista conduce a toda velocidad hacia el hospital central
— Creo que no podre aguantar mucho — sollozo — Ya he roto la fuente
El taxista se pone nervioso y empieza a tocar el claxon de su auto desesperadamente.
— ¡Abran paso por favor! ¡Ésta mujer va a dar a luz! — el taxista grita asomando su cabeza por la ventanilla del auto
Los demás vehículos se abren paso para que podamos avanzar, no tardamos mucho en llegar al hospital y el taxista me ayuda a bajar del auto para ingresar al hospital.
— No se preocupe por el pago — dice mientras los médicos me atienden — Entiendo la situación
— Mil gracias señor — le miro y sonrío hasta que lo pierdo de vista en cuanto entro al quirófano.
— Muy bien, señora — el médico habla — Puje ahora.
Hago lo que me pide y siento como cada parte de mi se desgarra, grito de dolor, pero la sensación de querer que nazca de una vez me llena de fortaleza.
— ¡Espere! — dice levantando su mano
— ¿¡Qué sucede!? — pregunto al borde de la locura, el dolor es insoportable.
— No nacerá de ésta manera — niega con su cabeza — Enfermera, prepare todo para una cesárea
— ¿¡Qué!? — grito desesperada — Tiene que nacer ya, ¡No puedo más!
— Aguante sólo un poco — el doctor parece estar bajo mucha presión
Con cuidado me sientan en la camilla y me obligan a inclinarme de manera que las vertebras de mi columna puedan visualizarse, siento un dolor horrible en mi espalda y al poco tiempo dejo de sentir mi cuerpo, no estoy dormida, de hecho puedo ver cada cosa que los médicos me hacen, pero no puedo sentirla.
Observo como abren mi vientre, la sangre se hace presente junto con mi bebé, escucho su llanto, una hermosa melodía. Está viva, ha nacido bien.
Me siento mareada y muy mal, ha de ser por la sangre que he perdido, no sé muy bien qué sucede pero literalmente no soporto un segundo más despierta.
— Señora, despierte por favor — escucho al médico hablarme
— Mi... Mi hija — hablo con dificultad — ¿Dónde está mi hija doctor?
— Tranquila — me mira a los ojos — Todo ha salido bien
Por alguna extraña razón puedo ver lo que pasó conmigo mientras estuve en el parto, lo veo todo desde los ojos del médico, como si estuviera viendo tras las cortinas de sus pensamientos.
Parpadeo y el recuerdo desaparece de mi memoria, me entregan a mi bebé y por primera vez me enamoro de sus ojos celestes, tiene los ojos de su padre.
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TODO POR ELLA [Editada]
FantasiSegunda parte de Brisa La historia que te hace ver el amor de una manera distinta