- ____, levántate. Debes ir a la escuela.- papá grito detrás de la puerta de mi habitación, despertandome.
Mierda. No quería levantarme. No quería ir a la escuela. Intenté ignorar sus gritos y seguir durmiendo.
- ¡____! - volvió a gritar y volví a ignorarlo- Por favor, ya hablamos de esto.
Enojada me levante de un salto.
- ¡Ya estoy arriba! - está vez grite yo furiosa.
Lo escuché suspirar y luego alejarse. Pensé que respetaría mi capricho de faltar unos días más. Camine hacia el baño donde me mire en el espejo, mi cabello parecía la melena de un león y mis ojos delataban que anoche estuve llorando. Y así fue, luego de discutir con papá no pude parar de llorar y conseguir dormir. Al terminar de lavar mi cara, cepillar mis dientes y hacer lo mejor que pude con mi cabello volví a la habitación. Me maquille - natural - y me vestí. Estaba sin ganas de ir a la escuela. Sin ganas de nada. Sin ganas de vivir como uno dice cuando tiene fatiga, pero yo lo decía literalmente. Sí papá no hubiera llegado temprano por primera vez aquel día, mi deseo estaría cumplido y no estaría viva. Suspire y sacudí mi cabeza. Sería mejor no pensar en ello, porque seguido pensaría en mamá y estaría angustiada todo el día, o haría cosas que me prometí tratar de no hacer. Busque lo único que me faltaba para irme: mi mochila. La encontré tirada en un rincón y la tomé. Abrí la puerta para salir de la habitación y antes de hacerlo mire en el interior de está para comprobar que no me olvidaba nada. Creí olvidar mi celular pero luego recordé y lo sentí en el bolsillo trasero de mi pantalón. Salí cerrando la puerta detrás y bajé abajo donde me encontré con papá.
- Hola.- saludo sin quitar la vista del diario que tenía entre sus manos.
- Hola.
- ¿Como estas? - dejó su diario a un lado y me miro esperando una respuesta.
- Bien.- le sonreí con falsedad.
- ¿No me mientes?
- No.- rodeo los ojos.
- Espero que sea así.- empujo la silla donde estaba sentado hacia atrás y se levanto - ¿vamos?
- Aunque no quiero.- dije en forma de respuesta levantándome también. De ahí me dirigí al auto.
Ya en el auto papá arrancó hacia la escuela donde me dejaría para luego irse a su trabajo y no vernos hasta mañana por la mañana para volver a repetir las mismas acciones. Siempre trabajaba hasta tarde. Su trabajo era lo más importante para él, hasta más importante que su hija. Por eso nuestra relación no era muy buena, y nuestra comunicación tampoco. En el poco tiempo que pasaba en casa discutíamos por mi "mal comportamiento"o cada uno se encerraba en su habitación y no hablábamos. Como ahora, en el auto, todo era puro silencio. Diferente a cuando estaba mamá, con ella siempre íbamos escuchando su radio favorita y cantando las canciones que está trasmitía. Suspire y sacudí mi cabeza por segunda vez. Recosté la misma en la ventana para mirar el camino hasta llegar a la escuela, y cuando llegamos bajé del auto despidiéndome de él con un tajante "adiós".