𝐔𝐧𝐝𝐞𝐫𝐰𝐚𝐭𝐞𝐫 || 𝙿𝚊𝚞𝚕 𝙻𝚊𝚑𝚘𝚝𝚎

06.

Corría a través del bosque, buscando el momento perfecto. Los pasos de la pelirroja desde la otra orilla del río hizo que aumentara su velocidad. En su mente, Sam le daba órdenes al darse cuenta de sus intenciones, pero ya era demasiado tarde.

El lobo de pelaje gris se preparó para saltar detrás de la figura cuando, de reojo, algo llamó su atención. Uno de los vampiros, el más alto y robusto de todos, se lanzó desde la otra orilla del río, haciendo que todo se volviera rojo en ese instante. Ignorando las instrucciones de Sam de no intervenir, Paul se enfrentó al vampiro, ambos cayendo al agua de inmediato. El lobo intentó clavar sus dientes en uno de sus costados, pero lamentablemente el vampiro fue más rápido, apartándolo con un empujón y saltando de regreso a su territorio.

Para ese entonces, Embry, Jacob y Sam ya estaban allí, esperando ansiosamente a su amigo. El lobo gris gruñó nuevamente hacia los vampiros que observaban desde lejos, cada uno con una expresión distinta en sus rostros. Siguiendo la orden de su líder, el lobo se giró y corrió hacia sus compañeros. En su mente, un torbellino de voces lo desorientaba por un momento. "¿Qué ha pasado, Paul?" "¡Ha cruzado a nuestro territorio!" "¡Mátalo, Paul!"

"Silencio", se escuchó la voz de Sam, seguida de un silencio instantáneo. Todos esperaban una orden. "Jared, Quil y Jacob, sigan el rastro de la pelirroja. Los demás pueden regresar a casa", declaró Sam, y unos minutos después, los pensamientos desaparecieron, indicando que habían recuperado su forma humana.

Paul suspiró aliviado y se tomó su tiempo para regresar a casa. Ahora, en la oscuridad de la noche, finalmente podía permitirse pensar en ella. Se prometió que le contaría todo pronto, muy pronto.

En su mente, las imágenes de su impronta se reprodujeron como una película. Las imágenes de la noche anterior se repetían una y otra vez. Al principio, cuando había descubierto el vínculo, se había sentido enfermo. Había sentido que había destrozado las vidas de ambos. Luego, el egoísmo se apoderó de él. No podía vivir sin ella, así que había pensado en usar a Kim como intermediaria. Había calificado su plan como rastrero. Finalmente, llegó a la conclusión de que la única opción era mantenerse cerca de ella, pero a la vez mantenerse distante. Sería como un amigo en las sombras, un protector, un ángel guardián. Sacudió la cabeza para apartar las voces de Jacob y Quil burlándose de él en su mente.

Paul corrió la distancia restante hasta su casa y se transformó detrás de unos árboles. Esa noche, al igual que muchas otras, no pudo conciliar el sueño. Todo por culpa de una chica de ojos color miel que había robado su corazón.

Al día siguiente, Paul entró en la casa de Emily y Sam. Todos estaban desayunando como si sus vidas dependieran de ello. Los saludos eran breves, todos concentrados en sus platos.

Jared, ubicado en uno de los extremos de la mesa, lo miró de reojo y luego siguió comiendo como si no existiera. Desde que Kim y Eveline habían tenido su pelea días atrás, Jared se había enfrentado a él. Era su responsabilidad arreglar lo que había causado en su impronta, y solo él podía hacerlo.

Paul rodó los ojos y arrastró una silla por el suelo. Se dejó caer en ella con pesadez, suspirando mientras tomaba un muffin de la mesa.

-Paul.- Emily lo llamó al verlo abatido. Alzó la vista hacia ella. - Ella vendrá a ti, solo dale tiempo- aseguró Emily. Paul no podía evitar que su mente regresara al encuentro con Eveline la noche anterior. Cómo sus ojos habían brillado bajo la luz de la luna y cómo su ropa mojada se había adherido a su cuerpo.

- Tienes que decírselo.- comenzó Jared, ganándose una mirada amenazante por parte de Paul. Le diría a Eveline sobre ellos en el momento adecuado, no cuando Jared quisiera. Además, no podía revelar su relación cuando apenas habían tenido una conversación normal.